El Sevilla apuntilla al Valencia
El conjunto andaluz juega con el miedo de su rival y acaba acercando un poco m¨¢s al descenso al equipo de Baraja
El viernes por la noche, en una de las grandes avenidas del centro de Valencia, la Gran V¨ªa Marqu¨¦s del Turia, un padre y su hijo bajaron a pasear el perro. Eran las nueve de la noche y el se?or tiraba de la correa del Golden Retriever mientras el ni?o iba tan feliz con su camiseta de Valencia con el nombre de Cavani estampado en la espalda. De repente, sin verlo venir, un hombre le hizo una caranto?a en la cabeza. El chiquillo se gir¨® y ya solo vio a alguien alejarse. Su padre sonri¨® y le dijo que era el Pipo Baraja. El ni?o, perplejo, volvi¨® a girarse. Cada uno sigui¨® su camino. Baraja se ir¨ªa a cenar y a darle vueltas sobre c¨®mo meterle el colmillo al Sevilla, que la v¨ªspera hab¨ªa sacado un valioso empate en Old Trafford, y el padre y su hijo se fueron por otro lado. Uno, con la inocencia de la infancia, sin saber lo que es un descenso; el otro, con el recuerdo indeleble de aquel 1986, el a?o que el Valencia se cay¨® de la gran Liga.
Esas dos generaciones, angustiadas, pero diferentes, confluyeron de nuevo en un estadio de Mestalla donde la gente empieza a barruntar lo peor. Primero porque lo dice la clasificaci¨®n, indiscutible, y, segundo, porque lo ve en el campo, donde el Valencia tiene serios problemas para disimular su olor a podrido.
Jos¨¦ Luis Mendil¨ªbar entr¨® en Mestalla con una idea muy clara: jugar con el miedo de su oponente, el p¨¢nico al descenso que atenaza a muchos de los jugadores. Como los centrales, tiesos como m¨¢stiles, o los laterales, que en muchos lances no saben si salir o esperar. Al Sevilla, que ven¨ªa de darse una paliza el jueves para remontar ante el Manchester United en Inglaterra, le daba igual que corriera el tiempo. Ellos ten¨ªan cinco puntos de margen sobre la zona de descenso -ahora ocho- en la que est¨¢ clavado el Valencia, un equipo que empez¨® con intenci¨®n y acab¨® desmadej¨¢ndose mediado el primer tiempo. Sin las sutilezas de Nico ni la verticalidad de Kluivert -ambos lesionados- el conjunto valenciano fue haci¨¦ndose cada vez m¨¢s asim¨¦trico porque Gay¨¢, por la banda izquierda, pero m¨¢s adelantado que de costumbre, con Lato cubri¨¦ndole las espaldas, era el ¨²nico capaz de aportar algo de ingenio. No mucho, solo centros desde la banda que casi nunca acababan en Cavani, que recuperaba la titularidad tras el traspi¨¦ de Almer¨ªa y que se march¨® en la segunda parte sin justificar su fama de goleador.
El Sevilla, invicto desde que lleg¨® Mendilibar, ten¨ªa algunos mecanismos defensivos que le val¨ªan para bloquear los ataques de su contrincante. Y paciencia, mucha paciencia. Los ¨²ltimos precedentes de su contrincante, el empate ante el Rayo y la derrota en Almer¨ªa, dejaron una conclusi¨®n: siempre hay un momento en el que el Valencia se desconecta. Solo hac¨ªa falta esperar.
La recompensa lleg¨® al poco de empezar la segunda parte, como en Almer¨ªa. Bad¨¦, que hab¨ªa ca¨ªdo en la salida de un c¨®rner, esper¨® unas d¨¦cimas de segundo sobre su marcador, que estaba tendido en el suelo, luego se levant¨®, cogi¨® el rechace y marc¨®. M¨¢s nervios. M¨¢s prisas. M¨¢s angustia. El p¨²blico termin¨® de indignarse poco despu¨¦s, cuando consider¨® que Fernando hab¨ªa cometido un penalti al golpearle el bal¨®n dentro de su ¨¢rea. Del Cerro Grande fue a consultarlo y determin¨® que no.
La jugada, pol¨¦mica, fue lo m¨¢s cerca del gol que estuvo el Valencia en la segunda mitad. La decisi¨®n encendi¨® al p¨²blico, que termin¨® de creer poco despu¨¦s, en el minuto 74, con la sentencia de Suso, el segundo gol andaluz. La ventaja disimul¨® el principal contratiempo del Sevilla, que se qued¨® sin el ¨²nico lateral izquierdo que conservaba, Rekik. Pero esto acab¨® siendo un problema menor ante un equipo desquiciado que acab¨® con diez tras la expulsi¨®n de Moriba por una fea entrada y al que a¨²n le quedan tres partidos m¨¢s ante rivales directos en las pr¨®ximas jornadas. Algunos, aunque d¨¦bilmente, mantienen la fe, como esos ni?os con camisetas relucientes. Los m¨¢s veteranos, los que ya vivieron un descenso, se temen el peor desenlace.
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