Adi¨®s a Sergio Busquets: el hijo del centrocampista enjaulado
Se cierra una ¨¦poca elevada a la categor¨ªa de ficci¨®n por todos los que todav¨ªa no hemos terminado de frotarnos los ojos, a?os en los que todo el mundo miraba hacia Barcelona sin entender lo que all¨ª ocurr¨ªa
¡°Incluso cuando la televisi¨®n no lo enfoca, est¨¢ haciendo algunas cosas bien¡±, declar¨® el Cholo Simeone sobre Sergio Busquets en cierta ocasi¨®n, una definici¨®n excepcional por la distancia que existe entre el f¨²tbol de ambos polos y enmarcada, al mismo tiempo, en una declaraci¨®n de amor sin parang¨®n, al haber sido pronunciada en presencia del mism¨ªsimo Pep Guardiola. ¡°Por ah¨ª tienes a Messi, a Iniesta, a Xavi... Pero Busquets es el que lo hace todo bien, el futbolista m¨¢s importante del equipo es ¨¦l¡±, insist¨ªa el monarca de las ant¨ªpodas cruyffistas en un planteamiento que apenas ha generado discusi¨®n lejos de la propia Barcelona, un poco como la peatonalizaci¨®n de la ciudad, que solo parece molestar a qui¨¦nes necesitan de un coche ¡ªo de N¡¯Golo Kant¨¦¡ª para vivir tranquilos.
El mejor equipo de la historia naci¨® de una anomal¨ªa soberbia: el entonces reci¨¦n nombrado entrenador, un novato que ven¨ªa de entrenar al filial en Tercera Divisi¨®n, se empe?¨® en despachar a las grandes figuras del primer equipo sin un duro en la caja para reponer existencias. ¡°Busquets y Pedrito¡±, contest¨® cuando le preguntaron qui¨¦nes sustituir¨ªan a Deco y Ronaldinho. Que Joan Laporta no infartase en aquel preciso instante nos habla de un coraz¨®n de naturaleza excepcional. Que atendiese a las razones de los t¨¦cnicos y aceptase un cambio de paradigma semejante, le convierte en una figura fundamental para comprender toda aquella locura ordenada sobre el campo por un tal Sergio: el hijo de un portero tan singular que so?aba con ser mediocentro, pero le gustaba jugar en ch¨¢ndal.
?scar Aibar, director de Cu¨¦ntame c¨®mo pas¨® o El sustituto, recuerda perfectamente c¨®mo era aquel Bar?a en el que Carlos Busquets tuvo que aprender a conformarse. Lleg¨® a jugar en el Juvenil A y durante el proceso se cruz¨® con figuras tan importantes y controvertidas en la historia moderna del club como Albert Benaiges, que fue su entrenador en las primeras categor¨ªas. ¡°Un d¨ªa, entrenando en aquellos campos viejos campos de la monta?a, le pegamos un balonazo a un b¨²ho que pasaba volando y, claro, el p¨¢jaro cay¨® al suelo malherido¡±, relata con cierto pudor. ¡°Y all¨ª est¨¢bamos, un grupo de cr¨ªos bastante impactados por lo ocurrido, rodeando al animal, cuando apareci¨® Benaiges y le pis¨® la cabeza al pobre b¨²ho¡±. As¨ª era aquel Bar?a. O aquel otro f¨²tbol, en general, donde se idolatraba a tipos duros como Migueli mientras se despreciaban otras muchas virtudes. No parece descabellado pensar que de ah¨ª provienen, algunos en herencia, gran parte de los cr¨ªticos naturales que a lo largo de su carrera ha tenido que soportar el hijo prodigioso de aquel centrocampista enjaulado.
Con el adi¨®s de Sergio Busquets se cierra una ¨¦poca elevada a la categor¨ªa de ficci¨®n por todos los que todav¨ªa no hemos terminado (quiz¨¢ no lo hagamos nunca) de frotarnos los ojos, a?os en los que una simple idea cambi¨® el f¨²tbol global y todo el mundo miraba hacia Barcelona sin entender lo que all¨ª ocurr¨ªa. Por eso a Busquets nunca lo incluyeron en las votaciones para el Bal¨®n de Oro, un premio pensado para ensalzar cuanto ocurre bajo la mirada selectiva de las c¨¢maras. ¡°No ha sido una decisi¨®n f¨¢cil, pero ha llegado el momento¡±, concedi¨® en su despedida un futbolista que convirti¨® la toma decisiones en su alambre particular y el acierto en una mala costumbre: digamos adi¨®s al F¨²tbol con may¨²sculas y hola, de nuevo, a la pelota con cosas.
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