La inversi¨®n catar¨ª en Le¨®n sobrevive al tobog¨¢n del f¨²tbol
El rival del Atl¨¦tico ha vivido el ¨¦xito de un ascenso a Segunda A y un descenso desde que Aspire compr¨® el club en 2015
Estas noches coperas, de partido ¨²nico en el campo del equipo de menor categor¨ªa, rescatadas por la federaci¨®n, pueden ser tan emocionales como traicioneras. Noche de perros para los grandes, noche de fiesta para los modestos. Sin embargo, a este irregular Atl¨¦tico no le espera esta noche en el Reino de Le¨®n (21.00, Dazn y Cuatro) un estadio de vestuarios h¨²medos, con gradas supletorias para aumentar el aforo o un terreno de juego en mal estado. Los grandes obst¨¢culos que tendr¨¢ que enfrentar el equipo de Diego Pablo Simeone son la resistencia que pueda oponerle la hist¨®rica Cultural, un gallo del grupo II de la Segunda Divisi¨®n B administrado por el capital catar¨ª de la academia Aspire desde 2015, el entusiasmo y el empuje de las 13.000 gargantas que llenar¨¢n el Reino de Le¨®n y el fr¨ªo, que no es poco.
Cuatro a?os despu¨¦s de su llegada, los millonarios inversores, con sede en Doha, han vivido ya el tobog¨¢n que supone pasar a gestionar un club de f¨²tbol. En los inicios conocieron las reticencias y el recelo que suscita en Europa Occidental el dinero proveniente de los pa¨ªses del Este, de Asia o de Oriente Pr¨®ximo. El temor de las hinchadas, basado en ejemplos reales, a una estafa a costa del patrimonio hist¨®rico y econ¨®mico de los clubes. Como a¨²n mandan el bal¨®n y los resultados, el ascenso a Segunda Divisi¨®n en la temporada 16-17, solo dos a?os despu¨¦s de aterrizar Aspire, disip¨® en gran medida las dudas en las tertulias de bar y en las calles, que tambi¨¦n conservan su potente cuota de influencia en el f¨²tbol desde los sentimientos.
¡°La adaptaci¨®n fue relativamente f¨¢cil. La gente de f¨²tbol que trajo Aspire fue inteligente, no destruyeron todo, conservaron lo que creyeron que era v¨¢lido. No entraron como un elefante en una cacharrer¨ªa¡±, recuerda el excolegiado de la ACB Felipe Llamazares, ahora director general del club. Aspire se implant¨® como parte de un proyecto de las autoridades catar¨ªes con vistas al Mundial que organizar¨¢n en 2022.
Incremento de socios
El a?o en Segunda A fue significativo en cuanto al modus operandi de Aspire. Rub¨¦n de la Barrera, el entrenador que logr¨® el ascenso, fue mantenido hasta el final. ¡°Los inversores no hicieron un proyecto a corto plazo que dependiera de los resultados¡±, apuntilla Llamazares. Sin embargo, V¨ªctor Cea, reclutado por su f¨²tbol vistoso y su ¨¦xito con el Uni¨®n Adarve, s¨ª fue reemplazado a mitad de la temporada pasada por Jos¨¦ Manuel Aira, que no logr¨® meter al equipo en el play-off de ascenso. Aira fue despedido, para luego ser contratado de nuevo antes del inicio de esta.
El ef¨ªmero paso por la categor¨ªa de plata, el regreso a Segunda B, y el fallido intento de ascender la camapa?a pasada, hicieron renacer ciertas dudas y los rumores de abandono tras la marcha al Alcorc¨®n de Iv¨¢n Bravo, uno de los hombres fuertes de Aspire en Espa?a. El proyecto sigue en marcha, aunque el presupuesto ha pasado de los cuatro millones de euros del curso pasado a los dos del presente, a¨²n as¨ª cifra respetable para un equipo de Segunda B. ¡°Cuando descendimos se hizo un proyecto potente favorecido por el canon de la ayuda al descenso. Este a?o se ha ajustado la inversi¨®n y es normal¡±, prosigue Llamazares. Las dudas est¨¢n en si una vez que pase el Mundial de Qatar, Aspire se marchar¨¢. ¡°No hay que pensar en el futuro, sino en el presente¡±, dice Llamazares.
Desde la llegada de Aspire, la masa social se increment¨® de 1.800 a 6.800 socios. El equipo marcha segundo en la tabla, a tres puntos del Logro?¨¦s, y no conoce la derrota en casa desde hace a?o y medio. Fue el Barcelona, en su visita copera en la campa?a 17-18, el ¨²ltimo equipo que sali¨® ganador del Reino de Le¨®n. Antes, hab¨ªa pasado el Real Madrid un a?o antes (1-7) en la misma competici¨®n. ¡°Las visitas del Madrid y el Bar?a y esta ahora le dan visibilidad a Le¨®n, al proyecto y, sobre todo, generan ilusi¨®n en los ni?os¡±, concluye Llamazares.
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