Ganar o perder en cent¨ªmetros
Anda el f¨²tbol tan cambiante que equipos como el Bayern atacan cuando no tienen el bal¨®n
Era el minuto 38 del partido de vuelta de los octavos de final de la Champions cuando Vitinha, el 17 del PSG, iba a golpear (ahora alguien le dir¨¢ que lo ten¨ªa que haber parado) el bal¨®n que Yann Sommer, portero del Bayern ¡ªpero con el dorsal 27¡ª, hab¨ªa perdido dentro de su ¨¢rea. Nadie en la porter¨ªa, casi un simple pase a la red para ejecutar y celebrar. Uno de esos tiros que, digo yo, debe de tener un porcentaje de convertirse en gol superior al 90%. Era el milisegundo en el que parec¨ªa que, por fin, al PSG se le iba a aparecer ese duende que ilumina a los ilustres de la vieja Copa de Europa, algo as¨ª como una devoluci¨®n de aquel bal¨®n perdido hace un a?o en el Bernab¨¦u por su portero Donnarumma, el 99 del PSG, como si el f¨²tbol fuera circular y quisiera compensar a los parisinos por lo perdido en medio de la ¨¦pica madridista.
Solo que De Ligt ¡ªeste s¨ª que lleva un n¨²mero cl¨¢sico para un central, como es el 4¡ª decidi¨® que tan importante era salvar un bal¨®n en la raya como marcarlo, as¨ª que se lanz¨® como portero (sin guantes) y sac¨® esa pelota que llevaba impreso el 1 en el marcador del PSG. Todo sigui¨® como al principio del partido, 0 a 1 para el Bayern en la ida y el PSG necesitado de remontar. A seguir remando.
Todos nosotros aprendimos un f¨²tbol en el que se atacaba con el bal¨®n y se defend¨ªa cuando no lo ten¨ªas con la idea de recuperarlo, asegurarlo y de esa manera poder volver a atacar. Pero andan los tiempos futboleros tan cambiantes que actualmente los equipos como el Bayern atacan cuando su rival tiene el bal¨®n, excelente respuesta a la posesi¨®n si se olvida que esta debe ir acompa?ada por la posici¨®n. Si quieren un ejemplo de este cambio, otro, de paradigma, recuerden el gol con el que los b¨¢varos abrieron el marcador.
Una pelota que era del PSG, un bal¨®n que necesitaba ser tratado como si fuera un explosivo a punto de estallar ¡ªo sea, sacarlo fuera tan r¨¢pido como fuera posible¡ª y que un jugador tan experto como Verratti acab¨® convirtiendo en una jugada decisiva para que el Bayern abriera el marcador, fue enviado por Choupo-Moting a la red y desat¨® ese auf wiedersehen (adi¨®s, en este caso al PSG) con el que el p¨²blico alem¨¢n festeja la clasificaci¨®n de sus equipos y que me ha tocado escuchar m¨¢s de una vez en mi carrera deportiva.
El segundo gol del Bayern tras la p¨¦rdida, otra vez, de Verratti ¡ªaunque en esta ocasi¨®n a 80 metros de su porter¨ªa, pero 80 metros por donde solo corr¨ªan un par de camisetas parisinas¡ª acab¨® de certificar que los octavos son una barrera casi insalvable para el club de Mbapp¨¦, Messi y Neymar. Qu¨¦ se puede esperar de la m¨ªstica de esta competici¨®n si tienes enrolado a un milagrero como Sergio Ramos, que patent¨® ese remate de cabeza al fondo de las mallas en el noventaitantos ¡ª2014, Lisboa, con el Atl¨¦tico como rival¡ª y que cuando lo consigue con una camiseta blanca, pero con escudo con la torre Eiffel, lo ¨²nico que obtiene es negaci¨®n.
Sommer, el portero con el 27 a la espalda, se visti¨® con el traje de superh¨¦roe y compens¨® aquel error del 38 con una parada decisiva en el 64, cuando todo se tornaba oscuro para las aspiraciones del PSG, y a quien ese gol hubiera devuelto el pulso, la convicci¨®n y hasta la fe y la inspiraci¨®n en lograr lo que un par de minutos antes, justo despu¨¦s de que Verratti perdiera su primer bal¨®n, se hab¨ªa convertido en una aventura imposible.
Si es que hasta cuando Leo Messi, astutamente agazapado, consigui¨® robar un bal¨®n para salir al contraataque con Mbapp¨¦, la jugada qued¨® invalidada porque antes la pelota hab¨ªa tocado en el ¨¢rbitro y la bola volvi¨® a posesi¨®n muniquesa. Y es que, como dicen que expres¨® Felipe II y pensar¨ªa Galtier, entrenador del PSG, no hab¨ªa enviado a sus muchachos a luchar contra los elementos. Otra vez.
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