Laureano, el no-tel¨¦pata del Madrid y el Celta
Agente de comercio, se cans¨® y trat¨® de entrar como funcionario en el Estado sin pasar oposici¨®n. Tras leer El poder de la mente se cre¨ªa en condiciones de condicionar a distancia las mentes de los jugadores
He aqu¨ª un personaje curioso donde los haya habido: Laureano el Tel¨¦pata. Laureano ?lvarez en el carnet de identidad. Trat¨® de sacarle dinero a Bernab¨¦u a cambio de hacer con ¨¦l una alianza imbatible. Despu¨¦s de fracasar, acudi¨® al Celta, pretendiendo garantizarle un ascenso.
El suyo fue un caso curioso. Agente de comercio, se cans¨® de ese trabajo y trat¨® de entrar como funcionario en el Estado sin pasar oposici¨®n. Era gallego y madridista. Todas estas cosas las contaba ¨¦l en la prensa. Est¨¢bamos a finales de los cincuenta. Escribi¨® a Bernab¨¦u para ofrecerle sus servicios a cambio de una gratificaci¨®n: ¡°No quiero ser rico, s¨®lo sacar para vivir dignamente¡±. Hab¨ªa le¨ªdo El poder de la mente, del ocultista hipnotizador franc¨¦s Paul-Cl¨¦ment Yagot, y se cre¨ªa capaz de condicionar a distancia las mentes de los jugadores para que jugaran mejor o peor, habilidad que pondr¨ªa al servicio del Madrid si Bernab¨¦u le contrataba.
Pero Bernab¨¦u encadenaba por entonces Copas de Europa y confiaba lo bastante en Kopa, Rial, Di St¨¦fano, Puskas, Gento y dem¨¢s para seguir haci¨¦ndolo y no le hizo el menor caso. Laureano acudi¨® a los medios. Recuerdo haber le¨ªdo cuando era ni?o entrevistas suyas en ABC y Blanco y Negro, y haberle escuchado alguna tarde en alguna radio. Aseguraba haber influido en las m¨¢s notables victorias del Madrid, y que sus escasas derrotas se hab¨ªan producido cuando no estuvo atento a ayudarle. No le tomaban muy en serio, se notaba. Harto del desd¨¦n del patriarca blanco, pas¨® del ruego a la extorsi¨®n.
Anunci¨® que, como demostraci¨®n y s¨®lo una vez, iba a ¡®jugar contra el Madrid¡¯. El 4 de enero de 1959, acudir¨ªa al Madrid-Las Palmas para bloquear a Di St¨¦fano y a Puskas. Y en un doble salto mortal, pensaba bloquear tambi¨¦n a distancia al central del Oviedo, Alarc¨®n. El Atl¨¦tico visitaba al equipo asturiano ese mismo d¨ªa. Siendo como era el eterno rival del Madrid, as¨ª atacar¨ªa a Bernab¨¦u por dos flancos, a fin de convencerle. Todo entre protestas de madridismo. Si le iba a perjudicar ser¨ªa por una sola vez y para convencer a Bernab¨¦u de que juntos ser¨ªan invencibles para siempre.
Lleg¨® el domingo y ocurri¨® que el Madrid gan¨® 10-1, con tres goles de Di St¨¦fano y tres de Puskas, a los que hab¨ªa divertido el reto. En cuanto a Oviedo, el Atl¨¦tico perdi¨® 2-1 y el segundo gol local lo marc¨® Alarc¨®n. Fue uno de los dos ¨²nicos goles de su carrera. Tras eso, Laureano hizo un discreto mutis por el foro. La verdad es que hab¨ªa arriesgado demasiado.
Reapareci¨® en diciembre de 1960, en Vigo, con cartas al director del Faro de Vigo. El Celta hab¨ªa bajado el verano anterior a Segunda tras catorce temporadas en Primera y ansiaba subir. ?l se ofrec¨ªa para facilitar el retorno a Primera. Explicaba sus habilidades, ped¨ªa s¨®lo la entrada al campo, los gastos de viaje si ten¨ªa que ir a partidos fuera, lo que consideraba muy conveniente, y la gratificaci¨®n que el club fijara. Se declaraba nacido en Arbo y afirmaba haber estudiado en los Jesuitas de Vigo. La peripecia de Madrid dos a?os antes apenas hab¨ªa tenido resonancia en Vigo, era otro tiempo, sin circulaci¨®n tan invasiva de las cosillas menores del f¨²tbol.
En la ciudad hubo un cierto debatillo, porque el Celta iba por la parte de arriba pero no mandaba en la tabla como se hubiera esperado. Ante la visita del Indauchu, una pe?a, entre guasa y veras, le invit¨® al partido, que el Celta gan¨® 4-2, lo que ¨¦l invoc¨® como prueba definitiva. Pero Celso V¨¢zquez, el presidente, le hizo el mismo caso que Bernab¨¦u. La pe?a le invit¨® a alg¨²n partido m¨¢s. El Celta fue segundo del Grupo Norte y alcanz¨® la promoci¨®n, en la que se enfrent¨® al Valladolid con empate (2-2) en Bala¨ªdos y derrota (5-0) en Zorrilla.
Laureano sigui¨® apareciendo de cuando en cuando. Hay constancia de ofrecimientos al Betis y al Espanyol, siempre para ganar al Madrid, al que culp¨® de su descr¨¦dito, que gan¨® en las dos ocasiones. Se le ofreci¨® a Porta para el Mundial de Espa?a, se adjudic¨® (a posteriori, antes no dijo nada) el 12-1 de Malta¡
En 1980 lleg¨® a presentarse en el Palacio de Exposiciones y Congresos y pidi¨® entrevistarse con Javier Rup¨¦rez para arreglar las discrepancias en la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa. Con s¨®lo diez minutos en el sal¨®n de sesiones era capaz, dec¨ªa, de cambiar el criterio del jefe de la delegaci¨®n sovi¨¦tica, Yuri Dubinin. Le devolvieron cort¨¦smente a la calle.
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