El efecto orbital de Vinicius
Si el brasile?o no existiera, el negocio del f¨²tbol so?ar¨ªa con un jugador como ¨¦l
Desde que lleg¨® al Madrid, Vinicius ha ocupado una posici¨®n en el campo y otra en la atm¨®sfera madridista. Extremo, y de los buenos, su crecida es imparable. Es figura del equipo, al que coron¨® campe¨®n de Europa con su gol en la final de Par¨ªs. Muy pocos jugadores en el mundo est¨¢n tan bien perfilados como Vinicius para los tiempos que corren: excitante, expansivo, intr¨¦pido, contagioso y joven (22 a?os). Un animal teleg¨¦nico adem¨¢s. Las c¨¢maras le adoran. Si no existiera Vinicius, el negocio del f¨²tbol so?ar¨ªa con un jugador como ¨¦l.
Su caso resulta m¨¢s que llamativo en un club acostumbrado a cobijar estrellas de talla mundial. La lista es tan larga como inagotable. Entre las actuales, por ejemplo se encuentran Modric y Benzema, dos ganadores del Bal¨®n de Oro, asunto dif¨ªcil en un periodo hist¨®rico que, entre otros, re¨²ne a luminarias como Messi, Mbapp¨¦ y Neymar. Ning¨²n club se siente m¨¢s c¨®modo con los grandes jugadores, y sus cuitas, que el Real Madrid.
El Madrid adora, ficha y cuida a sus estrellas. A cambio, requiere y consigue que las estrellas adoren al club. De lo contrario, son tan prescindibles como el jugador reci¨¦n llegado de la cantera. D¨¦cada tras d¨¦cada, el Real Madrid ha resuelto esta ecuaci¨®n, complicad¨ªsima para la inmensa mayor¨ªa de los grandes clubs. Si no tiene la f¨®rmula secreta, lo parece: primero, la instituci¨®n; despu¨¦s, todo lo dem¨¢s, por fabuloso que suene el nombre.
Vinicius es un caso especial. Con respecto a ¨¦l, la duda no radicaba en su relaci¨®n con el club, sino en la del madridismo con Vinicius. Ha sido m¨¦rito suyo ganarse el aprecio y luego la admiraci¨®n del amplio sector que le criticaba en sus tres primeros a?os. Esa ¨¦poca tambi¨¦n explica su singularidad. Desde que aterriz¨® con 18 a?os reci¨¦n cumplidos, se situ¨® como foco de m¨¢ximo inter¨¦s en la escena del Madrid, en sus peores momentos, en los mejores y en los actuales, cuando se teme que su impronta empiece a exceder m¨¢rgenes saludables.
No hay un caso comparable desde la irrupci¨®n de Ra¨²l en los a?os 90, con una salvedad: tanto Ra¨²l como la Quinta del Buitre aparecieron en una ¨¦poca de agudas estrecheces en el club. Sobre ellos se edificaron ilusiones y expectativas que cumplieron desde el primer minuto. Vinicius no fue ni Ra¨²l, ni Butrague?o. Ingres¨® en el Madrid con la fama de nuevo Pel¨¦, etiqueta que suele acompa?ar a los j¨®venes fen¨®menos brasile?os, con experiencias desastrosas por lo general.
No hay narrativa de los ¨²ltimos cinco a?os del Real Madrid sin la masiva presencia de Vinicius, cualquiera que haya sido el estado del equipo. Era fascinante su papel como pim pam pum medi¨¢tico en sus dos primeros a?os, trayecto que ning¨²n otro joven ha recorrido en el club. O funcionaba pronto, o al cuarto del olvido. Las penalidades de Vinicius resultaban tan atractivas como luego lo fue su imprevisto despegue y ahora es su condici¨®n de estrella indiscutible, asociada por otro lado a unos rasgos que en el Real Madrid probablemente solo se han detectado en Sergio Ramos y Cristiano Ronaldo.
En cuatro a?os, Vinicius se ha construido como un sensacional jugador y un gigantesco personaje, con un efecto orbital. De un tiempo a esta parte, el Real Madrid y el ambiente del madridista cada vez gira m¨¢s alrededor de Vinicius, en su doble condici¨®n de jugador y personaje, ambivalencia que ning¨²n otro futbolista reclama, ni las figuras de toda la vida, ni los aspirantes a figura. En cuanto a su importancia en el campo, es un jugador crucial, tanto como el que m¨¢s, o m¨¢s a¨²n. Con respecto al personaje, al Madrid le toca contenerlo. Los excesos perjudican a Vinicius y distraen al equipo.
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