El viejo Phil Mickelson inspira al viejo Tiger Woods

Encerrado en su jaula de oro, como un viejo le¨®n herido, Tiger Woods necesitaba un mensaje contra la depresi¨®n de verse cojo, tras romperse una pierna en un accidente de coche, mientras los mejores golfistas del mundo corr¨ªan tras el Campeonato de la PGA. A los 45 a?os, el Tigre era de repente un simple espectador del deporte que domin¨® con mano de hierro. Hasta que algo, alguien, le hizo reaccionar. S¨ª, ¨¦l, su antiguo rival, su compa?ero de cicatrices, Phil Mickelson. Incre¨ªblemente, contra la l¨®gica que dice que en el golf, como en otros deportes, los j¨®venes jubilan a los viejos, el zurdo de San Diego hab¨ªa triunfado en Kiawah Island, Carolina del Sur, convirti¨¦ndose a los 50 a?os en el vencedor de m¨¢s edad en la historia de los grandes del golf (superando el registro de Julius Boros y sus 48 a?os en el PGA de 1968).

¡°Verdaderamente inspirador¡±, tuite¨® Tiger. Una muchedumbre enloquecida hab¨ªa envuelto a Mickelson en el hoyo 18, igual en los tiempos dorados de Woods. El Tigre se ve¨ªa rejuvenecer en uno de los jugadores con los que comparti¨® una ¨¦poca, y a los que priv¨® de tanta gloria como ¨¦l amas¨®.

Fue el sexto grande para Mickelson (despu¨¦s de tres Masters, otro PGA y un British), su 45? t¨ªtulo en el circuito americano, 30 a?os despu¨¦s del primero, una distancia jam¨¢s recorrida entre un triunfo y otro, cuatro d¨¦cadas levantando copas. El mundo del golf se pregunt¨® c¨®mo ha sido posible que un cincuent¨®n que juega el Champions Tour con los veteranos se haya impuesto a golfistas como Brooks Koepka, 20 o 30 a?os m¨¢s j¨®venes, m¨¢s fuertes, m¨¢s ¨¢giles... aunque no m¨¢s apasionados, m¨¢s hambrientos. ¡°S¨®lo hay una receta¡±, explic¨® el viejo Phil, ¡°trabajar m¨¢s duro. He hecho mucha preparaci¨®n f¨ªsica para entrenar m¨¢s fuerte y m¨¢s tiempo. Tengo el mismo deseo de siempre, me encanta competir, me encanta jugar al golf, mato por jugar contra los mejores en los grandes. Eso es lo que me motiva. No hay ninguna raz¨®n por la que no pueda tener ¨¦xito a cierta edad, pero hay que trabajar, esforzarse. A m¨ª me ha costado sacrificio, como por ejemplo con la comida. Estoy comiendo mucho menos y eso me ha costado una barbaridad, pero merece la pena, y no s¨®lo por ganar, sino porque me levanto cada d¨ªa mejor¡±.

¡°Es incre¨ªble, tiene la ilusi¨®n de un ni?o¡±, elogi¨® Jon Rahm al campe¨®n, precisamente su padrino, el maestro que le gui¨® cuando era un amateur universitario y ambos se jugaban unos cuantos d¨®lares en los entrenamientos. Superado no solo por Rahm, sino por todos esos pegadores que hoy parecen golfistas fotocopiados, Mickelson se arremang¨®. Perdi¨® siete kilos con una dieta basada en agua y una especie de caf¨¦ con prote¨ªnas, y modific¨® sus palos para usar una varilla m¨¢s larga y ganar distancia (en el hoyo 16 del PGA fue quien m¨¢s terreno recorri¨® con el golpe de salida, 366 yardas). El talento nunca se hab¨ªa evaporado en un golfista que es un espect¨¢culo por impredecible, capaz de golpes que ya no se ven, no siempre buenos, una delicia para el espectador, que adora su cercan¨ªa, su trato humano, y un gancho para las televisiones, hu¨¦rfanas de Tiger.

Del puesto 115 del mundo en el que estaba la semana pasada al 32 de ahora tras su victoria en el PGA, Mickelson ha dejado con la boca abierta al universo del golf. Si en 2009 Tom Watson se qued¨® a las puertas de un r¨¦cord de otro mundo, a cent¨ªmetros de conquistar el Open Brit¨¢nico con 59 a?os, la gesta del zurdo estadounidense quedar¨¢ grabada por mucho tiempo en la enciclopedia. No se adivina que su registro pueda ser batido con facilidad. Ninguno de sus compa?eros de generaci¨®n sigue en la ¨¦lite con esas hechuras de guerrero, y tampoco parece que los golfistas de hoy vayan a llegar al medio siglo de vida con tanta hambre y amor por el golf como el viejo Phil, el hombre capaz de inspirar a Tiger Woods.

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