Alcaraz es un espect¨¢culo
Tiene todo lo necesario para aspirar r¨¢pidamente a las m¨¢ximas gestas deportivas. Su juego pr¨¢cticamente no tiene fisuras y demuestra una madurez impropia de su edad
Carlos Alcaraz ha dejado de ser, en muy poco tiempo, la joven promesa del tenis espa?ol y el chico del que habla la prensa deportiva nacional para convertirse en un gran tenista que se codea con los mejores, y que est¨¢ acaparando la prensa deportiva internacional. El viernes derrot¨® al actual n¨²mero tres del mundo, Stefanos Tsitsipas, en el Grand Slam estadounidense, en la pista Arthur Ashe, el escenario de dimensiones m¨¢s impresionantes del circuito y en un vibrante partido del m¨¢s alto nivel. La incertidumbre en el marcador no se resolvi¨® hasta el ajustado break del quinto set, como ocurre casi siempre en los encuentros ¨¦picos.
El jugador de Murcia tiene todo lo necesario para aspirar r¨¢pidamente a las m¨¢ximas gestas deportivas. Su juego pr¨¢cticamente no tiene fisuras. Es un tenista muy completo, con una t¨¦cnica limpia y f¨¢cil que le permite generar grandes tiros desde cualquier posici¨®n. Destaca por encima de todo su golpe de derecha, sin duda ya uno de los mejores del circuito. Su rev¨¦s, sin llegar a ser tan determinante, es bueno y s¨®lido. Tiene una velocidad de saque bastante considerable, ya que supera los 210 kil¨®metros por hora sin excesiva dificultad. Y su volea, aunque sea l¨®gicamente mejorable, le permite ir a la red sin precipitaci¨®n.
Tiene, adem¨¢s, una gran potencia f¨ªsica junto con una buena velocidad de desplazamiento, as¨ª como la capacidad de seguir al pie de la letra la t¨¢ctica preceptiva del juego actual: ser el primero en acelerar el tiro. Desde el primer golpe, Carlos tiene la determinaci¨®n de ir en busca del punto. Y se lo puede permitir ya que, a todo lo anterior, hay que a?adirle la virtud decisiva, hoy d¨ªa, de poder jugar a una alt¨ªsima velocidad sin perder el control de la situaci¨®n.
Y, por si todo esto fuera poco, demuestra una madurez impropia de su edad y una capacidad de controlar sus nervios solo al alcance de unos pocos.
Ante Tsitsipas despleg¨® para gran deleite del p¨²blico todas las cualidades que atesora. Su juego fue agresivo, pero no estuvo exento de sutileza; apoy¨® sus golpes demoledores desde el fondo de la pista con precisas dejadas e inteligentes subidas a la red; y no dio tregua al jugador heleno nada m¨¢s que en el cuarto set, en el que acus¨® el esfuerzo del tercero y lo entreg¨® en blanco. Un comprensible baj¨®n en un encuentro que, no por ello, dej¨® de ser un aut¨¦ntico espect¨¢culo.
Cuando analizo a un jugador despu¨¦s de una victoria de esta ¨ªndole, la primera pregunta que me hago es si el tenista en cuesti¨®n se ha visto obligado a hacer golpes extraordinarios para derrotar a su rival, si ha necesitado desplegar un nivel que dif¨ªcilmente est¨¦ a su alcance habitual y si su victoria responde, sobre todo, al hecho de jugar por encima de sus posibilidades. En este partido nunca tuve esa impresi¨®n. Carlos, sin duda, jug¨® un gran encuentro, pero en ning¨²n momento me dej¨® la sensaci¨®n de que lo que estaba viendo no pueda repetirlo con mucha asiduidad. Eso, para m¨ª, y vislumbrando su futuro es lo que da m¨¢s valor a la gesta contra el griego.
Yo creo que, por si alguien las ten¨ªa, ya no hay dudas. El tenis espa?ol no solo tiene un horizonte prometedor; tiene a Carlos Alcaraz que es no solo el presente sino, probablemente, el jugador mejor posicionado para suceder a los integrantes del Big Three en el panorama mundial.
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