Feliciano, estamos en el siglo XXI

Las tartas de cumplea?os son todo un mundo. Cualquiera dir¨ªa que con una tarta de chocolate contentas a todo el mundo. O que con un buen pedazo de pastel sobra para soplar las velas y meterle un poco de az¨²car al cuerpo. Pero, ojo. Que estamos en 2023. Y el choco con leche ya no se lleva.

Tampoco se lleva tratar a las mujeres con condescendencia, paternalismo, o desd¨¦n. Por decir algo. Ni ningunearlas. Mucho menos silenciarlas. No digamos ya exponerlas cual orqu¨ªdea, preciosa y delicada. En muchos de esos errores del siglo XXI incurri¨® hace unos d¨ªas el Mutua Madrid Open que organiza Feliciano L¨®pez.

Primero decidi¨® que las recogepelotas fueran j¨®venes y guapas azafatas vestidas a la ¨²ltima con faldas plisadas, al m¨¢s puro estilo de las cl¨¢sicas canchas de tenis, y polos cropped top ¡ªuna camiseta que cubre hasta por debajo del pecho y deja los abdominales al descubierto¡ª, equipaci¨®n que firmaba una de las marcas patrocinadoras del evento. Se lio una buena en las redes sociales. Que d¨®nde estaban los habituales ni?os y ni?as para ejercer de recogepelotas, que si era necesario ense?ar el ombligo o andar d¨¢ndose carreras en falda. Qu¨¦ exagerados. Exageradas, sobre todo.

Luego decidi¨® que no era lo mismo regalarle una tarta de cumplea?os a Aryna Sabalenka, 25 a?os, nacida un 5 de mayo, la n¨²mero dos del mundo y ¡ªen aquel momento¡ª reci¨¦n clasificada para la final del masters madrile?o que regalarle un pastel gigante portado por varias personas a Carlos Alcaraz, 20 a?os, nacido un 5 de mayo, entonces el n¨²mero dos del mundo y ¡ªen aquel momento¡ª reci¨¦n clasificado para la final del Masters madrile?o. A ver, Carlitos es espa?ol. Jugaba en casa. No es para tanto. Pero Sabalenka se quej¨®. A su manera. Y celebr¨® su victoria al d¨ªa siguiente con un discurso que arranc¨® as¨ª: ¡°He ganado gracias a lo bueno que estaba el pastel¡±. Qu¨¦ rencorosa.

La organizaci¨®n del Open de Madrid decidi¨® tambi¨¦n que la pareja femenina finalista de los dobles no ten¨ªa derecho a hablarle a la Caja M¨¢gica al terminar su partido, como s¨ª lo hab¨ªa hecho la pareja de dobles de chicos que lleg¨® a la final y la perdi¨®. A Coco Gauff y a Jessica Pegula, en cambio, no les pasaron el micro. Y optaron por quejarse p¨²blicamente a trav¨¦s de sus redes sociales y, de paso, dar los agradecimientos que se les hab¨ªan negado. ¡°No s¨¦ en qu¨¦ siglo se creen que est¨¢n viviendo ni en qu¨¦ momento alguien tuvo esta gran idea y pens¨® que no habr¨ªa reacci¨®n alguna¡±, declar¨® Pegula unos d¨ªas despu¨¦s, a su llegada al torneo de Roma (la vida sigue). ¡°Necesitamos que nos traten mejor¡±, denunciaba su colega Ons Jabeur. Qu¨¦ car¨¢cter.

O no. Las tenistas ni son exageradas, ni son rencorosas. Y s¨ª, tienen car¨¢cter. Menos mal. La historia de las Billy Jean King, Martina Navratilova, Steffi Graff, Venus y Serena Williams las obliga a levantar la voz siempre que algo no les gusta. ¡°No merezco menos porque tengo pechos y ellos no¡±, dijo Serena hace no tantos a?os. Reclamaba cobrar lo mismo que sus compa?eros hombres. Y lo consigui¨®. La anomal¨ªa en el tenis es que estos d¨ªas en Roma haya un futuro ganador del torneo que vaya a cobrar m¨¢s del doble que la futura ganadora. Eso ya no pasa en las pistas. Y como las tenistas no se callan, no volver¨¢ a pasar. As¨ª lo ha asegurado el presidente de la federaci¨®n italiana.

Algo parecido ocurri¨® en Madrid: vale, a Sabalenka no le dieron un pastel m¨¢s grande, pero quiz¨¢ no vuelva a pasar en el futuro, ni que sea por guardar las formas; las modelos-recogepelotas lucieron en la final unos pantalones tan anchos que casi ni se les ve¨ªan los tobillos, mucho menos el ombligo; y a Gauff y Pegula les llamaron los organizadores del Mutua Madrid Open para pedirles disculpas. ¡°Fue inaceptable¡±, asume el consejero delegado, Gerard Tsobanian. Bien hecho.

Ahora bien, ni un paso atr¨¢s. Las formas cuentan. Los derechos adquiridos no se sueltan. La voz hay que alzarla. Con micro o sin ¨¦l.

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