El Chelsea obliga a resignarse al Madrid
El conjunto de Tuchel, muy superior, elimina a los de Zidane y jugar¨¢ la final de la Champions el 29 de mayo en Estambul frente al Manchester City
En Londres no hubo discusi¨®n. La final de Estambul se la gan¨® el mejor: el Chelsea. Un equipo poco rotundo para el gol, pero con una mordida y unas piernas que hoy no tiene el Real Madrid. Si en el Di St¨¦fano logr¨® maquillar algo la superioridad inicial de los de Tuchel, en Stamford Bridge solo un Chelsea abrumador en el juego le dio algo de vidilla casi hasta el final. Los blue, m¨¢s que acribillar a Courtois, se pegaron un tiro en el pie ocasi¨®n tras ocasi¨®n tras ocasi¨®n. La brecha entre ambos fue clamorosa y al Real no le dio para el milagro. En Turqu¨ªa, el pr¨®ximo 29 de mayo, otra fiesta universal para la Premier: Manchester City-Chelsea. All¨ª estar¨¢ Pep Guardiola 10 a?os despu¨¦s. Y all¨ª estar¨¢ Tuchel, en su segunda final consecutiva tras la que se le fue hace un curso con el PSG.
Tuvo arrojo Zidane. Audaz para dar carrete a Sergio Ramos y Mendy, dos rescatados de la sala de espera de la enfermer¨ªa. Y a Hazard, a¨²n ambulante tras tanta desgracia f¨ªsica. Y, desde luego, al preparador franc¨¦s no le falt¨® valor para tantear a Vinicius como lateral de largo recorrido. Una apuesta de garraf¨®n. El brasile?o, en posici¨®n tan ortop¨¦dica como embarazosa, ni fue lateral ni tuvo recorrido. Al Madrid le faltaba tanta intrepidez como a su t¨¦cnico. Ocurre que el Chelsea es de esos equipos que penalizan cualquier birle, cualquier rev¨¦s.
Apocado, al Real le sobraba el trasteo de la pelota entre los centrales. Hab¨ªa m¨¢s focos sobre Milit?o y Nacho que sobre Modric y Kroos. Y alg¨²n disperso, como Mendy, aventurero como extremo, fuera de su entorno habitual. Malas se?ales.
El equipo espa?ol no daba con la forma de despejar la primera barricada de su oponente. Se perpetuaban las p¨¦rdidas, el chollo que buscan jugadores como Werner, Havertz, Mount... Este ¨²ltimo ya puso avizor a Courtois, que resolvi¨® con los pies. Y a Werner se le fue un gol por falta de aplicaci¨®n. El alem¨¢n, tan confuso como en la ida, se col¨® en fuera de juego con todo el observatorio a favor. Solo Benzema dio r¨¦plica, con disparo combado que desvi¨® de maravilla el Mendy local. Un espejismo. El partido lo ten¨ªa abrochado el Chelsea. Le faltaba el champ¨¢n. Le faltaba Kant¨¦.
El franc¨¦s, futbolista que lleva todo un campo en las botas, estaba extra?amente apagado. El jugador que est¨¢ en todos los lados no estaba en ninguno. Pero lleg¨® su momento. El peque?o Kant¨¦ entr¨® en combusti¨®n, sac¨® la cadena al mism¨ªsimo Casemiro y puso en ¨®rbita a Havertz. La picada del germano ante Courtois rebot¨® en el larguero y Werner, descolgado bajo el travesa?o, emboc¨® con el flequillo. El gol m¨¢s elemental de su carrera. De nuevo, por su cuenta, dio un aviso Benzema, magn¨ªfico cabeceador de un centro de Modric. No menos estupenda fue la parada de Mendy. Pese a los dos versos sueltos de Benzema, el Madrid daba m¨¢s la sensaci¨®n de esperar su momento que de buscarlo. Un riesgo ante un oponente que no se agrieta por atr¨¢s ni a tiros. M¨¢xime si no tiene amenazas. No las provocaba el aturdido Vinicius, forzado a batallas que le son antinaturales: el choque, los roces, las broncas... Ideal para el Chelsea y para Chilwell, su carcelero y el m¨¢s flojo de la zaga blue. Tampoco tuvo gracia el intrascendente Hazard.
No hab¨ªa quien enchufara al Real. Cualquiera activaba al Chelsea, pero no es conjunto que flirtee con el gol. Le resulta un viaje a Marte. Ni siquiera cuando desata ese f¨²tbol supers¨®nico. De vuelta del descanso, Havertz cabece¨® al larguero, a Mount se le fue un disparo claro al segundo anfiteatro y al propio Havertz se le hizo un mundo su duelo esgrimista con Courtois. No son pocas las cruciales intervenciones del belga con los pies, tan imponentes para los adversarios como sus interminables brazos. Lo mismo le pas¨® al impagable Kant¨¦, vencido por Valverde cuando encaraba a Courtois. No remataba el Chelsea, que en el per¨ªmetro de Courtois imaginaba cocodrilos. Su indefinici¨®n ante la meta visitante daba alivio al Real, m¨¢s sostenido por la flojera ofensiva rival que por su pujanza.
Nada alteraron los cambios de Zidane, con hilo para Asensio, Valverde y Rodrygo. El Madrid se mantuvo vivo hasta el final con tres andamios, el fogueo enemigo, el marcador y esa planetaria leyenda. No le alcanz¨®. Otro arrebato de Kant¨¦, el emperador de la eliminatoria, deriv¨® en el 2-0 de Mount. Europa le baj¨® la persiana al Madrid tras una eliminatoria en la que jam¨¢s fue superior al Chelsea. De los cuatro tiempos, en tres, salvo en el equilibrado segundo acto de Valdebebas, el cuadro londinense le tuvo contra las cuerdas. Adi¨®s a la Champions. No ser¨¢ la Superliga, pero bien har¨¢ el Real en focalizar lo que le queda de Liga. Que no es caza menor, digan lo que digan.
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