Sergio Ramos: ?c¨®mo se despide a una leyenda?
O queda mal el club diciendo adi¨®s al jugador desde la frialdad de lo razonable, o queda mal el jugador march¨¢ndose tarde
As¨ª se hace. Ramos deja una trayectoria grandiosa y se?as impresionantes. De lo primero hablan las estad¨ªsticas; de lo segundo, el gol de Lisboa. El peso de su imperio en el vestuario y en el campo ha sido tan grande que costar¨¢ acostumbrarse al vac¨ªo que deja. Se va un tit¨¢n, pero el tema no es ese, sino la pregunta que deja su marcha: ?c¨®mo debe irse una leyenda? No hay una norma, como siempre que lo racional choca con lo emocional. O queda mal el club despidiendo al jugador desde la frialdad de lo razonable, o queda mal el jugador march¨¢ndose tarde, cuando se ha apagado el brillo de su esplendor. En el f¨²tbol, simulador de la vida, las cosas empiezan y terminan. Y el final duele. Dicen que en la despedida de Ramos hemos visto a dos grandes actores. Si eso es as¨ª, hay que decir que interpretaron la obra divinamente.
Dif¨ªcil y bueno. Nost¨¢lgicos del mundo, recon¨®zcanlo: cada vez se juega mejor. No digo m¨¢s lindo, digo mejor. La Eurocopa nos est¨¢ demostrando que los jugadores est¨¢n a la altura de las dificultades que plantea el nuevo f¨²tbol. F¨ªsicos imponentes que chocan como trenes, t¨¢cticas que cierran a los equipos como ostras en defensa y presionan como un ej¨¦rcito al poseedor y a los posibles receptores m¨¢s cercanos, partidos con pocos altibajos porque los cinco cambios renuevan la energ¨ªa¡ Pero al f¨²tbol se juega con bal¨®n y la ¨²nica manera de encontrar espacios es movi¨¦ndolo con velocidad y criterio. Es en este punto donde los jugadores han apretado el acelerador t¨¦cnico logrando una gran precisi¨®n a alt¨ªsima velocidad. Todo es m¨¢s intenso que divertido, porque nadie puede pensar con el bal¨®n en los pies, se amaga menos y pr¨¢cticamente no se regatea. Pero, ?desde cu¨¢ndo lo dif¨ªcil ha sido divertido?
Uno entre todos. En medio de ese f¨²tbol coral, planeado y atl¨¦tico, asoma un crack. Entre los j¨®venes, ninguno como el paciente y relampagueante Mbapp¨¦, al que le bastan cinco intervenciones para desatar su potencia, frenar en seco, amagar como un estafador y elegirle destino a la pelota. Frente a Alemania le anularon un gol de esos que te hacen odiar al VAR, porque pone en olvido una de esas obras de arte que autoriza hasta una injusticia. Mbapp¨¦ est¨¢ dentro del ¨¢rea escorado hacia la izquierda y rodeado por tres hombres. Amaga con la pelota pegada al pie, supuestamente para defenderse del acoso de los defensas, pero en realidad est¨¢ tomando medidas para algo impensado. Son tipos que tienen el don de mirar cerca y lejos al mismo tiempo, de modo que convierte el regate en un tiro que entra en el ¨²nico hueco, que solo ¨¦l vio, en el segundo palo. El VAR anul¨® el gol, pero lo que no puede es anular al crack.
A nosotros no nos entiende, pero a ellos¡ Messi lo sigue intentando con la selecci¨®n de Argentina. En esta ocasi¨®n es en la Copa Am¨¦rica donde busca, con emocionante lealtad, el t¨ªtulo que se le niega. Frente a Chile marc¨® un golazo de tiro libre y lo grit¨®, a modo de homenaje, como Maradona. De inmediato me vino a la memoria una hermosa historia que cuenta el gran Fernando Signorini y que une a los ¨²ltimos dos genios del f¨²tbol argentino. Leo estaba practicando tiros libres y Diego se le acerc¨® para regalarle un consejo maravilloso: ¡°Cuando le entr¨¢s a la pelota, no le saqu¨¦s el pie tan r¨¢pido porque si no ella no sabe lo que vos quer¨¦s¡±. Queda impl¨ªcito que Diego dotaba de entendimiento a la pelota, a la que le habl¨® al o¨ªdo toda la vida. Cuentan que cuando el tiro libre de Messi entr¨® por el ¨¢ngulo, se oy¨® a la pelota decir: ¡°?As¨ª lo quer¨¦s?¡±.
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