Liberar a los jugadores, condenar a los directivos en el ¡®caso Negreira¡¯
El silencio del Camp Nou es tan ensordecedor como el ruido de quienes iniciaron ya las cuentas de los t¨ªtulos ganados por el Bar?a mientras se produjeron los pagos
A falta de una declaraci¨®n institucional o una comunicaci¨®n oficial de la directiva del Barcelona, se suceden las intervenciones a t¨ªtulo individual sobre el proceso penal abierto contra la entidad por el pago de 7,3 millones al exvicepresidente de los ¨¢rbitros Jos¨¦ Mar¨ªa Enr¨ªquez Negreira durante 17 a?os (2001-2018). La mayor¨ªa redunda en una misma idea: el Bar?a nunca compr¨® a un ¨¢rbitro y sus pr¨¢cticas respecto a los colegiados han sido parecidas a las de cualquier club de la Liga.
Enric Masip, asesor a la presidencia azulgrana, explic¨® que ¡°el Bar?a no ha hecho nada malo¡± ni tiene miedo a que les ¡°pase algo¡± y Gerard Piqu¨¦ est¨¢ dispuesto a ¡°poner la mano en el fuego¡± por el Barcelona. El excapit¨¢n ha contado que las acusaciones ¡°no tienen ninguna l¨®gica¡± durante una entrevista con Jordi Bast¨¦ en Rac1. Ninguno de los que se han pronunciado, sin embargo, ha superado de momento a Joan Laporta. ¡°Tengo muchas ganas de enfrentarme a los sinverg¨¹enzas que manchan nuestro escudo¡±, proclam¨® el presidente del Bar?a.
Laporta apel¨® a la emotividad desde su condici¨®n de cul¨¦ irreductible en un acto con los capitanes de los equipos profesionales y de las categor¨ªas inferiores. ¡°El sentimiento barcelonista ni se compra ni se vende, pero tampoco se ensucia¡±, insisti¨® en un parlamento tan pasional que tuvo que advertir que no se emocionaba ¡°por debilidad¡± sino por su estima al Bar?a ante un auditorio en el que se encontraban varios ni?os en una jornada impulsada por el Centro de Excelencia Deportiva del Barcelona.
El presidente prefiri¨® impresionar a razonar para no responder a la pregunta que lleva a mal traer al club y que le sit¨²a fuera del marco convencional tan aludido desde el Camp Nou: ?por qu¨¦ el Bar?a pag¨® 7,5 millones durante 17 a?os a un directivo arbitral? No se sabe de ning¨²n otro club que haya llegado a tal extremo en sus relaciones amables o intimidatorias con los colegiados y por tanto de nada sirve dar vueltas al asunto en un intento de justificar lo injustificable despu¨¦s de ser descubierto por querer trampear con Hacienda.
No se sabe todav¨ªa a qu¨¦ servicio obedec¨ªa el dinero mientras se rastrea su recorrido, un motivo suficiente para especular sobre un chantaje, extorsi¨®n, pagos a terceros y por supuesto para intentar ¡°favorecer¡± al equipo en la toma de decisiones arbitrales o garantizar su neutralidad, seg¨²n la Fiscal¨ªa. La acusaci¨®n no est¨¢ probada, y puede que no se pueda demostrar, a diferencia de la contrastada torpeza de los rectores del club, desde el que ide¨® la factura hasta el que la cerr¨®, pasando por el que la aument¨®, sin reparar en las consecuencias que pod¨ªa tener para el Bar?a.
A la espera de saber si es delito, el proceder azulgrana no es ¨¦tico y resulta tan reprobable como punible por m¨¢s que la presunci¨®n de inocencia asista al Bar?a. El silencio del Camp Nou resulta tan ensordecedor como el ruido de quienes iniciaron ya las cuentas de los penaltis pitados y t¨ªtulos ganados por el Bar?a mientras Enr¨ªquez Negreira estuvo en el CTA. La actitud de Laporta, que no puede alegar desconocimiento porque intervino en el invento, tampoco ayuda a mitigar el da?o reputacional del Barcelona.
Aunque tiene su parte de raz¨®n porque ha sido citado como testigo y cuanto diga ahora puede jugar despu¨¦s en su contra, el presidente har¨ªa bien en actuar decididamente para explicar que los errores de los directivos no tienen por qu¨¦ ser asumidos por los jugadores, ni los actuales ni tampoco los anteriores, protagonistas de la ¨¦poca dorada del FC Barcelona (2003-2015). Toca delimitar responsabilidades para poner a salvo el terreno de juego de la mancha que invade la sala de juntas del Camp Nou.
Laporta, que tampoco es ajeno al ¨¦xito, no solo tiene que dar explicaciones a sus socios sino demostrar a la justicia que los futbolistas alcanzaron la victoria por ser mejores que sus rivales y ajenos a los trapicheos de sus rectores, ejercicio que, a diferencia del caso Neymar, obliga a asumir las culpas ¡ªlas que le toque a cada mandatario¡ª o por el contrario al equipo le quitar¨¢n lo ganado y puede que hasta lo que queda por ganar en su doloroso paso por la Liga.
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