La apoteosis de un equipo de pueblo
El Autol se clasifica en los penaltis ante el D¨ªnamo San Ju¨¢n para jugar la Copa del Rey frente a un Primera Divisi¨®n
Comienza el partido, la pasi¨®n. No es el Bernab¨¦u, ni San Mam¨¦s, ni el Metropolitano, sino la Manzanera, un campito de hierba artificial a orillas del r¨ªo Cidacos, en Autol, pero est¨¢ lleno. Desde Santurtzi ha llegado la marea morada de San Juan; invade la tranquilidad de un pueblo que, por una vez, est¨¢ en ebullici¨®n. Ambos equipos buscan un lugar entre los grandes, la eliminatoria de Copa contra un Primera.
La primera parte acaba en empate. Los vascos del D¨ªnamo est¨¢n indignados. Su extremo derecho, Goiko, ha ca¨ªdo en el minuto 15, en lo que parec¨ªa un claro penalti, pero el ¨¢rbitro, el navarro Fern¨¢ndez Santiesteban, que se tira un aire a Mateu, y que estaba cerca, no lo ha pitado. Luego, en el 38, han tenido una ocasi¨®n clar¨ªsima que se ha paseado por la l¨ªnea.
Pero llega el descanso y vuelve la calma. El 5.136 es el n¨²mero de la rifa que se lleva un jam¨®n. Con la parafernalia de un partido de campanillas y las costumbres de la Regional, se enfrentan un pueblo rico y un barrio pobre, dos equipos modestos. Tal vez no sea la definici¨®n completa de la pugna entre el Autol, un club de la Preferente riojana, y el D¨ªnamo San Juan, de la Divisi¨®n de Honor de Bizkaia, pero es evidente que Autol, una localidad de menos de 5.000 habitantes en la comarca de Calahorra, es agr¨ªcola y pr¨®spera con sus industrias conserveras y vin¨ªcolas. ¡°Aqu¨ª todo el que quiere trabajar, trabaja. El que quiere trabajar mucho, puede hacerlo¡±, apunta Enrique Fr¨ªas, uno de los dirigentes del club. ¡°En nuestro barrio hay mucho paro, gente en dificultades¡±, confiesa Alex D¨ªaz, presidente del D¨ªnamo, equipo de un barrio de Santurtzi, en las faldas del monte Serantes.
Salen para la segunda parte, algunos como Eneko, el extremo zurdo del D¨ªnamo, muy revolucionados. Ve una roja clar¨ªsima. Los periodistas la observan a un metro, escuchan los gritos justificados del ca¨ªdo. Se quedan los vascos con diez, pero siguen dominando, aunque sin gol. En la ¨²ltima jugada, despu¨¦s de un par de escaramuzas, se equilibran los equipos. Dani Garrido, nombre de Carrusel, ve la segunda amarilla. Diez contra diez y pr¨®rroga. En el minuto 14 marca Hierro, qu¨¦ apellido tan evocador para un futbolista de la margen izquierda de la R¨ªa de Bilbao, y se desata la apoteosis en la grada morada, justo cuando un desprendimiento hace desalojar la tribuna principal, que se queda vac¨ªa.
Desesperados, los del Autol, se lanzan en la segunda parte del tiempo extra, Fran empata en una acci¨®n similar a la del gol vasco, y la apoteosis se traslada del barrio al pueblo. Llegan los penalties, y despu¨¦s de 18 lanzamientos, Rub¨¦n Mart¨ªnez anota el ¨²ltimo y la afici¨®n invade el campo. El Autol gana.
Los dos equipos ten¨ªan la misma ilusi¨®n: pasar la eliminatoria y jugar frente a un club de Primera Divisi¨®n en la Copa del Rey. Un sue?o. En La Manzanera, el campo de Autol, con m¨¢s de 600 seguidores vascos que llegaron en autocares o veh¨ªculos particulares. La mitad del campo era local, la otra visitante. En los ¨²ltimos partidos, los dos equipos se espiaron, reservaron jugadores para la cita entre ambos, pero rein¨® la cordialidad. ¡°Les pedimos entradas, despu¨¦s m¨¢s, y nos las dieron¡±, confesaban desde Santurtzi.
Al margen de la ilusi¨®n com¨²n por la clasificaci¨®n, ambos compart¨ªan una ambici¨®n. Los dos clubes deseaban al Athletic en el sorteo de la siguiente ronda. ¡°No es por dinero¡±, dice Enrique Fr¨ªas. ¡°S¨®lo porque creo que es el m¨¢s prestigioso que nos puede tocar¡±. De hecho, el dirigente del Autol no contemplaba, salvo decisi¨®n federativa, cambiar de campo. ¡°El orgullo ser¨ªa jugar en La Manzanera¡±, dec¨ªa. ¡°?Cu¨¢nto m¨¢s ¨ªbamos a sacar por llevarlo a otro lugar?¡±. Seg¨²n Fr¨ªas, ¡°tenemos una buena situaci¨®n econ¨®mica, nos apoyan bastantes empresas de la zona. Una buena recaudaci¨®n no nos arregla el presupuesto¡±.
Todo lo contrario que al D¨ªnamo San Juan. Las camisetas se las paga el bar Botijos, del barrio bilba¨ªno de Mazustegi. Un directivo del club es amigo del due?o. Se conocen porque veranean en el mismo c¨¢mping. ¡°Si jugamos contra un Primera, ir¨ªamos a Lasesarre¡±, el campo del Barakaldo, ¡°y ser¨ªa un sue?o el Athletic, y jugar en San Mam¨¦s¡±. A ellos s¨ª les hubiera venido bien el dinero de la recaudaci¨®n, pero no ser¨¢. El D¨ªnamo estuvo al borde de la desaparici¨®n. Resisti¨® siete a?os sin campo propio, desde que desapareci¨® su antiguo recinto. ¡°Nos salvamos gracias al Gazteak¡±, otro club de Santurtzi, ¡°que nos cedi¨® sus instalaciones¡±. Ahora juegan en un campo municipal, diminuto, de 90x50 metros, las medidas m¨ªnimas, junto a los bloques de viviendas modestas que se escalonan en las faldas del monte.
En Autol llegaron casi por casualidad a la Copa del Rey. Ellos lo que quer¨ªan era ascender a Tercera Divisi¨®n. En la eliminatoria de ascenso, cayeron en un choque en el que el ¨¢rbitro se lesion¨® y tuvo que dejar su puesto a otro. El Autol impugn¨® el partido, el TAD le acab¨® dando la raz¨®n y decretando que se repitiera, pero el caso pas¨® a un juez de lo contencioso administrativo que suspendi¨® el fallo de manera cautelar. Ah¨ª sigue la reclamaci¨®n, pero al ser el equipo mejor clasificado despu¨¦s de los que ascendieron, le correspondi¨® la plaza para jugar la Copa. ¡°Nos quitaron la ilusi¨®n de ascender, pero peleamos para que no nos quitaran la Copa¡±, apunta Enrique Fr¨ªas. Ya festejan la clasificaci¨®n.
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