Dominarse a s¨ª mismo
Aspirar a un Grand Slam es mucho m¨¢s que resolver partidos de tenis, es arreglar tus pensamientos en una vor¨¢gine de atenci¨®n que puede terminar con tu cabeza
?Tengo lo necesario para conseguirlo? ?Estar¨¦ a la altura de un torneo as¨ª? ?No ser¨¢ un reto demasiado ambicioso? Las preguntas retumban tu cabeza al llegar a un Grand Slam, los torneos m¨¢s prestigiosos del tenis profesional. Son citas que hemos so?ado desde peque?os, eventos que marcan la historia del deporte y formar parte de ellos desordena el interior de cualquier atleta. Solamente los mejores consiguen disputarlos y, de esos, apenas los m¨¢s fuertes tienen el privilegio de levantarlos.
A lo largo de mi carrera pude vivir emociones inmensas en los grandes, en ocasiones rompiendo el guion m¨¢s probable en mi camino. En mi primer Roland Garros, procedente de una fase previa repleta de sue?os, logr¨¦ meterme entre las ocho m¨¢s fuertes del torneo. Siendo una ni?a, apenas llegada al circuito, estaba jugando los cuartos de final. La misma ronda que disput¨¦ en mi primera visita a Australia, el torneo que se celebra estos d¨ªas en Melbourne Park.
A pesar de lo inmediato del premio, aunque consegu¨ª dejar huella en el primer intento, esas voces nunca desaparecen del todo.
Los grandes ponen a prueba la fe personal de cualquiera. La historia es demasiado grande para ignorarla, sus siete cap¨ªtulos son una vuelta de tuerca en tu confianza y la atenci¨®n que se centra sobre tus pasos no es comparable al de ning¨²n otro momento del calendario. Aspirar a un Grand Slam es mucho m¨¢s que resolver partidos de tenis, es arreglar tus pensamientos en una vor¨¢gine de atenci¨®n que puede terminar con tu cabeza.
Cuando miro a jugadores como Rafael Nadal o Novak Djokovic, comprendo lo excepcional de sus figuras. En el circuito, llegados a ciertos niveles, todos juegan un tenis primoroso. Miren a dos tenistas unos minutos y no sabr¨¢n distinguir al n¨²mero 1 del n¨²mero 150. Obs¨¦rvenlos una hora y lo tendr¨¢n algo m¨¢s claro. Si no apartan la mirada durante 15 a?os, encontrar¨¢n a muy pocos con la capacidad de los mencionados.
El triunfo es el gran enemigo de la ambici¨®n, pero hay jugadores que parecen ajenos a esa realidad. Lidiar con la presi¨®n semana tras semana, cumplir con las expectativas de manera constante y querer seguir como el primer d¨ªa es un sello que diferencia a los buenos de los grandes jugadores. En ning¨²n lugar como un Grand Slam se marca esta divisi¨®n en el vestuario. Son eventos donde el miedo esc¨¦nico es real, donde pones a prueba qu¨¦ posici¨®n ocupa realmente tu carrera.
Abstraerse de los pensamientos es una de las cosas m¨¢s complicadas del deporte. En estos eventos nunca olvidas que atraviesas tu punto m¨¢s vulnerable, con millones de personas pendientes de tus pasos. Con el viento a favor, es sencillo que la mente fluya de un modo positivo. El gran reto es contener el rumbo ante una situaci¨®n de dificultad, algo propio de una competici¨®n donde solo se enfrentan los mejores.
Levantar un trofeo de Grand Slam es mucho m¨¢s que jugar bien, es no perder tu esencia bajo la presi¨®n m¨¢s salvaje que vivir¨¢s en tu carrera. Los puntos que hay en juego y el premio econ¨®mico retumban en tu cabeza, record¨¢ndote que la recompensa es inmensa, pero tambi¨¦n el precio que deber¨¢s pagar por optar a conseguirlo.
Las emociones recorren tu interior con una intensidad que puede abrumar. De la ilusi¨®n a la angustia hay un paso bien peque?o, muy delgada es la l¨ªnea que separan los nervios de la frustraci¨®n. Dominarlos, dominarte, puede ser la llave para escribir la historia que siempre so?aste desde que emprendiste el camino.
El Abierto de Australia arroja estos d¨ªas a muchos candidatos a completar ese desaf¨ªo. Solamente unos pocos tendr¨¢n la capacidad de conseguirlo. M¨¢s all¨¢ de los golpes, por encima de cualquier tiro, cuando vean un tenista en pie observar¨¢n a alguien intentando dominarse a s¨ª mismo.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.