Demb¨¦l¨¦ y el tempo
Entender el juego implica saber cu¨¢ndo hay que acelerar y cu¨¢ndo hay que frenar. Implica saber sentir al rival y sus emociones, saber escuchar al p¨²blico
Cuando veo actuaciones tan sobresalientes como la de Ousmane Demb¨¦l¨¦ este mi¨¦rcoles me pongo a pensar por qu¨¦ este jugador, que se dir¨ªa que tiene todas las condiciones para ser estrella dentro del f¨²tbol, no ha llegado a ser tan determinante como cabr¨ªa suponer.
La primera cuesti¨®n, y obvia, es su condici¨®n f¨ªsica. Se dir¨ªa que ha tardado tres temporadas en encontrar esa condici¨®n b¨¢sica para desplegar su f¨²tbol vertical y r¨¢pido. Es esta una condici¨®n primera para cualquier deportista: estar sano y hacer todo lo posible para seguir sano ante una actividad f¨ªsica de m¨¢xima exigencia.
Pero si escarbamos un poco m¨¢s en las complejidades del juego yo dir¨ªa que hay que tener esas condiciones y saber cu¨¢ndo utilizarlas. Porque hay veces en las que hay que adecuar lo que yo como jugador quiero hacer a aquello que al equipo le conviene que yo haga. Eso tendr¨ªa que ver con la lectura del juego, con sus asociaciones y con sus tiempos.
En mis tiempos de portero del Bar?a de Cruyff, y en los partidos que se presagiaban intensos y de ritmo muy alto, Johan, antes de los encuentros, siempre insist¨ªa en repetirme un mantra: ¡°Andoni, si ellos quieren jugar r¨¢pido, intenta detener el juego, demorar los saques de puerta, frenar la intensidad. Pero si ves que ellos, nuestro contrario, quieren descansar, coger aire y recuperar, es el momento de acelerar el juego y hacer todo lo anterior a m¨¢xima velocidad¡±. Seguro que m¨¢s de uno ya ha visto a Xavi manejando los tiempos del partido a su gusto, al ritmo que le conven¨ªa a su equipo y que el rival sent¨ªa que le hac¨ªa m¨¢s da?o.
Dice otro mantra del f¨²tbol que no todos los minutos del partido son iguales. No son lo mismo los primeros 15 minutos de vuelta de Champions que juegas en tu casa y con la obligaci¨®n de remontar un resultado adverso, cuando se busca hacer un gol r¨¢pido, presionar al rival en todas las l¨ªneas, marcar y dejar muy claro que estamos convencidos de poder pasar la eliminatoria y transmitir ese convencimiento a nuestro p¨²blico, al rival y hasta al ¨¢rbitro del encuentro, que esos primeros 900 segundos de la final de esa misma Champions, cuando buscaremos situarnos bien en el campo, asegurar nuestro juego y empezar a marcar el ritmo del partido.
Y una de las cuestiones que los hacen diferentes es que, en el primer caso, nuestro rival querr¨¢ hacer lo contrario de nuestro plan de juego mientras que en la final, seguramente, el plan es el mismo en las dos mitades de terreno de juego.
Entender el juego implica saber cu¨¢ndo hay que acelerar y cu¨¢ndo hay que frenar. Implica saber sentir al rival y sus emociones, saber escuchar al p¨²blico (cuando hab¨ªa p¨²blico) para disfrutar de su viento en nuestras velas o del temor de la grada rival que desvela el momento de ir a por nuestra victoria. Creo que nunca se me olvidar¨¢ ese partido de cuartos de final de Eurocopa contra Inglaterra y a las gradas del viejo Wembley insuflando aire a un equipo ingl¨¦s que no sab¨ªa c¨®mo detener nuestro juego y al que esa energ¨ªa le permiti¨® llegar a los penaltis. Ese Come on, boys! multiplicado por 60.000 sigue siendo para m¨ª la banda sonora de esa eliminatoria.
Pero este juego maravilloso que es el f¨²tbol tiene tambi¨¦n elementos para contradecir sus propias reglas. Cuando piensas que tienes el partido controlado, el rival est¨¢ cada vez m¨¢s dentro de su ¨¢rea y el gol ya se siente pr¨®ximo, llega un bal¨®n perdido, un c¨®rner o una falta o hasta un fuera de banda mal concedido para igualar las fuerzas, hacer que los dominados pasen a disponer del bal¨®n y propiciar una jugada de estrategia en la que todos son iguales, hasta si est¨¢s en inferioridad num¨¦rica. Cu¨¢ntos partidos dominados y controlados se han ido por el desag¨¹e por un c¨®rner concedido a destiempo. Qui¨¦n no recuerda esa final en el Camp Nou entre Manchester United y Bayern M¨²nich y esos dos c¨®rners que mandaron la copa para M¨¢nchester cuando ya casi estaban grabando las letras del Bayern en la Orejona.
Y ahora nos ponemos en el dilema. Imaginen que ganamos 1-0, que esos tres puntos son vitales para la Liga, que estamos sufriendo el acoso de nuestro rival en los ¨²ltimos minutos y que el rechace del c¨®rner que acabamos de defender con acierto le llega a Ousmane Demb¨¦l¨¦ (no me hab¨ªa olvidado de ¨¦l) y tiene todo el campo abierto para el contraataque. ?Qu¨¦ le pedimos a nuestro Demb¨¦l¨¦ (todos los equipos suelen tener un jugador de este estilo)? ?Que acelere, ataque a un rival desguarnecido y de ese modo aleje el bal¨®n de la zona de peligro con el riesgo de perder la bola en el primer recorte, en el primer dribling, o que s¨®lo gane unos metros, desahogue al equipo, asegure la posesi¨®n asoci¨¢ndose con un compa?ero y deje discurrir los segundos que quedan para el pitido final?
Y s¨ª, la respuesta suele, casi siempre, empezar por un depende. Pues eso, para m¨ª, es la lectura de los tiempos de juego.
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