Nakamura tumba otra vez a Carlsen tras una jornada con errores graves de ambos, por cansancio
El estadounidense aventaja al noruego por dos mangas a una en un duelo al mejor de siete
Quien todav¨ªa sostenga que el ajedrez no es un deporte cambiar¨ªa probablemente de opini¨®n si pudiera analizar ahora el desgaste f¨ªsico de Magnus Carlsen y Hikaru Nakamura. Su cansancio tras m¨¢s de cuatro meses de incesantes torneos r¨¢pidos por internet se ha traducido hoy en graves errores. El estadounidense lidera por dos mangas a una (2,5-0,5, 2,5-3,5 y 3,5-2,5) la gran final del circuito Magnus Carlsen. La 4? de las siete previstas se disputa este lunes en Chess24.
¡°Los dos hemos jugado much¨ªsimo en los ¨²ltimos meses, y se est¨¢ empezando a notar. En todo caso, todo el mundo me daba por perdedor y ahora voy ganando, as¨ª que estoy muy contento¡±, dijo Nakamura un par de minutos despu¨¦s de que Carlsen dejase su silla con un gesto de enorme irritaci¨®n tras hacer tablas una partida que tuvo ganada.
Hasta los m¨¢s aficionados m¨¢s fundamentalistas, cl¨¢sicos o conservadores deben reconocer que los mejores ajedrecistas inhumanos han aportado mucho en los ¨²ltimos a?os a una mejor comprensi¨®n del ajedrez. Por ejemplo, demostrando que, en condiciones normales de medio juego, los peones de torre valen menos que los centrales, y por tanto tiene sentido lanzarlos al ataque, incluso en plan kamikaze y, a veces, a costa de debilitar al propio rey.
Pero eso no es un axioma, y resulta esencial evaluar cada posici¨®n para ver si funciona antes de empujar el pe¨®n a lo loco. El autor de esta cr¨®nica nunca pens¨® que tuviera que escribir todo lo anterior para referirse nada menos que a Nakamura, uno de los dos mejores del mundo en las modalidades r¨¢pidas. Por muy bueno que sea, su und¨¦cima jugada, con blancas, del primer asalto de hoy es una barbaridad, que probablemente habr¨¢ hecho saltar de la silla a todos los entrenadores que segu¨ªan la partida, porque viola un principio estrat¨¦gico que ning¨²n inhumano ha refutado, y que tiene muy pocas excepciones: si ya ha desaparecido tu alfil de casillas blancas, nunca las debilites avanzando los peones del enroque.
Nakamura lo hizo, y Carlsen solo tuvo que dar una lecci¨®n sobre c¨®mo aprovechar el debilitamiento del complejo de casillas blancas para atacar al rey. Y as¨ª se puso por primera vez al mando del tim¨®n de este duelo apasionante, tras perder con claridad la primera manga y ganar con mucho sufrimiento la segunda en el desempate rel¨¢mpago. Esa absurda frivolidad puso al estadounidense ante la herc¨²lea tarea de remontar en las tres partidas siguientes, jugando dos de ellas con negras.
De esas dos, la primera fue una especie de parip¨¦ que ya se hab¨ªa producido, por dos veces, en la v¨ªspera: tablas tras solo 17 movimientos con otra Defensa Berlinesa, porque Nakamura necesitaba tiempo para recuperarse an¨ªmicamente y pensar en c¨®mo encauzar su pr¨®xima apertura con blancas, y porque Carlsen daba as¨ª un paso para que su ventaja pesara m¨¢s. El razonamiento del noruego, con blancas, es muy discutible desde el punto de vista psicol¨®gico: su rival estaba en un mal momento; ?por qu¨¦ no aprovech¨® para intentar darle la puntilla?
Nakamura repiti¨® en la tercera partida su apertura de la primera, y volvi¨® a jugar h4¡ pero esta vez sin enrocar previamente, lo que es mucho m¨¢s aceptable, aunque sospechoso en todo caso porque enrocarse por el otro lado tendr¨ªa el inconveniente de que Carlsen ya estaba atacando con sus peones por ese flanco.
El noruego pens¨® much¨ªsimo su decimotercer lance (se qued¨® con solo cinco minutos y medio, por trece del estadounidense) para tomar una decisi¨®n que probablemente no estaba entre las m¨¢s l¨®gicas, y quiz¨¢ tampoco entre las mejores. Pero lo peor vino poco despu¨¦s: en una posici¨®n correcta para ¨¦l, donde dispon¨ªa de movimientos sencillos que le daban buen juego, el campe¨®n del mundo cometi¨® tres errores en muy poco tiempo: 1) Cay¨® en una sibilina trampa de su rival, quien le regal¨® un pe¨®n a cambio de mucha iniciativa; 2) No utiliz¨® los recursos que brindaba la posici¨®n para que el da?o fuera menor; y 3) Entr¨® de cabeza en un final de alfiles de distinto color completamente perdido. El americano aprovech¨®, por supuesto, ese regalo para igualar el marcador tras una asombrosa cadena de errores de uno de los mejores ajedrecistas de la historia.
?Qu¨¦ pasar¨ªa a continuaci¨®n en el cuarto asalto? ?Repetir¨ªa Nakamura la rocosa Defensa Berlinesa, con la que Kr¨¢mnik destron¨® a Kasp¨¢rov en el Mundial de Londres 2000? No, porque Carlsen modific¨® su movimiento de salida, opt¨® por 1 d4 y plante¨® el s¨®lido sistema Londres. En otras palabras, el escandinavo optaba por su estilo de hace tres a?os, buscando una posici¨®n estable y una larga lucha de maniobras.
Sin embargo, ese momento sirvi¨® para comprobar el sustancial y excelente trabajo de preparaci¨®n que Nakamura ha realizado durante la pandemia. El americano hizo al toque una serie de jugadas que le dieron una posici¨®n mucho m¨¢s que aceptable. Tanto, que Carlsen tuvo que adoptar una estrategia de mucha precauci¨®n para alcanzar el empate que dio paso a las dos partidas rel¨¢mpago (cinco minutos m¨¢s tres segundos por movimiento), tras una lucha (esta ¨²ltima) de muy alta calidad t¨¦cnica. ¡°Estoy orgulloso de esta partida¡±, subray¨® despu¨¦s Nakamura.
A pesar de su incre¨ªble chirrido inicial, Nakamura estaba vivo y coleando en la modalidad donde es el n¨²mero uno del mundo, pero con el recuerdo muy fresco del grave error t¨¢ctico que cometi¨® 24 horas antes precisamente en la segunda partida rel¨¢mpago, que le cost¨® la 2? manga. Carlsen fue fiel a la Defensa Berlinesa, y Nakamura volvi¨® a lanzar el pe¨®n de h4 sin enrocar. Todo apuntaba hacia un largo combate posicional.
Pero Carlsen cay¨® de inmediato en una celada bastante sutil, que bien se le puede escapar incluso al campe¨®n del mundo, sobre todo en partidas r¨¢pidas. Pero con un matiz importante: esa trampa es conocida, ya se hab¨ªa jugado en la partida por correo electr¨®nico Binas-Brodt, torneo de la ICCF 2018. Como resultado, el campe¨®n del mundo qued¨® con un pe¨®n de menos sin compensaci¨®n alguna y fue destrozado en solo 22 movimientos.
Ahora estaba obligado a ganar para forzar la muerte s¨²bita. Con ese fin emple¨® la misma apertura de la ¨²ltima partida de la v¨ªspera (tambi¨¦n la 2? rel¨¢mpago), que Nakamura perdi¨® por un grave error t¨¢ctico. El noruego logr¨® ventaja sin que hubiera ning¨²n fallo grosero de su rival, lo que incita a pensar que esa variante es mala para las negras. Sin embargo, una cosa es que la posici¨®n est¨¦ cient¨ªficamente ganada (con juego perfecto de ambos bandos) y otra convertir esa ventaja a toda velocidad, con menos de medio minuto en el reloj. Nakamura exhibi¨® ah¨ª su asombrosa rapidez de reflejos, evit¨® la derrota y gan¨® la tercera manga, poniendo esta superfinal en un alt¨ªsimo grado de emoci¨®n, trufada por un factor nuevo: los dos parecen muy cansados.
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