El alivio de Messi y la rendici¨®n de Laporta
Arruinado, el Bar?a necesita ahora capitalizarse y prefiere el man¨¢ que vendr¨¢ de la Superliga al dinero contante y sonante de LaLiga
Messi ha pasado de llorar en Barcelona a re¨ªr en Par¨ªs, nada extra?o para cualquiera que haya jugado a f¨²tbol desde ni?o si se tiene en cuenta que en el Camp Nou no le tramitaron siquiera la ficha y en el PSG le han vestido de rey ante Neymar y Mbapp¨¦, dos futbolistas que de momento y por su cuenta no han sabido destronar al 10, hoy felizmente campe¨®n tambi¨¦n con Argentina. La presi¨®n empezar¨¢ cuando comience el partido y el rosarino constate que no se le contar¨¢n los t¨ªtulos ganados, sino que se le descontar¨¢n los no alcanzados, como corresponde a un club rico, extremo opuesto al que vivi¨® Maradona en el N¨¢poles. La competitividad de Messi es tan extrema que a sus 34 a?os prefiere asumir retos may¨²sculos a vivir de rentas en Miami.
La salida del argentino obliga en contrapartida al Bar?a a montar un equipo y a actualizar un club que en la victoria y en la derrota ¨²ltimamente se remit¨ªa siempre a Messi. El proceso tambi¨¦n es muy serio en el Camp Nou y el punto de partida es todav¨ªa mucho m¨¢s complejo porque de alguna manera se abri¨® una brecha entre Messi y Laporta. Hay personajes influyentes que han mediado antes, despu¨¦s y durante las negociaciones con el jugador y el presidente y ahora se sienten en fuera de juego, descolocados, incapaces de descifrar el laberinto en el que se ha metido Laporta. Tampoco saben qu¨¦ pas¨® a ¨²ltima hora, m¨¢s all¨¢ del conflicto de egos y de la dificultad del m¨¢ximo mandatario de responder a sus promesas euf¨®ricas y atender al 10.
La rendici¨®n moment¨¢nea de Laporta es una mala se?al para quienes le invistieron presidente despu¨¦s de exhibir la pancarta electoral en las cercan¨ªas del Bernab¨¦u, recordar el 2-6 y evocar la figura de Eto¡¯o. Nadie adivin¨® entonces que el presidente ten¨ªa ganas de volver a ver a Florentino en el Botafumeiro y no en Chamart¨ªn. Arruinado, el Bar?a necesita ahora capitalizarse y prefiere el man¨¢ que vendr¨¢ de la Superliga al dinero contante y sonante de LaLiga. Hoy ya no hay fichaje que valga como el de Ronaldinho; ni publicidad tan seductora como la de Unicef; tampoco se puede organizar un partido con gazpacho para desafiar a la administraci¨®n; y las noches de ocio en salas como Luz de Gas est¨¢n en cuarentena por la covid-19.
Ya se sabe que la frustraci¨®n es dif¨ªcil de gestionar cuando se gener¨® ilusi¨®n como ha pasado con Laporta. Adem¨¢s de audacia se necesitan recursos para dar con un buen modelo de club, se precisa de un plan de acci¨®n cohesionado, aplicado por profesionales y que trascienda al recorte de gastos, quebrado como est¨¢ el Bar?a por la junta de Bartomeu. A falta de la marca Messi, ya no valen cuotas de socios ni subvenciones desde que algunos avaladores act¨²an como accionistas en el consejo de Laporta. Alcanza con mirar a la plantilla, y a los refuerzos de Eric, Memphis y Emerson para advertir la mala pol¨ªtica deportiva: el equipo parecer haber sido dise?ado por Bartomeu para complacer a Koeman m¨¢s que por Laporta en su intento de convencer a Messi a pesar de Ag¨¹ero.
La elecci¨®n de los capitanes ha redundado en la sensaci¨®n de que el vestuario act¨²a tambi¨¦n como si nada hubiera pasado despu¨¦s del adi¨®s de Messi. Jordi Alba refuerza al grupo compuesto por Sergi Roberto, Piqu¨¦ y Busquets. Ahora mismo suena la canci¨®n de siempre en el vestuario del Camp Nou. No se cambian las din¨¢micas, no hay sitio para Ter Stegen o De Jong, y se vende la Masia como ¨²nico refugio espiritual y futbol¨ªstico. El riesgo que corren los jugadores es todav¨ªa mayor que el del presidente y el de Messi. La afici¨®n no tendr¨¢ piedad con los futbolistas que desde el ego¨ªsmo o la generosidad gestionan el cobro diferido de su ficha si antes no se han recortado su salario despu¨¦s de no poder dar de alta al 10 que sali¨® hacia Par¨ªs.
La deuda no se ha ido con el adi¨®s de Messi ni se fue con la dimisi¨®n de Bartomeu de la misma manera que tampoco han cicatrizado las grietas del Camp Nou ni Koeman se ha vuelto m¨¢s cruyffista que seguidor de Van Gaal. El relato que se ha construido desde el barcelonismo contaba que Neymar se ve¨ªa jugando en Bar?a de Messi y al final se ha visto que es Messi el que milita en el PSG de Neymar. Atrapado por la din¨¢mica de las malas noticias en Barcelona, no es extra?o que al rosarino le haya cambiado la cara nada m¨¢s llegar a Par¨ªs: su reto a d¨ªa de hoy parece mucho menos quim¨¦rico que el del Bar?a si no reacciona Laporta.
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