Osaka comete un error de c¨¢lculo
Ning¨²n deportista de ¨¦lite deber¨ªa exigir un trato especial ni menospreciar el esfuerzo de todos los implicados en la organizaci¨®n de un torneo de este calibre
Naomi Osaka vuelve a ser noticia. Y esta vez ha sido para zanjar, con su renuncia en Roland Garros, los varios episodios ocurridos a lo largo de la semana. La japonesa alega problemas de depresi¨®n, de extrema timidez y de ansiedad a la hora de enfrentar las ruedas de prensa que, siguiendo la normativa de los torneos, tienen que atender los jugadores.
No ser¨¦ yo quien ponga en duda los sufrimientos de la actual n¨²mero dos de la WTA, ni mucho menos quien quite ni un ¨¢pice de importancia a cualquier problema de salud. Ojal¨¢ supere pronto sus inseguridades y pueda volver a competir y a deleitar a los seguidores que tanto deben lamentar su baja.
Sin embargo, me parece inaudito que, si estaba afectada por tales males, no lo comunicara a la organizaci¨®n del torneo nada m¨¢s firmar su llegada, mediante un parte m¨¦dico. Estoy seguro de que hubiera encontrado la comprensi¨®n necesaria y, probablemente tambi¨¦n, una soluci¨®n para aliviar de manera puntual su particular problema emocional.
Es cierto que los jugadores de alto nivel est¨¢n sometidos a una elevada presi¨®n y que, a veces, se les quiebra la mente. Recuerdo el angustioso estr¨¦s que afect¨® a Guillermo Coria quien, despu¨¦s de encadenar tres a?os seguidos dentro del top-10 y de ganarse el apodo de El Mago por su habilidad en la pista, dej¨® de encontrar la manera de meter el saque, llegando a cometer 35 dobles faltas en un mismo partido. El magn¨ªfico jugador entr¨® en un bucle de inconsistencia del que no logr¨® salir y que propici¨®, seguramente, su temprana retirada a los 27 a?os.
Evidentemente, no soy experto en psicolog¨ªa, pero mi experiencia despu¨¦s de tantos a?os como entrenador en el circuito profesional me lleva a comprender mejor la ansiedad del argentino que la de la japonesa. Es cuando menos sorprendente que la angustia le devenga ante los periodistas, en mayor medida que ante sus contrincantes.
No hay que olvidar, por otra parte, que el primer tuit de la jugadora, el que desat¨® la pol¨¦mica a principios de semana destilaba un tono m¨¢s quejumbroso e impaciente que nada. En ¨¦l acus¨® a los periodistas de falta de sensibilidad y los culp¨® del derrumbe emocional de algunas jugadoras despu¨¦s de haber perdido un partido. Reiter¨®, adem¨¢s, que no le importaba pagar las multas por eludir su obligaci¨®n contractual. Su postura daba una impresi¨®n ciertamente retadora para venir de una persona que est¨¢ sufriendo problemas emocionales tan perturbadores.
Pienso que son esas primeras manifestaciones las que confunden y siembran dudas sobre los motivos reales de su actuaci¨®n. Y las que, sin duda, llevan a los organizadores a intentar abortar su comportamiento poco considerado. Ning¨²n deportista de ¨¦lite deber¨ªa exigir un trato especial ni menospreciar el esfuerzo de todos los implicados en la organizaci¨®n de un torneo de este calibre. No entender que ellos se sustentan no solo por sus magistrales actuaciones, sino tambi¨¦n porque hay una gran industria promotora y una enorme labor de difusi¨®n por parte de los periodistas, es un error de c¨¢lculo.
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