Carlsen quiebra a Ding sin despeinarse (2,5-0,5)
El noruego se enfrentar¨¢ desde el viernes en la final con el vencedor del desempate Niep¨®mniachi-Giri
El resurgimiento de Liren Ding resulta esperanzador, pero solo ha durado solo unos d¨ªas. El chino, 3? del mundo, aguant¨® la enorme presi¨®n del campe¨®n, Magnus Carlsen, en la 2? manga (0,5-2,5) mucho peor que el martes en la 1? (2,5-3,5). El noruego disputar¨¢ la final del torneo r¨¢pido Chessable Masters desde el viernes contra el vencedor del desempate del jueves entre el neerland¨¦s Anish Giri y el ruso Ian Niep¨®mniachi, quien tras perder la 1? manga por 1-3 gan¨® la 2? (2,5-1,5).
¡°No estar¨ªa mal jugar contra Ian, pero me hace mucha ilusi¨®n tener enfrente a Anish¡±, admiti¨® Carlsen durante su entrevista posterior al triunfo con Chess24.com, en referencia a la gran cantidad de tuits y declaraciones cruzadas, a veces muy subidas de tono pero sin llegar nunca al insulto, que se han cruzado los ¨²ltimos a?os. Si Giri llegase a la final y la jugase como hizo este martes podr¨ªa ser un duelo apasionante, porque el neerland¨¦s quiz¨¢ sea el m¨¢s dif¨ªcil de vencer de la ¨¦lite, y al mismo tiempo es capaz de tumbar a cualquiera que se exceda en la porf¨ªa en pos de la victoria. Niep¨®mniachi es mucho m¨¢s irregular, y por tanto impredecible en un combate frente al escandinavo.
La fuerza herc¨²lea que justifica a Carlsen como campe¨®n del mundo indiscutible se vio en el primer asalto contra Ding en esta segunda manga. El noruego plante¨® con las piezas negras la Defensa India de Rey, bastante arriesgada en general porque cede mucho espacio a las blancas. Y m¨¢s a¨²n contra el chino, porque suele ser un arma apropiada para quien se enfrenta a un rival claramente m¨¢s d¨¦bil o para una situaci¨®n donde ganar sea imprescindible. Pero no era el caso, y Ding es el 3? del mundo en partidas lentas y r¨¢pidas, especialmente peligroso cuando agarra una ventaja consistente.
La clave lleg¨® en la jugada 27, cuando Carlsen no dud¨® en sacrificar un pe¨®n a cambio de asegurarse una casilla de bloqueo para uno de sus caballos. Desde ah¨ª hasta la 65, el combate fue un juego de amagos y maniobras de los dos jugadores en ambos flancos, buscando alguna imprecisi¨®n del rival mientras el reloj era cada vez m¨¢s amenazante. Hasta que Ding cometi¨® un error mortal -lo que es muy raro en ¨¦l- en la 66 y se rindi¨® de inmediato.
?Lograr¨ªa el asi¨¢tico recuperarse de un golpe tan duro en el primer asalto? Por fortuna para ¨¦l, no sufri¨® con negras para igualar r¨¢pidamente en el segundo y forzar un empate tempranero por repetici¨®n de jugadas. Su gran oportunidad para doblegar al campe¨®n del mundo era el tercero, con blancas. Pero su intento fue un rotundo fracaso. Carlsen, quiz¨¢ porque ol¨ªa la sangre, fue a por ¨¦l con negras, y Ding no supo responder; daba la impresi¨®n de estar a¨²n noqueado por el golpe del primer asalto, y jug¨® esta partida claramente por debajo de su alt¨ªsimo nivel habitual. Tras solo 23 movimientos, la posici¨®n de Carlsen ya era t¨¦cnicamente ganadora, y Ding estaba tan desmotivado que se rindi¨® en el trig¨¦simo.
Todo parec¨ªa ir bien para Giri, claro y brillante vencedor el martes de la 1? manga. En la partida inicial de la segunda estuvo siempre muy c¨®modo, gan¨® un pe¨®n y dio unas cuantas vueltas a un final de torres favorable, hasta que Niep¨®mniachi arranc¨® el empate. Pero en la siguiente partida vimos de pronto a un Giri desconocido, adoptando riesgos innecesarios con las piezas negras. Ya fuera porque se vino demasiado arriba por lo bien que est¨¢ jugando estos d¨ªas o porque no conoc¨ªa bien ese tipo de posici¨®n, el neerland¨¦s dio dos oportunidades al ruso de lograr mucha ventaja en la apertura. Niep¨®mniachi no vio la primera, pero s¨ª la segunda, y gan¨® un pe¨®n limpio que luego convirti¨® sin problemas.
Y todo indica que ese golpe dej¨® a Giri tambaleante. Solo as¨ª puede explicarse que en la tercera partida volviera a plantear el mismo esquema de la primera -y de la segunda del martes, cuando produjo una peque?a joya en solo 27 movimientos-, pero sin aportar nada sustancial que pudiera cambiar el rumbo hacia el empate que se hab¨ªa seguido en el asalto inaugural de la jornada. La explicaci¨®n l¨®gica es que Giri hab¨ªa perdido confianza en s¨ª mismo tras la derrota, y no se atrev¨ªa a correr riesgo alguno.
Pero este es un torneo entre seres humanos, no entre computadoras. Y Niep¨®mniachi pec¨® tanto de exceso de confianza que lleg¨® a estar perdido, tras su jugada 48, pero el desorientado neerland¨¦s no vio el golpe ganador y tuvo que conformarse con el empate, que le obligaba a ganar la ¨²ltima con negras para forzar el desempate rel¨¢mpago.
Pero Giri no estaba para eso. De hecho, solo estaba para no jugar y descansar hasta ma?ana. Ello explicar¨ªa que, obligado a ganar, eligiera un esquema tan pasivo como absurdo: si abr¨ªa la posici¨®n, el poderoso alfil de casillas negras de Niep¨®mniachi le har¨ªa trizas; si la manten¨ªa cerrada, ser¨ªa imposible ganar. Intent¨® mantenerla cerrada, sin hacer nada sustancial, lo que provoc¨® una situaci¨®n absurda: Niep¨®mniachi no pod¨ªa ofrecer tablas hasta la jugada 40 seg¨²n el reglamento. De modo que fue mejorando su posici¨®n hasta que fue ganadora y, justo en la 40, ofreci¨® el empate.
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