El legado eterno de Serena
Se va alguien que ha logrado el gran hito: ser el list¨®n a emular en tiempos que quiz¨¢ ni veamos
Las leyendas nunca se marchan del todo, porque el tiempo les concede cobijo en el recuerdo. Serena Williams ha dejado una huella imborrable en el deporte. Su figura ha entrado por derecho propio entre los m¨¢s grandes nombres de todos los tiempos, ayudando a engrandecer una disciplina de alcance global. En el vestuario nadie duda de haber asistido a la carrera de una leyenda, alguien cuyo impacto ha trascendido el tenis hasta un punto reservado a muy pocos. Se marcha la jugadora con m¨¢s Grand Slam de la Era Abierta, la del tenis profesionalizado, con cifras que no han sido igualadas en el tenis masculino en la actualidad.
Siguiendo los pasos de su hermana Venus, todo un icono y figura clave por la igualdad, Serena es un eslab¨®n clave en la evoluci¨®n del deporte. Cambi¨® el estilo de juego con un tenis mucho m¨¢s agresivo, con una dureza total, y pronto se convirti¨® en dominadora del circuito. Quienes hemos convivido con ella conocemos la sensaci¨®n a su alrededor. Esa aura que rodea a personas de especial presencia y carisma. Compet¨ªa con una garra innata, intimidaba siempre desde el respeto y no tard¨® en ganarse la autoridad en el vestuario. Crec¨ª vi¨¦ndola por televisi¨®n levantar los mayores t¨ªtulos y enfrentarla fue siempre un privilegio.
Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi en persona. Era 2007, yo jugaba la fase previa de un torneo en Estados Unidos y nunca olvidar¨¦ la sensaci¨®n. Me impresion¨® lo trabajada y fibrada que estaba, la fortaleza que transmit¨ªa en la distancia corta. Sent¨ªa admiraci¨®n por su habilidad dentro de la pista, pero tambi¨¦n por la manera en que era capaz de desarrollar su juego. A medida que fui creciendo, con una presencia habitual en el circuito WTA, tuve el gran placer de compartir vestuario con ella. No puedo negar que ha sido la rival m¨¢s dura a la que me he enfrentado. La sufr¨ª muchas veces, incluyendo la final de Miami, pero siempre ten¨ªa esos golpes y esa habilidad para convertir los partidos en un reto inmenso.
A pesar de su grandeza, nunca perdi¨® su cercan¨ªa. Siempre me trat¨® con el m¨¢ximo respeto, tanto ella como su c¨ªrculo cercano. Recuerdo un episodio con su hermana en 2009 que nunca podr¨¦ olvidar, y dir¨ªa que tampoco su familia. Me enfrent¨¦ a Venus en el Abierto de Australia, era la segunda ronda y jugamos en turno de noche. Remont¨¦ al l¨ªmite, levantando pelota de partido. Nunca me hab¨ªa enfrentado a Serena y el destino quiso que al a?o siguiente, tambi¨¦n en Melbourne, nos cruz¨¢semos en la tercera ronda. Aquel d¨ªa pude notar la intimidaci¨®n, en un sentido deportivo. Not¨¦ c¨®mo iba a por el partido con un hambre absoluto, con una intensidad m¨¢xima desde el primer instante. En aquel momento, en mis propias carnes, sent¨ª lo que se necesitaba para ser una aut¨¦ntica campeona. Lo ten¨ªa delante, mir¨¢ndome a la cara, apenas a unos metros de distancia.
Despu¨¦s de aquel partido nos enfrentamos en seis ocasiones. Fueron diferentes superficies, distintas alturas de torneo, pero nunca logr¨¦ ganarle siquiera un set. No supe encontrar sus debilidades en la pista, ni hacerle da?o con mis armas. Si en alg¨²n momento hubo alguna oportunidad, algo realmente complicado, no supe aprovecharla. Su realidad nunca la despeg¨® del vestuario, siendo una compa?era m¨¢s para muchas de nosotras. En los pasillos, en los hoteles, era una persona que siempre trataba con mucho respeto. Y siempre estaba presente en momentos diferentes. El a?o que enferm¨¦, cuando supo que me retiraba, tuvo unas palabras bonitas de aliento.
En mi regreso al circuito en Roland Garros 2021, al coincidir en el torneo, vino a hablar conmigo unos minutos. Se interes¨® por mi estado de salud y me dijo estar muy feliz al verme de vuelta. Puede parecer algo sin importancia, o se puede pensar que hizo lo que tantas jugadoras. Pero Serena fue de las pocas que se par¨® a charlar detenidamente y eso es algo que valor¨¦ de coraz¨®n. Su carrera ha sido un ejemplo de superaci¨®n. Con lesiones superadas, problemas de salud serios e incluso jugando finales de Grand Slam tras haber sido madre. Eso demuestra un valor fuera de lo com¨²n. Ha competido a trav¨¦s de generaciones, comenzando de cero y midi¨¦ndose a tenistas m¨¢s j¨®venes, en esplendor f¨ªsico, sin perder un ¨¢pice de autoridad.
Durante los ¨²ltimos a?os hemos echado de menos su figura, ha sido dif¨ªcil verla con continuidad y nos quedan pocas oportunidades para disfrutar de su leyenda. Serena ha sido y es necesaria en los torneos, quiz¨¢ no como rival, pero s¨ª para el aficionado. El tiempo pasa, tambi¨¦n para los mejores. Este deporte implica una dureza total si una no est¨¢ al 100%. Puede que sus prioridades hayan cambiado, la familia es algo que una a?ora cuando compite al otro lado del mundo y ella tiene una preciosa ilusi¨®n por hacer crecer la suya. Despedirse, o evolucionar en el tenis como ella dice, parece algo necesario.
El vac¨ªo que nos queda es enorme, pero su legado pervivir¨¢ para siempre. Se marcha alguien que ha sido inspiraci¨®n para muchas generaciones, motivo profesional para muchas jugadoras en activo. Es hora de disfrutar de los suyos sin la distancia que implica el circuito. Veremos homenajes y momentos emotivos. Se nos marcha una de las atletas m¨¢s grandes de las ¨²ltimas d¨¦cadas, un icono global m¨¢s all¨¢ de lo deportivo. Se va alguien que ha logrado el gran hito: ser el list¨®n a emular en tiempos que quiz¨¢ ni veamos.
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