Louison Bobet y su obsesi¨®n por el 41
El campe¨®n franc¨¦s, al que le importaban tanto las victorias como la est¨¦tica, reun¨ªa un gran n¨²mero de man¨ªas
Louison Bobet era un hombre de man¨ªas. Ten¨ªa muchas y muy variadas. El n¨²mero 41 era su obsesi¨®n principal. Seg¨²n contaba su hermano Jean, tambi¨¦n ciclista, nunca sal¨ªa en una carrera sin saber qui¨¦n portaba el dorsal 41. Gan¨® su primera prueba en 1941. Formando parte de la Resistencia, particip¨® en la liberaci¨®n de la bolsa de resistencia alemana de Lorient y se incorpor¨® despu¨¦s al 41? Regimiento de Infanter¨ªa. Viv¨ªa en Fontenay-sus-Bois en el n¨²mero 41 de la calle Roublot. Cada vez que cambiaba su n¨²mero de tel¨¦fono, porque su fama le obligaba a hacerlo para evitar el acoso de sus seguidores, ped¨ªa que en el nuevo figurara el 41.
A Bobet le importaban tanto las victorias como la est¨¦tica. Siempre estaba pendiente de su propia imagen y de la de su bicicleta, que limpiaba obsesivamente con un producto denominado Miror, que abrillantaba las partes cromadas de su m¨¢quina. Adem¨¢s, el corredor franc¨¦s se gastaba una fortuna en cinta blanca para su manillar, que quer¨ªa siempre inmaculado.
En sus tiempos, el reglamento exig¨ªa que los ciclistas llevaran dos neum¨¢ticos de repuesto con c¨¢mara de aire. Los pinchazos eran muy frecuentes. Uno deb¨ªa ir colocado debajo del sill¨ªn y el otro, entrelazado en los hombros. Para pedalear con m¨¢s comodidad, Bobet hac¨ªa trampa y el neum¨¢tico de los hombros no llevaba c¨¢mara, lo que le permit¨ªa moverse mejor.
Una carta inquietante
Cuando el Tour decidi¨® firmar un contrato con la marca Rhovil, surgi¨® el conflicto con el campe¨®n franc¨¦s, ya que desde ese momento, el l¨ªder deb¨ªa vestir un jersey de esa marca, pero Bobet no soportaba la fibra utilizada en aquellas prendas. Tuvo que mediar Jacques Goddet para recordarle al ciclista que vestir aquella marca era obligatorio. Cedi¨® Louison, pero s¨®lo en el Tour. En cualquier otra carrera, se negaba tajantemente a ponerse otro maillot que no fuera de los que ¨¦l encargaba directamente en Italia. Las organizaciones ced¨ªan, claro est¨¢.
Durante la decimoctava etapa del Tour de 1955, entre Saint Gaudens y Pau, un d¨ªa despu¨¦s de que se pusiera l¨ªder, las supersticiones de Bobet se activaron despu¨¦s de que su director, Marcel Bidot, le hablara de una carta que acababa de recibir. ¡°Hab¨ªamos decidido no decirte nada, porque recibimos muchas cartas an¨®nimas con amenazas. No les d¨¢bamos importancia, pero lo que dice la de hoy enviada por el corbeau te lo tenemos que confesar¡±. La carta amenazaba a los dos hermanos Bobet: ¡°Cambiar¨¢ el escenario para Louison y Jean correr¨¢ hacia la muerte¡±. Corbeau es cuervo en franc¨¦s, pero tambi¨¦n se refiere al autor de una amenaza an¨®nima.
En principio, Jean y Louison dijeron que no se lo cre¨ªan, pero el augurio era tan fuerte que la organizaci¨®n tambi¨¦n estaba preocupada por la carta. Aunque no lo expresasen, los ciclistas tambi¨¦n se lo tomaron en serio. En la ascensi¨®n al Aubisque, Jean no se encontraba bien, le perturbaba cualquier cosa. En la ¨²ltima curva, pinch¨®, derrap¨® y se fue al suelo. Se levant¨® sin da?os, pero con la sensaci¨®n de que los augurios eran ciertos. Delante de ¨¦l, Louison protagoniz¨® un descenso lamentable. Acostumbrado a ser uno de los mejores en esa especialidad, la bajada del Aubisque se le atragant¨®, frenaba por cualquier cosa. En la meta le dijo a su hermano: ¡°Ten¨ªa el cuervo subido al portaequipajes del coche del equipo¡±. Al final no pas¨® nada y salv¨® el d¨ªa. En Par¨ªs se visti¨® de amarillo.
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