M¨¢s all¨¢ del miedo en el Monte Robson
La ¨²ltima de las contad¨ªsimas ascensiones de la pared del Emperador simboliza la escalada a vida o muerte
El sol inunda las terrazas de los restaurantes de la estaci¨®n del tren cremallera de Kleine Scheidegg, donde La Dolce Vita, versi¨®n suiza, se estira a la sombra de la m¨¢s intimidante de las paredes: la cara norte del Eiger (3.970 m). Por un momento, los alpinistas desean ser despreocupados turistas, abandonar sus sue?os, dejarse mecer por los aperitivos, las risas y la seguridad, sacudirse la aprehensi¨®n, el miedo ante lo desconocido. En apenas unas horas, unos seguir¨¢n disfrutando de sus vacaciones en un mundo brillante, mientras que otros expondr¨¢n su vida, saltar¨¢n a un ruedo donde muchos no supieron torear su propia muerte. No hay p¨²blico para las gestas del alpinismo¡ salvo en la Kleine Scheidegg, donde durante a?os varios prism¨¢ticos apostados en las terrazas permit¨ªan a los morbosos seguir en directo las haza?as y tragedias de los escaladores.
La norte del Eiger fue conquistada en 1938 y fue uno de los ¨²ltimos grandes problemas de los Alpes en resolverse. La vertiente noroeste del Monte Robson (3.954 m), conocida como la vertiente del Emperador, es el punto m¨¢s elevado de las Rocosas Canadienses y no fue escalada con ¨¦xito hasta 1978. Ambas observan casi dos kil¨®metros de pared y ofrecen la m¨¢s intimidante de las estampas. Son paredes oscuras, t¨¦tricas, verticales, desasosegantes. Reparten por igual repulsi¨®n y fascinaci¨®n. Hoy en d¨ªa, la norte del Eiger se ha convertido en una cl¨¢sica de dificultad, no as¨ª el Monte Robson: sobran dedos de las manos para contar todas sus ascensiones, la ¨²ltima de ellas hace apenas unos d¨ªas, a cargo del norteamericano Ethan Berman y del escoc¨¦s Uisdean Hawthorn.
Por la vertiente del Emperador solo han pasado con ¨¦xito grandes apellidos del alpinismo: Mugs Stump y Jamie Logan fueron los primeros en sacudirse el terror que evocaba su relieve. Despu¨¦s, Barry Blanchard, Jason Kruk, John Walsh o Marc Andr¨¦ Leclerc a?adieron sus muescas a una pared a la que se accede de forma sencilla y de la que solo se sale d¨¢ndolo todo, conservando, a ser posible, la vida.
Son paredes t¨¦tricas, oscuras y existe una terrible exposici¨®n: caer es sencillo
Berman reconoci¨® que llevaba tres a?os literalmente obsesionado con esta pared. Varios viajes de 10 horas en coche para ver si las condiciones estaban presentes, si no hac¨ªa demasiado calor, tratando de imaginar si la nieve o el hielo fino sujetar¨ªan sus herramientas all¨¢ arriba, donde protegerse es complicad¨ªsimo y caerse no es una opci¨®n. Jamie Logan tambi¨¦n tard¨® tres a?os en dar con las condiciones y la compa?¨ªa perfecta. Mugs Stump era una leyenda¡ del f¨²tbol americano, uno que pudo firmar un contrato profesional con la NFL, pero tambi¨¦n un tipo profundamente enamorado de la naturaleza: el d¨ªa que conduc¨ªa para firmar su contrato profesional de jugador contempl¨® el paisaje en la carretera, gir¨® el volante y escogi¨® otra vida. Apenas tres a?os despu¨¦s de probar por vez primera la escalada, hizo historia. Fue uno de los grandes alpinistas de su generaci¨®n. Una grieta se lo trag¨® en 1992, en el Denali.
Un relato psicol¨®gico
En 1979, un a?o despu¨¦s de su sonada ascensi¨®n, Jamie Logan escribi¨® en la biblia del alpinismo, el American Alpine Journal, un relato psicol¨®gico de su viaje: ¡°A veces, en lugares especiales como en la pared del Emperador, me resulta posible ir m¨¢s all¨¢ de mi ego, mis capacidades adquiridas, mis esperanzas, miedos y expectativas para, simplemente, escalar. Entonces, soy capaz de escalar mucho mejor de lo habitual, y, afortunadamente, alcanzar un estado mental propicio cuando m¨¢s lo necesito¡±.
¡°Entr¨¦ en otro estado de consciencia¡±, dice Berman, el ¨²ltimo en conseguir escalarlo
El problema en el Monte Robson es la terrible exposici¨®n: caer es sencillo. Lamentablemente, el terreno vertical y su roca apenas dejan margen para autoprotegerse, convirtiendo la posibilidad de caer en una pesadilla dif¨ªcilmente asumible. Es como escalar en solitario, pero acompa?ado por un amigo que pasa tanto miedo como el que escala. Aceptar semejante escenario no solo est¨¢ al alcance no de los m¨¢s t¨¦cnicos y fuertes, sino de los que saben ir m¨¢s all¨¢ del miedo. Marc Andr¨¦ Leclerc era de estos ¨²ltimos, tanto que a menudo escog¨ªa escalar en solo integral. As¨ª firm¨® la m¨¢s alucinante ascensi¨®n de la vertiente del Emperador: repiti¨® sin compa?ero una de sus contad¨ªsimas rutas, la infinite patience.
El canadiense Leclerc ten¨ªa apenas 23 a?os y nunca confes¨® el tiempo invertido: ¡°la esencia del alpinismo recae en la verdadera aventura, mientras que la obsesi¨®n por el cron¨®metro y la velocidad es uno de los grandes detractores de las experiencias alpinas¡±, explicar¨ªa en sus redes sociales en 2016. Dos a?os despu¨¦s, desaparecer¨ªa en Alaska junto a su amigo Georges Johnson. Leclerc, afirmaba, naci¨® admirando m¨¢s a los monta?eros que a las propias monta?as, ansiaba conocer sus estados de ¨¢nimo, desde la ansiedad y las dudas que preceden las grandes jornadas, hasta la alegr¨ªa serena que concede la mera supervivencia. Se convirti¨® en alpinista gracias a los libros.
El largo m¨¢s aterrador fue cosa de Ethan Berman. Casi puede jurar que ninguno de los escasos tres seguros que coloc¨® en 60 metros hubiese detenido su ca¨ªda. ¡°Creo que simplemente entr¨¦ en otro estado de consciencia¡±, respondi¨® cuando su compa?ero le pregunt¨® c¨®mo hab¨ªa sido capaz de superar sus miedos durante el desaf¨ªo. Un discurso que remite al de Jamie Logan, firmado 40 a?os atr¨¢s. En el mundo del alpinismo, el cerebro sigue siendo el ¨²nico m¨²sculo determinante.
Alex Txik¨®n: ¡°Los ochomiles est¨¢n sobrevalorados¡±
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