A?o I despu¨¦s de Messi
El argentino se fue a Par¨ªs y parece haberse llevado consigo al f¨²tbol mismo
El comercial y la leyenda. Messi llor¨® por su marcha, en lo que fue el mensaje m¨¢s concluyente y su mejor homenaje al Bar?a. Leo, tan expresivo en sus silencios como Maradona lo era hablando, no le tir¨® un solo hueso al presidente del Bar?a en su impecable discurso de despedida. Ni siquiera se dign¨® a mirarlo. Siempre tuve a Joan Laporta como un buen comercial, pero en esta ocasi¨®n no lo podemos considerar empleado del mes. Le vendi¨® al barcelonismo, y tambi¨¦n a Messi, una esperanza infundada. El resultado fue nefasto: en cuarenta y ocho horas, el mejor jugador del Siglo XXI se secaba las l¨¢grimas en la sede del PSG y cambiaba el eje del f¨²tbol que, desde ahora, tiene su epicentro en Par¨ªs. Hay decisiones que marcan una temporada y otras que marcan la historia de un club. Dejar tirada a una leyenda pertenece al segundo grupo.
Malcriados. La marcha de Messi deja un vac¨ªo futbol¨ªstico y otro existencial para las generaciones m¨¢s j¨®venes del Bar?a. Se va alguien que los acompa?¨® triunfalmente durante 17 a?os, que los hac¨ªa sentir poderosos en cada trofeo que levantaba, que los consolaba, solo por estar, en cada derrota. Acaban de saber, por esa repentina sensaci¨®n de vac¨ªo que sienten, por el colosal impacto en redes y por la convulsi¨®n que vive Par¨ªs, que Messi no solo era Messi por lo que produc¨ªa su talento futbol¨ªstico, sino por lo que significa para el mundo. No importa si est¨¢ bien o mal. Importa que es as¨ª. Ese ejemplar ¨²nico (irrepetible), anfibio (nacido en la calle y pulido en la academia) y de abusiva superioridad, les daba un poder aristocr¨¢tico a todos los barcelonistas por la calidad representativa del f¨²tbol. Con Messi parec¨ªa m¨¢s f¨¢cil incluso la independencia.
¡®Shock¡¯ postraum¨¢tico. No acaba ah¨ª el impacto. Por la fuerza de la percepci¨®n, ni la Eurocopa ni los Juegos, que pasaron con m¨¢s gloria que pena, han logrado competir con Messi, que se fue a Par¨ªs y parece haberse llevado consigo al f¨²tbol mismo. Nos dej¨® desamparados, sin artista al que admirar, sin enemigo al que temer, sin genio del que presumir. Es un golpe inesperado al cr¨¦dito de la Liga, que tendr¨¢ consecuencias econ¨®micas muy superiores al ahorro que llev¨® al Bar?a a esta dolorosa decisi¨®n. Ni siquiera el Madrid puede estar contento, porque la grandeza de un club tambi¨¦n se mide por el tama?o y el prestigio de sus rivales. Ganarle al mejor te hace sentir mejor. De modo que no solo el Barcelona y Catalu?a tienen que salir de este shock postraum¨¢tico, sino todo el f¨²tbol espa?ol, que deber¨¢ resetearse para evitar que su gran capital, que son los j¨®venes talentos, tambi¨¦n tome las de Villadiego para escapar de esta sensaci¨®n de decadencia.
La Liga. La estruendosa marcha de Messi no apag¨® el ruido de otros conflictos. Tebas y Rubiales siguen enfrentados como ni?os tercos. Los equipos grandes ven en un fondo de inversi¨®n que apuesta por el futuro de la Liga un problema, donde los equipos modestos ven una soluci¨®n. El mercado, en comparaci¨®n con los alardes de la Premier o del PSG, nos advierte de que somos pobres, al tiempo que comprobamos que el Fair Play Financiero es un cuento chino. Y bajo este id¨ªlico panorama, empieza la Liga. ?Qu¨¦ nos queda? T¨¦cnicamente, el mejor f¨²tbol del mundo, con algunos jugadores de gran clase y un nivel medio de alt¨ªsima calidad (?bravo Villarreal!). Messi ya no volver¨¢ ni tampoco, de momento, los tiempos en que la Liga deslumbraba al mundo. En compensaci¨®n, poco a poco regresar¨¢ la gente a los estadios y, con ella, la renovaci¨®n de una ilusi¨®n que nunca muere y se llama f¨²tbol.
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