Italia, nueva bandera de Europa
La Nazionale conquista la Eurocopa con un juego alegre y ofensivo que confirma el gran estado de ¨¢nimo del pa¨ªs tras a?os de fracasos deportivos y turbulencias pol¨ªticas
Los ¨²ltimos a?os hab¨ªan sido muy extra?os. Italia no solo hab¨ªa quedado fuera de un Mundial (2018) por primera vez en seis d¨¦cadas, sino que el pa¨ªs se hab¨ªa convertido en un hervidero de pulsiones populistas y agresivamente antieuropeas. Gobiernos de ultraderecha, amenazas a Bruselas y un clima de desapego ins¨®lito que viajaba de los Alpes hasta Sicilia. Y de repente, Italia volvi¨® a ser la bandera de Europa. El mismo a?o que el pa¨ªs ha ganado Eurovisi¨®n, ha recibido la mayor cantidad de fondos de la Uni¨®n Europea tras la pandemia y ha nombrado presidente del Consejo de Ministros al hombre que salv¨® al euro, Mario Draghi, la Nazionale ha logrado ganar la Eurocopa, un t¨ªtulo que no alcanzaba desde 1968. Sucedi¨® en Londres, coraz¨®n de la ruptura sentimental en el viejo continente, en los penaltis contra Inglaterra y jugando mejor que nunca. Los ingleses, se congratulan ahora los italianos, fueron el catenaccio, el miedo y la racaner¨ªa de unos tiempos que han cambiado. ¡°Europa somos nosotros¡±, titulaba en portada el diario turin¨¦s La Stampa.
La noche comenz¨® mal en Wembley con el gol de Shaw en el minuto dos, pero termin¨® al alba y por todo lo alto en las calles de Italia. El presidente Sergio Mattarella, un hombre al que pr¨¢cticamente nadie hab¨ªa detectado emociones en p¨²blico en los siete a?os que lleva en el cargo, explot¨® en la tribuna del estadio ingl¨¦s con el gol de Bonucci que pon¨ªa el empate en el marcador. El hombre que contuvo a la ultraderecha en Italia en los ¨²ltimos a?os levant¨® los brazos y se liber¨® as¨ª de tanto agobio gritando, tal y como hizo Sandro Pertini [tambi¨¦n presidente de la Rep¨²blica] 39 a?os antes en la final del Mundial de 1982 en el Bernab¨¦u. Fue el aviso que desencaden¨® la fiesta en una naci¨®n joven y tradicionalmente desunida que sali¨® a la calle de norte a sur toda la noche para celebrar un t¨ªtulo que se resist¨ªa desde hac¨ªa m¨¢s de cinco d¨¦cadas. Fue complicado dormir por la emoci¨®n y la fiesta. Y, por si acaso, cada 10 minutos sonaban los interfonos de las casas del centro de Roma, como si fueran las fiestas de un peque?o pueblo. El tipo de lugar de donde proceden la mayor¨ªa de los jugadores de esta selecci¨®n.
La Nazionale, el a?o que murieron Raffaella Carr¨¤ y Franco Battiato, se ha liberado definitivamente del yugo del juego defensivo y avaro que tan buenos resultados le dio en el pasado (cuatro Mundiales y una Eurocopa hasta ahora). Roberto Mancini ha sido h¨¢bil transmitiendo su idea del juego y excavando pacientemente en una generaci¨®n de j¨®venes que ha sabido mezclar bien y organizarse a partir de Bonucci y Chiellini, dos viejos centrales (34 y 36 a?os) que juegan de memoria entre ellos. Ha sido m¨¦rito del entrenador, que entendi¨® que hoy la referencia en el juego de Italia se encontraba en equipos peque?os como el Sassuolo o el Atalanta. Pero tambi¨¦n de todo un equipo t¨¦cnico procedente en su mayor¨ªa de aquella estupenda Sampdoria que perdi¨® en Wembley la final de la vieja Copa de Europa contra el Bar?a de Cruyff en 1992 (Vialli, Lombardo, Evani o Battara). Todos ellos, empezando por Vialli, que ha pasado el peor a?o de su vida luchando contra un c¨¢ncer de p¨¢ncreas, se redimieron tambi¨¦n de aquella derrota 29 a?os despu¨¦s. ¡°Hoy se cierra un c¨ªrculo¡±, admiti¨® Mancini.
El camino ha sido largo y apuntala la leyenda una racha hist¨®rica (34 partidos sin perder). Sucede a solo 16 meses del Mundial de Qatar, donde la Azzurra saldr¨¢ como una de las favoritas si logra clasificarse, justo tres a?os despu¨¦s de que nadie creyese en Italia que se pod¨ªa construir un bloque campe¨®n tras ser apeada del Mundial de Rusia por Suecia. El ambiente no ayudaba. Tampoco una Serie A convertida en los ¨²ltimos a?os en cementerio de elefantes del f¨²tbol, a veces hasta por detr¨¢s de ligas como la estadounidense o la china (la ¨²ltima Champions que levant¨® un equipo italiano fue en 2010, el Inter). Pero esta Eurocopa, creen ahora todos, puede certificar que las tornas han cambiado. Aunque algunos de los protagonistas ya tengan un pie fuera de Italia.
Donnarumma, un impresionante portero de solo 22 a?os, fue el hombre de la noche. Napolitano, criado a los pechos del agente Mino Raiola y a un paso de fichar por el PSG, representa tambi¨¦n el mestizaje de sur y norte de esta Nazionale. Se ir¨¢ del Milan por dinero. Y sus dos paradas en la tanda de penaltis, cuentan los economistas, valen 12.000 millones de euros. La cifra que se a?adir¨¢ al PIB italiano, en pleno boom econ¨®mico gracias a los fondos de recuperaci¨®n europeos, por la conquista del t¨ªtulo. Italia ya vio c¨®mo su riqueza aumentaba un 2% en 2006, algo que se atribuye directamente a aquel Mundial de Alemania (el crecimiento medio de un estado el a?o que gana la Copa del Mundo es de 0,7%). Lo que se embolsar¨¢ Raiola con el chico de Castellammare di Stabia este verano ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil de calcular.
La ¨²ltima vez que la Nazionale levant¨® una Eurocopa fue en el verano de 1968, cuando en Par¨ªs volaban los adoquines y en Roma la polic¨ªa se part¨ªa la cara con los estudiantes pijos en Valle Giulia. Las revoluciones en tiempos de pandemia tienen hoy otro aspecto. En B¨¦rgamo, por ejemplo, la ciudad m¨¢s golpeada de Europa por la covid-19, el recuerdo de los camiones militares desfilando por la avenida del cementerio cargado de ata¨²des pudo borrarse anoche con la de la infinita romer¨ªa de coches, banderas y claxons. Solo por eso, ya habr¨ªa valido la pena.
Puedes seguir a EL PA?S DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.