El miedo sella las porter¨ªas en el Getafe - Alav¨¦s
Ni el conjunto madrile?o ni el vasco dieron un paso adelante para ganar un partido que acab¨® sin goles
Como los jardineros que trabajan en los clubes de LaLiga son gente experta, en un par de d¨ªas el medio campo del terreno de juego del Coliseo getafense volver¨¢ a estar impoluto, como si nunca se hubiera dirimido all¨ª la batalla entre el Getafe y el Alav¨¦s. Gracias a esa pericia, partidos as¨ª no dejan huella, salvo la de los obuses y la metralla como en los escenarios b¨¦licos de la I Guerra Mundial, en los que todav¨ªa se encuentra munici¨®n oxidada m¨¢s de un siglo despu¨¦s.
Ni Getafe ni Alav¨¦s salieron a hacer prisioneros en el c¨¦sped del Coliseo, donde el bal¨®n volaba m¨¢s que circulaba por el piso, con el agravante de un viento intenso que mov¨ªa caprichoso la pelota sin sentido.
Afortunadamente no hubo muertos en la batalla de Getafe, aunque lo pareciera, por los futbolistas que ca¨ªan desplomados como troncos, los gritos desgarradores que hac¨ªan temer lo peor. Y la sangre, que es lo que m¨¢s asusta en casos como ¨¦ste. Y la hubo, en un codazo de Timor a Manu Garc¨ªa, aunque esa sangre no llegara al r¨ªo.
Posiblemente, salvo los porteros, el resto de protagonistas termin¨® con dolores de cabeza por aquello de que emplearon m¨¢s la testa y el resto de las partes del cuerpo que permite el reglamento, que los pies, sin tener en cuenta los estudios cient¨ªficos que advierten de las consecuencias neurol¨®gicas futuras del golpeo reiterado del bal¨®n con parte tan sensible. Todo por la causa.
Fue una batalla lo del Colis¨¦um, pero ni el Alav¨¦s ni el Getafe comparecieron con ¨¢nimo levantisco ni mostraron aviesas intenciones hacia el rival. M¨¢s bien se inclinaron por una actitud pacata al estilo de virgencita que me quede como estoy, y sellaron sus respectivas puertas. Se contentaron con hacer faltas sin medida cuando no ten¨ªan la pelota, y a veces por fingirlas cuando no la ten¨ªan. Choques y m¨¢s choques en el c¨ªrculo central y en el medio campo, y por las bandas, siempre lejos de las ¨¢reas.
S¨®lo una vez en la primera mitad pudo marcar alguien. Un remate de Mata lo sac¨® Tachi debajo del larguero. No fue gol, pero tal vez mejor, porque el remate lleg¨® precedido de un codazo a Deyverson que lo hubiera revisado el VAR, con el consiguiente disgusto para tirios o para troyanos seg¨²n hubiera ido la pel¨ªcula.
En la continuaci¨®n fue el Alav¨¦s quien m¨ªnimamente inquiet¨® al Getafe, en una carrera de Luis Rioja, la ¨²nica, cuyo centro lo remat¨® Mart¨ªn, aunque Cucurella se interpuso. No se les exigi¨® ni una parada a Y¨¢?ez o a Pacheco, m¨¢s preocupados por el viento que por los disparos rivales.
Era tal el miedo de los dos equipos a perder, que los entrenadores prefirieron no modificar casi nada. Cinco cambios entre los dos equipos, uno de ellos en el descuento, para perder tiempo. Todos, salvo el de ?ngel, por el qu¨¦ dir¨¢n, para reforzar la contenci¨®n y poder seguir con la batalla, que no dej¨® de ser una guerra falsa, sin vencedores ni vencidos.
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