La cordura de un loco depredador de nombre Real Madrid
La Copa de Europa es su competici¨®n y, en tanto que progenitor, el v¨ªnculo que mantienen es maternal; nadie quiere m¨¢s a la Champions
Hay fen¨®menos que escapan a explicaciones racionales, incluso cuando son contados por sus protagonistas, seguramente porque no tienen ninguna necesidad de trascender m¨¢s all¨¢ de ser reconocidos como naturales, pocos tan populares como el del Madrid.
El Madrid no quiere ser ni m¨¢s ni menos que el Madrid, un cl¨¢sico campe¨®n de cl¨¢sicos que triunfa tambi¨¦n en la modernidad, despu¨¦s de que el f¨²tbol se haya convertido en una industria del entretenimiento y un negocio que favorece la creaci¨®n de clubes artificiales y la organizaci¨®n de un Mundial en invierno en Qatar. El relato del Madrid es la victoria y por tanto niega o no participa del relato de los dem¨¢s cuando no gana, acostumbrado al triunfo y tan apegado a la Copa de Europa que parece como si hubiera sido fundado el mismo d¨ªa que naci¨® el torneo en 1955. La extraordinaria trayectoria del equipo tiene consecuentemente tambi¨¦n su parte racional: es su competici¨®n y, en tanto que progenitor, el v¨ªnculo que mantienen es maternal; nadie quiere m¨¢s a la Champions, ni tampoco ning¨²n club ha cre¨ªdo m¨¢s en su efecto expansivo.
Tambi¨¦n es respetuoso con la simplicidad de un juego que consiste en meter un gol m¨¢s que el contrario y para su logro apura las opciones que le concede el reglamento con o sin VAR. La sensaci¨®n es que caer¨¢n los goles que hagan falta a partir del momento en que el contrario tome la iniciativa sin que se sepa muy bien qu¨¦ pasar¨ªa con el 0-0. A partir del primer gol, la remontada est¨¢ cantada porque el Madrid se sit¨²a por encima de cualquier rival, jugador y entrenador ¡ªpropio o extra?o¡ª y a mayor desaf¨ªo m¨¢s grande es su respuesta como vio el PSG, el Chelsea y el City.
El Bernab¨¦u record¨® a Mbapp¨¦ que nunca ser¨¢ m¨¢s grande que el Madrid cuando deje Par¨ªs; al Chelsea le dijo que jam¨¢s tendr¨¢ la misma sala de trofeos para m¨¢s que sea el actual campe¨®n; a Guardiola le respondi¨® que el estilo y el ingenio no alcanzan para eliminar a un club con 13 trofeos si no est¨¢ Messi; y a Bale o a Sergio Ramos les dej¨® en evidencia despu¨¦s de sellar su pase a la final con Nacho y Vallejo. No hay distinciones entre futbolistas buenos y malos ni entre aficionados ricos y pobres en la comuni¨®n madridista durante la Copa de Europa.
Acaso la religiosidad de Vinicius y Rodrygo dan fe de la m¨ªstica que se vive en la catedral del Bernab¨¦u de la misma manera que antes se invocaba al esp¨ªritu de Juanito. Los tiempos cambian y la catarsis contin¨²a porque la mecha prende con el credo y el deseo madridistas, la mentalidad de un club insaciable, factores que avalan la parte irracional que tambi¨¦n tienen sus memorables noches europeas. Una liturgia muy particular si se tiene en cuenta que el equipo m¨¢s po¨¦tico, la Quinta del Buitre, no gan¨® nunca la Copa de Europa.
El Madrid se puede permitir perder dos ligas consecutivas en la ¨²ltima jornada en Tenerife e incluso aceptar la burla europea del Sheriff en el Bernab¨¦u. A cambio, no ha concedido derrotas en las jornadas m¨¢s dram¨¢ticas ante el asombro de Europa. Nadie encuentra una justificaci¨®n y el Madrid se remite al marcador y a su cita en Par¨ªs con el Liverpool. A excepci¨®n de los tiempos de Mourinho, cuando el t¨¦cnico se puso por encima de la marca, nunca sinti¨® la necesidad de justificar su ¨¦xito en la Champions.
Ha dejado que la tesis la escriban los adversarios, la mayor¨ªa vencidos y alguno tambi¨¦n ganador, como el Bar?a de Messi, raz¨®n de m¨¢s para entender por qu¨¦ el club azulgrana antepone el estilo a la m¨ªstica del Madrid. Los azulgrana no se quieren parecer en nada a los blancos y los madridistas huyen de los barcelonistas y de sus intangibles, no admiten lecciones de nadie y reniegan de cuanto consideran accesorio, superficial o impostado, alejado de la cancha, nada que ver con el abrasador Bernab¨¦u.
El Madrid se remite a un partido que se repite hasta la saciedad para no tener que dar explicaciones sobre el misterio del f¨²tbol y su reinado en Europa. Asegur¨® en su d¨ªa Javier Mar¨ªas que ning¨²n equipo percib¨ªa la derrota como el Bar?a. El escritor seguramente daba por sabido como madridista que ning¨²n equipo se sent¨ªa tambi¨¦n tan cerca de la victoria como el Madrid. La alegr¨ªa que expresan sus seguidores es proporcional al dolor que causa en sus v¨ªctimas en un debate que ofrece la mejor munici¨®n para la insaciable f¨¢brica de emociones del f¨²tbol y la Champions. Europa asiste perpleja a la cordura del loco depredador Madrid.
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