Nadal resiste al ¨®rdago de Alcaraz
El mallorqu¨ªn contiene al murciano (6-4, 4-6 y 6-3) en un fant¨¢stico duelo marcado por el viento y se medir¨¢ con Fritz (23.00) en busca de su cuarto trofeo del curso
Una vez m¨¢s, Rafael Nadal expande los brazos victorioso. Son 20 victorias en otros tantos partidos, pleno este a?o, y saborea el acceso a su quinta final de Indian Wells (6-4, 4-6 y 6-3, tras 3h 12m) despu¨¦s de un litigio formidable contra Carlos Alcaraz que super¨® todas las expectativas. El mallorqu¨ªn, de 35 a?os, jer¨¢rquico, se medir¨¢ este domingo (23.00, #Vamos) con el estadounidense Taylor Fritz (7-5 y 6-4 a Andrey Rublev), enfocando su cuarto trofeo del curso y habiendo subrayado su hegemon¨ªa. En cualquier caso,...
Una vez m¨¢s, Rafael Nadal expande los brazos victorioso. Son 20 victorias en otros tantos partidos, pleno este a?o, y saborea el acceso a su quinta final de Indian Wells (6-4, 4-6 y 6-3, tras 3h 12m) despu¨¦s de un litigio formidable contra Carlos Alcaraz que super¨® todas las expectativas. El mallorqu¨ªn, de 35 a?os, jer¨¢rquico, se medir¨¢ este domingo (23.00, #Vamos) con el estadounidense Taylor Fritz (7-5 y 6-4 a Andrey Rublev), enfocando su cuarto trofeo del curso y habiendo subrayado su hegemon¨ªa. En cualquier caso, Alcaraz, de 18, ya est¨¢ aqu¨ª, en clave de presente inmediato y golpeando la puerta con el estilete; remitiendo a ese Nadal primerizo que devoraba la pista a mordiscos. Aun y todo, se mantiene el orden establecido y el rey apunta a su 37? Masters 1000, con el que igualar¨ªa el r¨¦cord de Novak Djokovic.
Lo advert¨ªa Alcaraz: esta vez ser¨ªa distinto, nada que ver con aquel mon¨®logo madrile?o de Nadal, el a?o pasado, cuando se inclin¨® sin rebelarse ni rechistar, todav¨ªa tierno y deslumbrado por la dimensi¨®n de su ¨ªdolo. Esta vez, auguraba diversi¨®n el murciano y lo disfrut¨®. Exigi¨® un mundo al balear en un maravilloso duelo intergeneracional que se decidi¨® en la ¨²ltima recta, marcado por las ventoleras, a la altura de lo que se esperaba. Uno y otro respondieron. M¨¢s previsible lo de Nadal, siempre al quite, siempre sideral, y m¨¢s impactante lo de Alcaraz por la novedad y lo eclosivo, un fen¨®meno de 18 a?os que, definitivamente, ha llegado para comerse el mundo.
Demostr¨® desde el primer peloteo de qu¨¦ pasta est¨¢ hecho. Por si hab¨ªa alguna duda o alguien tuviera la sospecha de que el rival o el escenario pod¨ªan intimidarle, el murciano sali¨® a morder, martillo en mano, percutiendo en cada pelotazo y buscando la yugular de Nadal desde el principio. Luciendo m¨²sculo y piernas. Enseguida peg¨®, se fue a la red al abordaje y seg¨® con ese rev¨¦s raso y cortante, cargado de cicuta, dejando muy claro que por ¨¦l no iba a ser, que ¨¦l no se iba a deshacer, de ning¨²n modo, y que en todo caso ser¨ªa el balear el que tendr¨ªa que rendirle y devolverle los pies a la tierra. Sin complejos ni ambages ni median¨ªas: con todo a por todas. Es el sello de Alcaraz.
Traslad¨® un mensaje rotundo y liquid¨® el primer juego en un santiam¨¦n, el segundo dilatado pero tambi¨¦n a su bolsillo. 2-0 arriba y Nadal tratando de contener el torrencial, desbordado de partida. Procesando el tiroteo. Pocas veces se le ve resoplar de esa manera, tan r¨¢pido, tan profundo y tan abrumado. Si al chico le interesaba que todo transcurriera as¨ª, entre pedradas, v¨¦rtigo y frenes¨ª, al mallorqu¨ªn, zorro viejo, int¨¦rprete sin igual en esto del tenis, le beneficiaba un viraje al ralent¨ª, ritmo pausado, enredo en el punto y tratar de hacerle pensar a Alcaraz. Guiarlo hacia donde tantos y tantos se han perdido.
As¨ª que sac¨® el librillo, endureci¨® el intercambio y equilibr¨® la curva an¨ªmica del duelo. Contrarrest¨® la fogosa arremetida del murciano con el aplomo del que se las sabe todas, a base de aplomo, cabeza fr¨ªa y mucha casta. ?Que sopla fuerte el viento en el desierto? No es un enemigo, sino un oportuno aliado. ?Que el drive no hace da?o? Resisto. ?Que Alcaraz impone tiros, energ¨ªas y n¨²meros? Tan sencillo y tan dif¨ªcil: hay que hacer que falle. As¨ª fue recuperando terreno y prevaleciendo, imponiendo su t¨¢ctica. Al s¨¦ptimo intento, Nadal ara?¨® el primer break y transform¨® el 0-2 adverso en un 4-2 a su favor.
Es la ley del balear, fuerte entre los fuertes. Empujaba de lo lindo el heredero, pero a cara de perro no hay quien supere al maestro. No se cans¨® Alcaraz de correr ni de pegar, un galgo en los desplazamientos y un ca?¨®n a la carga, pero en cuestiones estrat¨¦gicas, de corregir, revisar y reinterpretar sobre la marcha, Nadal es el honoris causa. Con may¨²sculas. El advenedizo ¨Cservicios a 223 km/h, impactos bestiales¨C triplicaba entonces su cifra de ganadores; tambi¨¦n la de errores. Y asist¨ªa a un m¨¢ster de oficio. As¨ª se sale de un buen l¨ªo. As¨ª se frena a un torbellino. Pura zozobra el diamante del Palmar.
No ten¨ªa un solo instante de sosiego Nadal, que se adjudic¨® el primer parcial y volvi¨® a encontrarse con un break en el segundo. Entonces ya se hac¨ªa notar sobremanera el vendaval, los remolinos de aire que se filtraban en el dise?o octogonal de la pista californiana mientras el juez, Nacho Forcadell, trataba de mantener el orden desde lo alto de la silla. Volaban las toallas y los papeles, la bola hac¨ªa diabluras, botellas al suelo; un toldo golpeaba violentamente una chapa del grader¨ªo, la arena molestaba en los ojos y para ambos era un suplicio el turno de servicio, complicad¨ªsimo darle direcci¨®n y sentido a la pelota.
Se desluci¨® el partido, se rompi¨® el ritmo, una rotura tras otra. Supervivencia pura y dura, m¨¢s que tenis. Un ejercicio de reflejos e intuici¨®n, y paciencias al l¨ªmite. Aun as¨ª, ni uno ni otro volvieron la cara y Alcaraz, que va descubriendo todo tipo de situaciones, no torci¨® el gesto en ning¨²n instante, recto y resiliente cuando lo normal, lo l¨®gico en un jugador con su juventud, hubiese sido la desconexi¨®n en uno u otro momento. Nada de eso. Por ah¨ª asoma otra mente gran¨ªtica. Un reflejo de s¨ª mismo. Si no un clon, algo cercano.
Presi¨®n y m¨¢s presi¨®n para Nadal, tenso y en ocasiones precipitado, a remolque y pasando un muy mal rato. Cuando no le hac¨ªa una canallada el viento, otras veces socio, Alcaraz llegaba a todas y demostraba agallas y velocidad, o respond¨ªa a las bravas sacando el garrote. De t¨² a t¨² en lo f¨ªsico y lo an¨ªmico, exprimi¨¦ndole; oblig¨¢ndole a Nadal a negociar y merecerse cada punto. Valiente. El enredo del noveno juego fue monumental. Casi 20 minutos de toma y daca, con el murciano llevando la iniciativa y lanzando granadas, un globo delicioso en forma de r¨²brica. A la s¨¦ptima opci¨®n, ara?¨® la rotura y de inmediato, sirviendo para cerrar el set, aguant¨® el tipo. Tablas.
En el tramo terminal, las r¨¢fagas amainaron lo suficiente como para que el juego recuperara el brillo, y la refriega entr¨® en una fase de dureza m¨¢xima. Alcaraz se estiraba como un chicle e insist¨ªa una y otra vez, bien erguido, perfectamente pertrechado, mientras que el pectoral de Nadal pagaba el esfuerzo y el balear ten¨ªa que agotar todos los recursos para salvar un quinto juego diab¨®lico, de embestida en embestida el murciano (41 winners) y de defensa en defensa el de Manacor, extraordinario en la red y letal cuando deb¨ªa. En su salsa. Al l¨ªmite, destapa siempre su mejor versi¨®n. En el ¨²nico instante en el que flaque¨® su rival dio el hachazo y sentenci¨®. El rey sigue siendo el rey, pero el pr¨ªncipe ya es menos pr¨ªncipe.
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