El ¡®Plan Marshall¡¯ llega al f¨²tbol
El deporte rey mira cada vez m¨¢s a Estados Unidos, donde medita celebrar una Supercopa que abra la temporada europea a partir de 2024
En su ¨²ltima reuni¨®n, la ECA se plante¨® abrir desde 2024 la temporada europea con una Supercopa Europea a celebrar en¡ Estados Unidos. Participar¨ªan los campeones de Champions, Europa League y Conference Ligue, m¨¢s¡ el de la MLS. Me parece mucho honor para el campe¨®n de una liga que viene a servir de retiro para higuaines, bales, chiellinis, chicharitos o carlos velas.
Pero el f¨²tbol mira cada vez m¨¢s a Estados Unidos. El amigo americano solicit¨® y obtuvo el Mundial 2026. El pr¨®ximo Mundialito de Clubes, que iba a ser en China, se celebrar¨¢ en Estados Unidos en febrero. De 2013 a 2020 tuvimos a nuestros mejores clubes jugando aquella International Champions Club, foco de maquinaciones para la Superliga. Este verano volvieron all¨ª los tres supervivientes del proyecto, Madrid, Bar?a y Juve, para jugar amistosos. Y no me olvido de la pretensi¨®n de Tebas de jugar en Miami aquel Girona-Bar?a ni que la Copa Am¨¦rica de 2016 se jug¨® all¨ª.
Es un flujo de ida y vuelta. La Premier marca la pauta en ese sentido. Solemos ver a los jeques y a los millonarios rusos como los grandes amos de la Premier, pero en aquel campeonato hay mucha m¨¢s invasi¨®n norteamericana que de ning¨²n otro sitio. Personajes o empresas americanas controlan el Arsenal, el Liverpool, el Manchester United, el Chelsea, expropiado a Abramovich por la guerra, el Crystal Palace, el Aston Villa y de forma inminente el Bournemouth. Y varios otros tienen participaci¨®n de capital de aquella procedencia.
Es una cuesti¨®n que va a ir a m¨¢s, seg¨²n advert¨ªa recientemente The Athletic: la ca¨ªda de la libra hace m¨¢s tentadora la inversi¨®n. Tanta inyecci¨®n de dinero externo al f¨²tbol no tendr¨ªa por qu¨¦ ser mala en s¨ª, pero produce dos efectos. Uno es la alteraci¨®n de la naturaleza del mercado para da?o de los que solo viven, como Madrid, Bar?a y Atl¨¦tico (y m¨¢s all¨¢ el Bayern y tantos otros¡) de lo que da la industria, cuesti¨®n sobre la que han advertido repetidamente desde troneras opuestas Tebas y Florentino. El otro, aplicable solamente a la inversi¨®n americana, consiste en el contagio de pr¨¢cticas ajenas y con frecuencia contrarias a la intimidad de este juego.
Esos nuevos propietarios americanos poseen en su mayor¨ªa franquicias en los deportes profesionales americanos y han crecido con unos h¨¢bitos distintos de los del viejo f¨²tbol. Por ejemplo, la idea de una Superliga sin descensos de la que tuvieron que apearse al ver la reacci¨®n de la calle, Boris Johnson y el pr¨ªncipe Guillermo. M¨¢s ingenua, pero absurda, es la propuesta de Todd Boehley, el nuevo due?o del Chelsea, de montar en la Premier un ¡®partido de las estrellas¡¯ estilo NBA. Otra enso?aci¨®n es un campeonato entre superestrellas de las cuatro grandes ligas (excluyen a Francia). Aqu¨ª la participaci¨®n americana del Atleti (a LaLiga tambi¨¦n van llegando) no consideraba blasfemo el fichaje de Cristiano y fue su insistencia lo que alarg¨® el culebr¨®n.
Parecer¨¢ inmovilista la defensa de los viejos modos del f¨²tbol frente a influencias americanas, pero invito a pensar si no ser¨¢ m¨¢s bien pr¨¢ctico. Ning¨²n deporte nacido all¨ª ha alcanzado la implantaci¨®n universal del f¨²tbol pese a la tremenda expansi¨®n de todo lo americano, que tras la II Guerra Mundial invadi¨® el mundo con sus cosas, desde el cine a la Coca Cola pasando por el idioma, hoy lengua franca.
El f¨²tbol ha colonizado la tierra hace tiempo y no le hace ning¨²n bien alterar la sencilla receta con que alcanz¨® tal ¨¦xito ni le veo necesitado de alteraciones bruscas. Ha tenido siempre un ritmo de cambio y adecuaci¨®n a los tiempos que ahora detecto una prisa loca por acelerar, desde el Reglamento al ritmo de competiciones, en busca del american way of life. Los jeques y los petromillonarios rusos llegaron sin otra pretensi¨®n que lucir y colonizar otros espacios de la vieja Europa, no hay que temer que alteren la esencia del f¨²tbol. Con los socios americanos es otra cosa. Existe una amenaza real de contagios peligrosos.
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