Mozart se agarra a una p¨¦rtiga
Duplantis tiene la misteriosa condici¨®n de los genios: tocan mejor y con m¨¢s encanto las mismas teclas que los dem¨¢s
Se hace llamar Mondo, es hijo de padre estadounidense y madre sueca, de uno recibi¨® un apellido de origen franc¨¦s, algo frecuente en el estado de Luisiana, y de ella la nacionalidad que le permite representar al pa¨ªs escandinavo, elecci¨®n sobre la que no tuvo demasiadas dudas. A los nueve a?os, Armand Duplantis decidi¨® que competir¨ªa bajo bandera sueca. A esa edad, con una p¨¦rtiga en las manos, comenz¨® a batir todos los r¨¦cords infantiles de Estados Unidos y, desde entonces, no ha parado. El s¨¢bado bati¨® el r¨¦cord mundial de salto con p¨¦rtiga (6,17 metros), marca que ha desbordado las fronteras que en los ¨²ltimos a?os encogen al atletismo.
Se fue Usain Bolt, el ¨²ltimo atleta de dimensi¨®n popular planetaria, y su vac¨ªo no lo han llenado sus sucesores. No faltan campeones extraordinarios, tan competentes como los mejores de cualquier otra ¨¦poca, pero el atletismo ha perdido notoriedad, desdibujado por el dopaje, la esclerosis y corrupci¨®n en su gobierno (World Athletics, nueva denominaci¨®n de la IAAF), la crecida de otros deportes y una dif¨ªcil adecuaci¨®n a las exigencias televisivas, determinadas por la audiencia, la acci¨®n constante y el tir¨®n de las estrellas. Demasiados imponderables para un deporte que ha encontrado m¨¢s reclamo fuera de los estadios que en las pistas.
Las calles se llenan de gente que corre y las marcas de ropa deportiva concentran sus objetivos en los maratonianos, sometidos a pol¨¦micas que incrementan su notoriedad, como ha ocurrido con el keniano Elyud Kipchoge, primer hombre que ha bajado de las dos horas en la marat¨®n, favorecido por las zapatillas Vaporfly de Nike, dise?adas para mejorar apreciablemente el rendimiento de los atletas. Lo importante para el negocio es que se hable de ello, aunque sea mal.
Mondo Duplantis ha logrado un r¨¦cord fabuloso, pero puede que su mayor ¨¦xito resida en la influencia para devolver el inter¨¦s al interior de los estadios, a la capacidad para reubicar el atletismo en el pelda?o que deber¨ªa corresponderle por historia y prestigio. Probablemente se tratar¨¢ de una tarea imposible, pero hac¨ªa mucho tiempo que un atleta no convocaba la atenci¨®n mundial, para consumo de todos los p¨²blicos. Que su r¨¦cord se haya producido a siete meses del comienzo de los Juegos de Tokio, ayudar¨¢, sin duda, a levantar el inter¨¦s y las expectativas de la competici¨®n ol¨ªmpica.
Tambi¨¦n se beneficiar¨¢ de otros factores. Duplantis se ha erigido en el Mozart de la p¨¦rtiga. Es prodigioso y precoz. Con cinco a?os saltaba en el callej¨®n que su padre, un excelente pertiguista, le construy¨® en el jard¨ªn de su casa. Dicen que la obsesi¨®n de Mondo por su especialidad no ha cesado desde la ni?ez. Tampoco se han detenido los innumerables r¨¦cords que ha conseguido. Con 10 a?os merec¨ªa reportajes en revistas especializadas. Con 15 a?os salt¨® 5,30. Con 18, se elev¨® hasta 6,05 metros. S¨®lo disput¨® una temporada con los colores de la Universidad de Louisiana State. El atletismo profesional, y las marcas patrocinadoras se mor¨ªan por el fen¨®meno. La semana pasada compiti¨® en Dusseldorf con el logo de Red Bull en la bandana. Se le viene encima una monta?a de dinero.
Como es habitual en las grandes figuras del deporte, se multiplican los an¨¢lisis que intentan explicar la excepcionalidad de su talento, el de un chico de 20 a?os que no impresiona por su f¨ªsico (1,81 metros) pero que aprovecha su extraordinaria rapidez para convertirla en una fuente casi perfecta de energ¨ªa cuando clava la p¨¦rtiga y sale despedido verticalmente como una flecha. Del resto se encarga su audacia ¡ªnunca parece intimidado¡ª y la misteriosa condici¨®n de los genios: tocan mejor y con m¨¢s encanto las mismas teclas que los dem¨¢s.
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