Nakamura tumba al campe¨®n en la arena
El estadounidense, a una victoria del triunfo, domina (3-2) a Carlsen tras remontar una pelea colosal
¡°?Os hab¨¦is divertido?¡±, grita Russell Crowe en El Gladiador tras sembrar la arena de cad¨¢veres descuartizados. Y el p¨²blico estalla en aplausos, como probablemente har¨¢n este mi¨¦rcoles o jueves los espectadores por internet de la gran final del circuito r¨¢pido Magnus Carlsen (Chess24). El campe¨®n del mundo est¨¢ obligado a ganar las dos ¨²ltimas mangas de la serie de torneos que lleva su nombre porque el estadounidense Hikaru Nakamura domina por tres mangas a dos (2,5-1,5; 2,5-3,5; 3,5-2,5; 1,5-2,5 y 4-3) tras ganar hoy una lucha ¨¦pica en la muerte s¨²bita.
¡°Magnus se equivoc¨® a lanzarse a ganar la segunda partida rel¨¢mpago cuando le bastaba con hacer tablas, en lugar de presionar sin riesgo. Ah¨ª me dio la gran oportunidad. Despu¨¦s, en la partida decisiva, pod¨ªa pasar de todo, y logr¨¦ ganar¡±. Ese resumen de Nakamura es correcto, pero no expresa la tremenda emoci¨®n que los espectadores pudieron disfrutar o sufrir durante m¨¢s de cuatro horas en un combate de epopeya.
Ojal¨¢ Nakamura explique cuando termine la final por qu¨¦ se empe?a en e4 como primera jugada con blancas, a pesar de que la Defensa Berlinesa se ha mostrado tan eficaz en manos de Carlsen como lo ha sido en muchas otras desde que Vlad¨ªmir Kr¨¢mnik destron¨® con ella a Gari Kasp¨¢rov en el Mundial de Londres 2000. Y cuando muchos grandes maestros coinciden en recomendar cualquier otra jugada inicial razonable si uno juega a ganar.
El caso es que el estadounidense insisti¨® en ello en el asalto inicial de hoy, con un resultado nada estimulante para ¨¦l: Carlsen liquid¨® h¨¢bilmente las cuatro torres y las cuatro piezas menores para llegar a un final de damas con m¨ªnima ventaja, donde dio una clase magistral sobre c¨®mo aprovecharla, excepto en un momento donde omiti¨® una continuaci¨®n que probablemente le hubiera dado la victoria. Pero ser¨ªa injusto no recalcar que la virtuosa defensa de Nakamura en casi todo momento hasta arrancar el empate convierte esta partida en una lecci¨®n magistral de t¨¦cnica superior.
Dado que Carlsen tambi¨¦n opt¨® por e4 en el segundo asalto, y por repetir la Apertura Italiana, nacida en el siglo XVI, cabe deducir que ambos se tentaban la ropa antes de tirarse al agua, porque el vencedor de esta quinta manga estar¨ªa a una sola victoria de llevarse los 140.000 d¨®lares (117.331 euros) del primer premio; el 2? son 80.000 (67.046). La prudencia se impon¨ªa al riesgo. La partida fue impecable, muy buena, desde el punto de vista estrictamente t¨¦cnico, pero termin¨® en tablas sin mucha historia.
As¨ª se explica que Nakamura no cambiase en el tercer asalto y que Carlsen se atuviese a la seca y dura Berlinesa. El americano se sabe muy fuerte en los desempates rel¨¢mpago -es el n¨²mero uno del mundo en esa modalidad-, y el escandinavo no se siente inferior a ¨¦l, y acepta ese desenlace como mal menor si no puede provocar antes un error fatal de Nakamura. En consecuencia, el mismo relato de nuevo: t¨¦cnica excelente, y tablas.
?Arriesgar¨ªa, al menos un poco, el campe¨®n con blancas, en la cuarta pelea de la jornada? Lo hizo, probando el Sistema Londres, e introduciendo en su quinto lance una idea jam¨¢s utilizada en la pr¨¢ctica magistral, que regalaba un pe¨®n por la iniciativa. Sospechando quiz¨¢ que era una receta cuidadosamente preparada en el laboratorio noruego y conservada para una ocasi¨®n especial como esta, Nakamura se asust¨®, rechaz¨® el regalo, forz¨® el cambio de damas y qued¨® con m¨ªnima desventaja.
Carlsen adopt¨® entonces la versi¨®n m¨¢s antigua de s¨ª mismo: el virtuoso que exprime peque?os detalles con tal precisi¨®n que acaba forzando el error del adversario. Pero Nakamura ha mejorado mucho ¨²ltimamente: ya no es aquel jugador muy peligroso t¨¢cticamente pero vulnerable -al nivel de la ¨¦lite- en la estrategia. Ahora es tambi¨¦n muy fuerte en el juego posicional, y apenas sufri¨® para arrancar el cuarto empate del d¨ªa.
El p¨²blico, rebosante en el circo telem¨¢tico, esperaba que la arena se llenase de sangre en los combates rel¨¢mpago. Y as¨ª fue, a borbotones desde el primer minuto, cuando Carlsen sorprendi¨® con una defensa de alto riesgo, la Aliojin (campe¨®n del mundo en 1927 y 1937, cuyo apellido se transcribe casi siempre como Alekhine), que consiste en ceder por completo el centro a los peones blancos.
Pronto qued¨® claro que el estadounidense no la ten¨ªa prevista, porque sali¨® en clara desventaja de la apertura y qued¨® en posici¨®n perdedora poco despu¨¦s. Pero entonces sac¨® a relucir su mente de gladiador, embarr¨® la arena, cre¨® problemas y puso la pelea en un tris con menos de medio minuto para ambos. Carlsen ya no ten¨ªa tanta ventaja. Sin embargo, el primero en fallar fue el americano y, entonces s¨ª, el escandinavo fue despiadado en la ejecuci¨®n.
A Nakamura le quedaba le heroica de ganar con negras a uno de los mejores gladiadores de todos los tiempos para forzar la muerte s¨²bita. Y a fe que lo hizo, con la Defensa India de Rey, que Kasp¨¢rov inmortaliz¨® con numerosas obras maestras. A pesar de que Carlsen jug¨® a toda velocidad hasta la 18, como si lo hiciera de memoria, Nakamura mantuvo su espada firme, y logr¨® una posici¨®n donde todo pod¨ªa pasar con tan poco tiempo en el reloj, y el importante matiz de que ¨¦l ten¨ªa tres minutos, por uno del noruego.
Lo que sigui¨® fue una impresionante vor¨¢gine de intercambio de mandobles, ofensivos y defensivos, con errores de ambos. Pero Nakamura logr¨® ser quien cometiera el pen¨²ltimo, y el gran astro vikingo hinc¨® su rodilla en tierra en se?al de rendici¨®n.
El espect¨¢culo sigui¨® con la elecci¨®n de color por parte del campe¨®n para la muerte s¨²bita o Armaged¨®n (cinco minutos para las blancas, obligadas a ganar, y cuatro para las negras). Opt¨® por las blancas (casi todos prefieren jugar con negras), seguramente porque estaba sediento de sangre tras lo ocurrido minutos antes.
Carlsen se lanz¨® a deg¨¹ello con la variante Saemisch, una de las m¨¢s agudas contra la Defensa Nimzo-India, pero esta vez no sorprendi¨® a su rival, quien demostr¨® a todo tren que conoc¨ªa bien ese esquema. El resultado fue muy decepcionante para el sanguinario gladiador de las piezas blancas, quien muy pronto tuvo que tirar la casa por la ventana para mantener posibilidades de victoria. Pero, una vez m¨¢s, Nakamura mantuvo la sangre todo lo fr¨ªa que pudo y acab¨® imponi¨¦ndose a lo grande, con el campe¨®n de los gladiadores tumbado en la arena, a sus pies. Hubiera sido un buen momento para mirar a la c¨¢mara y gritar lo que escribi¨® hace unos d¨ªas en sus redes sociales: ¡°?Os hab¨¦is divertido?¡±.
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