M¨¢s que un club, pero menos que Piqu¨¦
La marcha de Messi dej¨® una atm¨®sfera viciada, pero Piqu¨¦ se puso al volante y en veinticuatro horas enderez¨® todo lo que ven¨ªa torcido
Como invertir baj¨¢ndose el sueldo. En la primera jornada, la Liga estaba bajo observaci¨®n y el Bar?a sal¨ªa de cuidados intensivos. La marcha de Messi dej¨® una atm¨®sfera viciada, inc¨®moda para jugar al f¨²tbol. Pero Piqu¨¦, que tiene la habilidad de los gatos para caer siempre de pie, mostr¨® su inteligencia, compromiso y poder institucional. Se puso al volante y en veinticuatro horas, primero con un gesto, despu¨¦s con un gol y finalmente con un micr¨®fono, enderez¨® todo lo que ven¨ªa torcido. El gesto fue econ¨®mico y sirvi¨® para inscribir a jugadores que estaban en el limbo, lo que permiti¨® al Bar?a un primario principio de dignidad: no hacer el rid¨ªculo. El gol fue liberador, como si su efecto terminara con el duelo que incomodaba a jugadores y p¨²blico. Y ante el micr¨®fono puso en valor a la plantilla y le record¨® a la afici¨®n que tambi¨¦n ellos son parte del equipo. Al final del d¨ªa, hab¨ªa Bar?a.
F¨²tbol democr¨¢tico. El agujero que deja Messi es como el del meteorito que termin¨® con los dinosaurios. Dentro del campo y tambi¨¦n en el teatro diario en que se ha convertido el f¨²tbol. Koeman entendi¨® que, ante la marcha de un jugador extraordinario, solo queda exaltar lo ordinario. Y a eso se puso el Bar?a desde el primer minuto. Para no pensar, nada mejor que la acci¨®n, as¨ª que todos a correr como principiantes. Hubo otro efecto estrictamente futbol¨ªstico. Messi, como todo genio, era un embudo. Resultaba obligatorio en el juego de ataque. Si hab¨ªa que retorcer la jugada para que interviniera, se retorc¨ªa, pero Leo no pod¨ªa quedar al margen. Sin su devastadora influencia el juego del Bar?a se desparram¨®, como si ya no tuviera que pasar por ninguna aduana. El resultado fue un gran partido en el que result¨® dif¨ªcil encontrar una figura. Todos sacrificados, todos participativos, todos notables.
Versi¨®n original. El Bar?a abri¨® sus puertas para que se fuera Messi y el Madrid las mantiene abiertas para que entre Mbapp¨¦. En la espera, por ah¨ª regres¨® Bale, que no es lo mismo, pero hubo un tiempo que estuvo cerca de serlo. Bale nunca llen¨® cien millones de expectativas, pero se trata, como Hazard, de un jugador de categor¨ªa superior. Si imaginamos la mejor versi¨®n de la delantera con la que debut¨® el Madrid (Bale, Benzema, Hazard), estar¨ªamos hablando de la ¨²nica que podr¨ªa competir con la del PSG. El problema es ¡°la mejor versi¨®n¡±. Con Benzema fuera de toda sospecha porque se instal¨® en la excelencia, les corresponde a Bale y Hazard alargar el paso para alcanzarlo. Ancelotti tiene la experiencia y la paciencia para ayudarlos, pero la parte m¨¢s importante no la pone el consejero, sino el aconsejado. En ese punto, el Madrid se juega la temporada.
Marat¨®n al sprint. En el comienzo de la temporada, la paradoja es que el campe¨®n va de tapadillo. ?El campe¨®n! Esto se debe a los medios de comunicaci¨®n, pero tambi¨¦n a la habilidad de Simeone para desactivar expectativas y al juego del Atl¨¦tico: equipo que corre mucho, se equivoca poco y cuya obsesi¨®n pragm¨¢tica reduce su sentido del espect¨¢culo a ganar sin marear la perdiz. Como es el ¨²ltimo campe¨®n, dejar¨¦ los matices para otra ocasi¨®n. Adem¨¢s, de los tres candidatos al t¨ªtulo, el Atl¨¦tico es el m¨¢s maduro, convencido y enfocado. Entr¨® al campeonato pisando fuerte porque Simeone cree tanto en el ¡°partido a partido¡±, que en el primero pisa el acelerador tanto como en el ¨²ltimo. Por la raz¨®n que sea, los tres grandes salieron esprintando, pero la Liga es un marat¨®n que ganar¨¢ el m¨¢s fuerte, el m¨¢s inteligente, el m¨¢s ambicioso. Espero que valoren que no diga, a¨²n, el m¨¢s rico.
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