Queralt Castellet: ¡°El concurso m¨¢s raro que he ganado fue uno de comer empanadas en Nueva Zelanda¡±
Con la plata al cuello, la subcampeona ol¨ªmpica en China responde a un cuestionario en v¨ªdeo y habla de su vida trashumante y de c¨®mo necesita que m¨¢s espa?olas quieran seguir sus pasos
Como Antonio Machado, ligera de equipaje, viaja Queralt Castellet, quien prescinde hasta de lo imprescindible porque nunca quiere echar nada de menos, vivir despojada. Y se priva de las man¨ªas, las combate. No quiere depender de nada, de nadie.
¡°No puedo permitirme olvidarme de llevar algo que luego me falte¡±, dice la subcampeona ol¨ªmpica de halfpipe sobre tabla de nieve ya regresada a Espa?a desde Pek¨ªn y sus nieves artificiales, y, entre visitas a medios, al COE, a la Moncloa y a Pedro S¨¢nchez, entrevistas, una agenda tan distante de la suya habitual, vive un naufragio en el jetlag y en el hambre del que la rescata un plato de jam¨®n, y unos picos, y el recuerdo de un concurso loco en sus a?os en Nueva Zelanda, uno de comer empanadas de carne en el que ella, con un apetito insospechable viendo su cuerpo de deportistas, gan¨®. ¡°Mi vida est¨¢ en mi maleta¡±.
Tiene 32 a?os. Es pionera en un deporte espectacular y minoritario en Espa?a, lo que le obliga desde los 16 a?os a ir dando tumbos, y vueltas, y volteretas, por el mundo, aprendiendo a despojarse, buscando siempre la excelencia, imaginando giros nunca hechos, combinaciones t¨¦cnicas improbables, y ensayando, cayendo, y volviendo a intentarlo, y el cuerpo lleno de moratones, y su absurdo coraz¨®n hipertrofiado, tanto sentimiento, que cantaba Gabriel Celaya, late acelerado por la adrenalina que en torrente le inunda la sangre, y el riesgo, y en sus o¨ªdos atruena, acelerando m¨¢s a¨²n su ritmo, el reguet¨®n de Jhay Cortez, quiz¨¢s. Y entonces entra en buena onda, un vibe ideal en el que no puede entrar ni el odio, que lo cortar¨ªa todo.
¡°Soy calmada de natural, pero cuando est¨¢s arriba mirando el vac¨ªo antes de lanzarte, es muy importante la adrenalina. Soy una persona tranquila, pero compitiendo tienes que sacar luego el genio¡±, dice la ¨²nica medallista de plata ol¨ªmpica en los deportes de invierno espa?oles, un casi desierto en el que hasta ahora solo se hab¨ªan conseguido el oro de Paquito Fern¨¢ndez Ochoa hace 50 a?os, y tres medallas de bronce. ¡°No me mido las pulsaciones con el snowboard, solo lo hago cuando voy en bicicleta, pero por lo que me dicen las que se las miden, s¨¦ que suben mucho cuando estamos haciendo 1080 [tres giros en el aire, cuatro metros por encima de uno de los muros del pipe, el canal de paredes de siete metros de hormig¨®n y nieve casi verticales por las que se deslizan sobre sus snowboard las riders], en lo m¨¢s alto... Dentro del pipe o cuando ensayas un truco nuevo, sube el m¨¢ximo¡±, dice Castellet, de Sabadell y del mundo. Cinco Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno. Vida en Nueva Zelanda, en Suiza, en Estados Unidos, siempre cerca de los mejores canales, de instalaciones con airbag en las que cada ensayo no suponga el riesgo de una ca¨ªda grave. ¡°Y eso es todo. Y, para ello, solo necesito en la maleta la tabla, las fijaciones, las botas y el casco con el interior hecho a medida para que ajuste bien¡±.
El entrenador de Castellet es Danny Kass, una leyenda del snow norteamericano, ya medallista en Salt Lake City, hace 20 a?os, que vive en Colorado y por la covid no pudo viajar a Pek¨ªn a los Juegos, ni tampoco su fisio personal, y ella comparti¨® su soledad con su skiman, el preparador de la tabla, el que la encera y consigue que escupa el agua y se deslice en la nieve como un rodaballo sobre el hielo. ¡°Y all¨ª, y todo el a?o, segu¨ª admirando a las riders japonesas, admirando su sentido de equipo. No hay competitividad entre ellas. Son cuatro chicas en la misma competici¨®n y las cuatro est¨¢n intentando ganar, pero cuando una hace un truco que las dem¨¢s no pueden, se ponen todas supercontentas, y todas sufren si una se cae¡¡±, dice. ¡°Son muy equipo y ya me gustar¨ªa a m¨ª que hubiera m¨¢s espa?olas conmigo haciendo equipo, y una har¨ªa que la otra fuera mejor¡ Y seguir¨ªamos aprendiendo siempre¡±.
Siempre que puede, recuerda, y lo recuerdan tambi¨¦n Javi Lliso y Thibault Magnin, acr¨®batas sobre esqu¨ªs, freeskiers que la gozaron en el big air de la siderurgia del Pek¨ªn ol¨ªmpico, que en Espa?a sobra el talento y faltan instalaciones, y que cu¨¢nto les gustar¨ªa a todos no tener que estar siempre tan lejos de casa. ¡°Sin instalaciones, adem¨¢s, las j¨®venes que quieran seguir mis pasos despu¨¦s de verme en Pek¨ªn lo tienen mucho m¨¢s dif¨ªcil¡±, a?ade Castellet, quien, recuerdan en la federaci¨®n, debe vivir entre Suiza, Estados Unidos y el mundo no tanto por las instalaciones de nieve, halpipes, slopestyles, big airs, como porque todas y todos los mejores del mundo buscan estar siempre juntos, en comunidad, entrenando juntos, emul¨¢ndose, mejorando, aprendiendo trucos unos de otros, y Espa?a est¨¢ lejos de los grandes n¨²cleos de los Alpes y de las Monta?as Rocosas.
Con la medalla colgando del cuello, y no en la maleta, y ah¨ª la llevar¨¢ hasta que decida d¨®nde la guarda, y hasta durmi¨® con ella ah¨ª la primera noche de subcampeona ol¨ªmpica, Castellet anuncia que tiene hambre y que se va a lanzar a por un plato de jam¨®n, y sigue hablando. ¡°Ahora, despu¨¦s de Pek¨ªn, tengo que hablar de todo esto¡±, dice. ¡°Pero de lo que de verdad me gusta hablar es de los trucos, de los giros, de todo eso¡¡± De su vida dando tumbos, claro, y una maleta.
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