Yaroslava Mahuchikh planta la bandera ucrania en Belgrado

¡°Como los militares en el campo de batalla as¨ª yo en la pista defiendo a mi pa¨ªs, Ucrania, y lo represento¡±, dice desde el centro de la pista Yaroslava Mahuchikh, campeona del mundo de amarillo brillante y azul vestida y amarillo y azul brillante de su bandera sobre los hombros, y un ramo de flores en la mano que le entrega desde las gradas un espectador vestido con la camiseta del Getafe de f¨²tbol, la primera recompensa, el primer homenaje, por su victoria, sus 2,02m, en la final de salto de altura en los Mundiales de atletismo en pista cubierta que se est¨¢n celebrando en Belgrado. Los abrazos de sus rivales, solidarias y emocionadas, y el jaleo de la familia global del atletismo, los recibi¨® despu¨¦s, y la medalla y el podio y el himno llegaron a las seis de la tarde, cinco horas despu¨¦s.

Tiene 20 a?os y 181 d¨ªas, y ya contaba con una medalla de plata en el Mundial de Doha, donde maravill¨®, una ni?a con trencitas como bordadas en su cabeza, como una hada ligera, ligera, 18 a?os reci¨¦n cumplidos y unas piernas infinitas, y una de bronce en los Juegos de Tokio, y en ambas ocasiones la campeona fue la mejor saltadora del momento, la rusa Mariya Lasitskene, que se ha quedado en Mosc¨² porque la federaci¨®n internacional ha prohibido competir a los atletas rusos y bielorrusos.

Mahuchikh, el pelo cogido en dos coletas con gomas, cuenta c¨®mo lleg¨® a Belgrado, tan fr¨ªa para sus anhelos, y su relato habla de dureza mental, un recordatorio de que la generaci¨®n Z tampoco es tan fr¨¢gil y quejica como dicen. ¡°El 24 de febrero me despert¨® a las 4.30 de la ma?ana el ruido de bombas y explosiones. Comprend¨ª que hab¨ªa comenzado la guerra, que Rusia nos bombardeaba. Me levant¨¦, hice r¨¢pidamente las maletas y con mi marido huimos de Dnipro, mi ciudad¡±, cuenta la campeona, una mujer con una misi¨®n, y la cumple. ¡°Estuvimos unos d¨ªas en un s¨®tano sin saber qu¨¦ hacer porque pens¨¢bamos que la invasi¨®n durar¨ªa poco. Pero en la federaci¨®n me dijeron que me fuera de Ucrania, que mi ¨²nico objetivo, mi obligaci¨®n, deb¨ªa ser llegar a Belgrado, competir en el Mundial y ganar. Fue un viaje de 2.000 kil¨®metros y m¨¢s de tres d¨ªas con miles de llamadas telef¨®nicas, cambios de rumbo y de carreteras entre explosiones, sirenas, incendios. Solo gracias a la federaci¨®n internacional de atletismo, a la serbia y a la rumana pude llegar a Belgrado, donde apenas he logrado dormir y ni siquiera entrenarme. Me es imposible mantener la concentraci¨®n. Solo gracias al cielo mis padres lograron hacerme llegar las zapatillas de clavos y un par de leggings¡­¡±

Esa dureza que contradicen sus rasgos, su fragilidad aparente, su facilidad para elevarse, la subraya en sus redes, denunciando el silencio de los medios rusos, su ocultamiento de los bombardeos de las ciudades m¨¢rtires de Ucrania, Mari¨²pol, Le¨®polis¡­ y la refuerza a¨²n m¨¢s con su capacidad competitiva, su frialdad, su manera de imponerse a unas rivales, la australiana Eleanor Patterson (2,00m, nuevo r¨¦cord indoor de Ocean¨ªa) y la kazaja Nadezhda Dubovitskaya (1,98m, nuevo r¨¦cord de Asia en pista cubierta) que la forzaron a llegar a los 2,02m, la mejor marca mundial del a?o. ¡°Mi entrenadora me dijo que deb¨ªa olvidarme de la guerra, que deb¨ªa concentrarme solo en el salto de altura, que esa era mi forma de combatir por mi pa¨ªs¡±, dice, y la bandera ucrania sigue sobre sus hombros horas despu¨¦s de su victoria. ¡°Y fue dif¨ªcil hacerlo, concentrarme solo en el salto, pero...¡±

El p¨²blico serbio, y la mayor¨ªa recuerdan vivamente la guerra civil reciente en su pa¨ªs, la disgregaci¨®n sangrienta de Yugoslavia, que los marc¨®, asiste fr¨ªo a los eventos y solo suspira fuerte cuando salta una montenegrina y se emociona m¨¢s a¨²n, mucho m¨¢s, con los pinitos de Angelina Topic, hija del gran Dragutin Topic, el legendario yugoslavo que saltaba con los brazos como Fosbury y super¨® los 2,38m. Angelina es una ni?a de 16 a?os que se queda en 1,88m y que, seguramente, sue?a con ser como Yaroslava Mahuchikh. Y todos querr¨ªan ser como ella.

Por la tarde, ya anochecido, Mahuchikh sube al podio y tararea su himno desde lo alto, un peluche de la mascota frambuesa bajo el brazo y una medalla de oro al cuello. Se pasea sola por los pasaillos del pabell¨®n, quiz¨¢s un poco perdida, y firma aut¨®grafos. ¡°Si, el presidente Zelensky me ha llamado para felicitarme a pesar de las dificultades por las que est¨¢ pasando¡±, dice. ¡°Me ha dicho que soy una soldado de Ucrania, que est¨¢ orgulloso de mi fuerza, de mi dureza mental, de mi lucha¡±. Y habla dulce, como si la abrumaran los elogios, y se pone colorada.

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