Ansu y Vini: los adultos somos nosotros
El f¨²tbol es un cachivache que se construye con huesos de futbolistas, alguno de ellos en edad de vestir mu?ecas o montar partidos imaginarios con ¡®clicks¡¯ de Playmobil
El f¨²tbol es esa puerta eternamente abierta a la infancia del hincha, pero tambi¨¦n una ventana por la que se va colando la edad adulta para algunos de sus protagonistas. Borrada la camiseta del cromo, Vinicius Jr. y Ansu Fati podr¨ªan ser dos adolescentes con la habitaci¨®n llena de p¨®sters y el suelo sembrado con latas de refrescos, chavales normales que sonr¨ªen angelicales ante el profesor porque el perro se ha comido los deberes y bueno, qu¨¦ se le va a hacer: ah¨ª terminan las ventajas del carnet joven. En cuanto el bal¨®n eche a rodar el pr¨®ximo domingo, una legi¨®n de c¨®ndores avejentados clavaremos la mirada sobre ellos a la espera de que nos solucionen la papeleta sentimental con sus carreras, sus regates y sus goles. ¡°Los adultos somos nosotros¡±, ser¨ªa un buen recordatorio para grabar con tinta en la mano porque puede ocurrir que, dios no lo quiera, perdamos el partido y caigamos, entonces, en la tentaci¨®n de culparlos precisamente a ellos.
A su edad, mi ¨²nica cicatriz evidente se circunscrib¨ªa a una ceja partida porque cierto d¨ªa me dio por correr y resbal¨¦: no estaba acostumbrado. Ellos, en cambio, las tienen de todos los colores y en forma de drama familiar, de infancia enturbiada por un mundo cruel e injusto, de lesiones, de cr¨ªticas tan feroces que provocar¨ªan el bochorno de Herodes, sobre todo en el caso de Vinicius Jr. ¡°?Qui¨¦n puede matar a un ni?o?¡±, se preguntaba Chicho Ib¨¢?ez Serrador en aquella pel¨ªcula suya tan celebrada. Pues el f¨²tbol, querido Chicho, el f¨²tbol¡ El f¨²tbol entendido como esa amalgama de aficionados, periodistas, directivos, agentes, asesores, padres, madres, hermanos y dem¨¢s familia, como en esas esquelas abreviadas y exentas de literatura. Lo sabe el brasile?o mejor que nadie, un ni?o que aterriz¨® en Espa?a y se le cay¨® el Real Madrid encima de golpe, que debe ser algo as¨ª como intentar abrazar a un Airbus A380-800 cuando est¨¢ tomando tierra. Que este chico haya levantado el vuelo despu¨¦s de todo aquello es casi un milagro, una anormalidad que nos habla de un car¨¢cter especial, simplificado en el buen sentido, acorazado a niveles que resultar¨ªan t¨®xicos para el com¨²n de los humanos.
A Fati le iba todo m¨¢s rodado hasta que lleg¨® aquella lesi¨®n traicionera que abort¨® su progresi¨®n durante todo un a?o, poni¨¦ndolo todo perdido de dudas. Que Messi te abrace exprofeso ante las c¨¢maras es un seguro a terceros que te cubre de los primeros accidentes. Que Luis Enrique te convoque para representar a Espa?a cuando no tienes edad ni para jurar bandera, un refrendo para la autoestima que no se compra por dinero. Y con todo, lo normal ser¨ªa que Ansu no se convierta en un nuevo Messi por razones evidentes: ni en lo te¨®rico ni en la pr¨¢ctica. Porque Messi, que tambi¨¦n fue ni?o prodigio, solo hay uno y Ansu ser¨¢ Fati o no ser¨¢, un jugador diferencial sin el don de la infalibilidad que acompa?aba al argentino.
El f¨²tbol es un cachivache que se construye con huesos de futbolistas, alguno de ellos en edad de vestir mu?ecas o montar partidos imaginarios con clicks de Playmobil, lo que m¨¢s les apetezca. Y por mucho que nos infantilice, por m¨¢s que nos traslade a un tiempo mejor, conviene no olvidar la regla de oro del juguete nuevo: no lo rompas, especialmente cuando puede que seas t¨² el ¨²nico que se muestra incapaz de disfrutarlo: a m¨ª, sin ir m¨¢s lejos, me pas¨® con el Gusy Luz.
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