Cuando los turistas compraban las camisetas de Messi
?Son mejores aficionados si pagan su localidad cant¨¢ndole al equipo que se les indica o al equipo que ellos quieran?
Nos ca¨ªan mejor los turistas cuando se compraban la camiseta de Messi y acompa?aban el Cant del Bar?a batiendo palmas, silbando, blasfemando o invent¨¢ndose la letra, los m¨¢s atrevidos: buenos chicos, buenos tiempos. Gastaban dinero, molestaban lo justo y luc¨ªan fenomenal en aquellos planos cortos de televisi¨®n que hablaban de una tierra abierta, de un club amable, sin fronteras, y de unas gentes que acog¨ªan al visitante sin pedirle ning¨²n tipo de carnet, mucho menos el sentimental. ?Se imagina esa pregunta, ese ¡°?a qu¨¦ equipo piensa animar usted?¡± cuando vaya a comprar una entrada, la pr¨®xima vez que le apetezca ir al f¨²tbol? Pues en el Bar?a hay gente plante¨¢ndose tal cosa por el mero hecho de que a muchos de sus socios no les hizo gracia compartir patio de butacas con aficionados rivales. Uno de los m¨¢s ilustres, el propio Xavi Hern¨¢ndez, asegur¨® sentirse ¡°robado en nuestra propia casa¡±: ahora se entiende mejor aquel empe?o suyo en alabar el confort y la seguridad que ofrecen algunas burbujas absolutistas como Qatar.
No hay debate cuando se habla de seguridad: debe estar garantizada siempre, en cualquier estadio y bajo cualquier circunstancia. No es necesario que el Camp Nou se ti?a de blanco para adherirse a lo evidente, aunque reconozcamos el valor simb¨®lico del asunto. En ese punto deber¨ªan centrarse la ira de los socios, el escrutinio de la prensa y las explicaciones del club. Pero entre todos -unos m¨¢s que otros, tambi¨¦n habr¨¢ que decirlo- prefirieron derivar el debate hacia otros escenarios de los que no suele salir nada bueno porque, de un modo u otro, todos ellos nos hablan de fanatismo, de intolerancia y de discriminaci¨®n: la Sant¨ªsima Trinidad del fascismo, ni m¨¢s ni menos. ¡°Lo que haya que hacer, se har¨¢¡±, dec¨ªa el personaje de Clint Eastwood en Gran Torino. Y por ah¨ª van un poco los tiros en el espect¨¢culo tan bochornoso que est¨¢n dando el propio club y una parte de su entorno en los ¨²ltimos siete d¨ªas: para decir seg¨²n que cosas, m¨¢s valdr¨ªa quedarse callado
¡°Debemos seguir unos criterios que prioricen la asistencia de socios al estadio¡±, declar¨® este martes el presidente Joan Laporta en rueda de prensa, una postura que parece l¨®gica cuando hablamos de un club donde el n¨²mero de socios supera con creces al de localidades disponibles en el estadio. Las consideraciones siguen en otras latitudes: ?merece un estadio ser exclusivo de quienes animan al equipo correcto? ?Son mejores aficionados si pagan su localidad cant¨¢ndole al equipo que se les indica o al equipo que ellos quieran? ?Es m¨¢s valioso un australiano con la camiseta de Messi o un alem¨¢n con la camiseta del Eintracht?
Hace a?os en el palco del Bernab¨¦u, el presidente del Real Madrid recibi¨® con toda la algarab¨ªa y posando para medios de todo el mundo al actor Nicholas Cage. ?Era Nicholas Cage? Ni de co?a. Era uno que se parec¨ªa tanto a ¨¦l que el Madrid no dud¨® en presentarlo felizmente, como si el actor de 2.680 pel¨ªculas que son hitos del cine tuviese tiempo de ir a Madrid a conocer a Ram¨®n Calder¨®n. ?Alguien le pregunt¨® en la entrada a qui¨¦n iba a animar? O mejor: ?alguien le pregunt¨® qui¨¦n era? Pues no¡ Y menos mal.
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