El f¨²tbol se pelea con el tiempo
La vieja sencillez del deporte ha sido batida por muchos flancos y le coloca ante problemas como que un partido llegue a durar 102 minutos y solo se hayan jugado 41
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En una multientrevista para su fundaci¨®n con 90 preguntadores, Kroos solicita la introducci¨®n del tiempo neto para el f¨²tbol, en concreto una hora de juego real. Hace mucho que Augusto C¨¦sar Lendoiro, uno de los personajes de La Liga de los Hombres extraordinarios, reclama lo mismo en colaboraciones en prensa. Xavi y Ancelotti han abogado tambi¨¦n por ello. Los tres ¨²ltimos son cl¨¢sicos, gente criada en el f¨²tbol del antiguo testamento, no nov¨®latras sin sensibilidad por el pasado. Y Kroos tampoco es un influencer de ¨²ltima generaci¨®n con pretensiones de notoriedad, sino un veterano de larga y feliz carrera.
Por el antiguo testamento el partido duraba noventa minutos seg¨²n el reloj del ¨¢rbitro, que s¨®lo lo deten¨ªa por causas visibles y aceptadas por todos. Se ten¨ªan por interrupciones naturales los fueras de banda o de fondo, o las faltas; el juego se reanudaba con decente celeridad. Cuando hab¨ªa una interrupci¨®n extraordinaria (una lesi¨®n grave, un incidente en la grada, un perro o gato que saltaba, algo ajeno al juego, en fin¡) el ¨¢rbitro paraba el reloj y lo reactivaba al resolverse el problema. Y tambi¨¦n cuando entend¨ªa que alguien demoraba intencionadamente un saque, cosa que se amonestaba con m¨¢s diligencia y severidad que hoy. Se jugaba hasta que el reloj del ¨¢rbitro alcanzaba el minuto 90. El tiempo real de juego ven¨ªa a ser de algo menos que una hora.
Aquello era sencillo, pero eran otras circunstancias. No hab¨ªa cambios, salvo el del portero en caso de lesi¨®n y en la Copa de Europa ni eso. Llegaron los cambios y fueron subiendo: dos, tres, cinco por la pandemia que ya quedaron, uno m¨¢s en la pr¨®rroga¡ Apareci¨® la moda de echar el bal¨®n fuera cada vez que uno se cae o se tira. Vino el cuarto ¨¢rbitro y trajo las broncas con los banquillos y su secuela de parones para que el ¨¢rbitro vaya a advertir, amonestar o expulsar. M¨¢s el VAR, con las pelmazas reflexiones de sus sexadores de pollos en la sala brumosa. Y las pausas para hidrataci¨®n, que camuflan tiempos muertos para los entrenadores. Y crecieron los corrillos abusivos en torno al ¨¢rbitro, m¨¢s frecuentes y tolerados seg¨²n pasa el tiempo. No me olvido del ¨¢rbitro advirtiendo en todos y cada uno de los c¨®rners a los jugadores de que no pueden empujarse ni agarrarse, cosa que ya saben desde peque?itos. Ni de la nueva ola de fueras de juego consentidos hasta apurarse la jugada para s¨®lo entonces levantar el bander¨ªn¡
Todas esas adherencias en mayor¨ªa absurdas con que se ha ido cargando el f¨²tbol desbordan la capacidad del ¨¢rbitro para controlar al modo antiguo el tiempo de juego. Hoy todo eso se junta en una especie de estimaci¨®n un poco a oj¨ªmetro entre la sala VOR, el cuarto ¨¢rbitro y el propio ¨¢rbitro y se anuncia en una tablilla de equis minutos que no es m¨¢s que una referencia de m¨ªnimos, porque pueden pasar cosas durante ese rato residual. Y el final es difuso. Por el antiguo testamento, el tiempo terminaba en la mu?eca del ¨¢rbitro sin m¨¢s flexibilidad que el lanzamiento de un penalti producido al l¨ªmite de hora; en ese caso se dejaba lanzar m¨¢s all¨¢ del minuto 90 del ¨¢rbitro, pero sin rebote, como son los de las tandas. Ahora se deja terminar a la jugada, sacar el c¨®rner¡ ?Y el rebote de c¨®rner?
La vieja sencillez del f¨²tbol ha sido batida por muchos flancos en un proceso de autolesi¨®n continua que en este apartado le coloca ante problemas como que un partido llegue a durar 102¡ä y s¨®lo se hayan jugado 41¡ä. Me figuro que no falta mucho para que Kroos, Lendoiro, Xavi y Ancelotti vean su propuesta elevada a regla.
De un tiempo ac¨¢ el f¨²tbol viene tomando muchas cosas del baloncesto y otros deportes americanos: cambios, n¨²meros fijos en las camisetas, proliferaci¨®n de ¨¢rbitros, estad¨ªsticas, revisi¨®n tecnol¨®gica, entrenador de pie dando gritos, volatilidad de las plantillas, bloqueos, sobeteo continuo de reglas¡ Lo siguiente ser¨¢ la medici¨®n del tiempo.
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