Antecedentes confirmados
Si t¨² haces m¨¢s cosas bien que tu adversario, terminas ganando. Y eso hizo por tres veces el Madrid y se llev¨® justamente un t¨ªtulo que sin duda necesitaba
Resulta bastante sencillo explicar lo ocurrido en la final de la Liga Endesa. Desde el minuto uno del primer partido, el Madrid ha dominado la serie de cabo a rabo. Y punto. Tanta ha sido la superioridad blanca que el 3-0, el barrido como lo denominan en la NBA, se qued¨® a un tiro de Causeur y no habr¨ªa extra?ado a nadie. A diferencia de otras ocasiones, los antecedentes si resultaron premonitorios. Llegaba el Madrid en buena din¨¢mica, muy seguro de s¨ª mismo y con ganas de ofrecer el t¨ªtulo a su entrenador.
En cambio, el Bar?a aterrizaba con m¨¢s dudas que certezas, lejos de sus mejores tiempos y preso de una llamativa melancol¨ªa competitiva. Los primeros cuarenta minutos confirmaron las pistas dadas y aunque las leyes de los playoffs dictan y obligan a hacer los ajustes pertinentes seg¨²n se vayan desarrollando los acontecimientos, nada de lo que hicieron unos y otros vari¨® sustancialmente las din¨¢micas previas. El Madrid sigui¨® jugando entre bien y mejor, y el Barcelona continu¨® penando hasta que baj¨® el tel¨®n.
Resulta dif¨ªcil encontrar un apartado de cierta entidad en el que los blancos no hayan marcado diferencias. Su dominio abarc¨® lo f¨ªsico y lo an¨ªmico, el electr¨®nico y las sensaciones, lo colectivo y lo individual, debajo del aro y en el acierto exterior, las pizarras y la ejecuci¨®n de lo que se ped¨ªa en las pizarras. Quiz¨¢s en un deporte como el f¨²tbol se pueda dar la circunstancia de ganar un partido sin necesidad de ser mejor que tu contrario. En baloncesto es imposible. Si t¨² haces m¨¢s cosas bien que tu adversario, terminas ganando. Y eso hizo por tres veces el Madrid y se llev¨® justamente un t¨ªtulo que sin duda necesitaba.
Un ¨¦xito de esta enjundia hace m¨¢s guapos a todos sus ganadores. Ll¨¢mense Hanga, Deck, Yabousele, Causeur, Laso, Mateo o Tavares, aut¨¦ntico gigante en todos los sentidos posibles. Sus estad¨ªsticas, buena en general y estratosf¨¦ricas en el cuarto partido, se quedan cortas para explicar el impacto en el juego, el terror que provoca, c¨®mo se mete en el cerebro de sus adversarios, que huyen en cuanto sospechan de su cercan¨ªa, los tiros que no bloquea pero s¨ª desv¨ªa... Cosas que no se traducen en n¨²meros, pero que ganan campeonatos.
Hablando de Tavares, just¨ªsimo MVP de la final, resulta curioso que en pocos d¨ªas hayamos asistido a la reivindicaci¨®n de los peque?os, de la mano de Stephen Curry y sus Warriors, y casi a la vez la de los hombres grandes, encarnados por este Real Madrid que supo explotar su superioridad hasta extremos no vistos desde hace a?os. Hay muchos baloncestos posibles y en la variedad est¨¢ el gusto y la diversi¨®n.
De la misma manera, un batacazo doble como el que se ha llevado el Bar?a en esta temporada afea cualquier traje. Todo el mundo es susceptible de ser se?alado, incluso aquellos que hasta hace bien poco parec¨ªan intocables. Ni un solo jugador azulgrana ha estado cerca de las prestaciones que se le suponen, extra?amente alejados de sus mejores versiones y sin el ¨¢nimo y la energ¨ªa necesaria para plantar cara a un equipo tan corajudo como el Madrid.
Tampoco sale de rositas Jasikevicius, que no supo o no pudo encontrar ninguna tecla que sacase a su equipo del fango en el que estaba metido. Tengo una teor¨ªa sobre los entrenadores (llam¨¦mosles) intensos. El jugador soporta esa tremenda presi¨®n o esos se?alamientos p¨²blicos mientras se gana. En caso contrario, su ascendencia e impacto disminuyen considerablemente. Saras se pas¨® toda la final reclamando a grito pelado m¨¢s energ¨ªa. Rara vez la encontraron
Total, que el Madrid escribi¨® con un bonito final la historia de esta temporada, que ha dado para que alguien se ponga a escribir una serie como la de los Lakers. Mientras la esperamos, enhorabuena a los premiados.
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