Katir y Mario Garc¨ªa Romo brillan en la Diamond League de Oslo en la quiz¨¢s mejor carrera de 1.500m del siglo
El murciano (3m 28,89s) termina segundo en Oslo tras Jakob Ingebrigtsen, que bate el r¨¦cord de Europa (3m 27,95s), y el salmantino entra el exclusivo club de los sub 3m 30s (3m 29,18s)
Es la madre de todos los 1.500m, el mejor reparto nunca reunido, y Mo Katir y Mario Garc¨ªa Romo, dos espa?oles con aspiraciones, y Jakob Ingebrigtsen al frente, un noruego de 22 a?os del que todo el mundo espera que bata el r¨¦cord del mundo de 1.500m (25 a?os hace ya de los 3m 26s de Hicham el Guerruj en Roma). No se corre a ritmo de r¨¦cord del mundo. Ingebrigtsen dice que la pista no es lo bastante r¨¢pida para bajar de 3m 26s y se conforma con bajar de 3m 28s y batir su mejor marca y el r¨¦cord de Europa. Las liebres, dos, por esos tiempos le gu¨ªan y en la ¨²ltima recta se deshace el ¨²ltimo que le agobia, Katir, y gana solo por distanciamiento. Consigue su objetivo, 3m 27,95s, la mejor marca de siempre del campe¨®n ol¨ªmpico de Tokio, r¨¦cord de Europa y sexta mejor marca de todos los tiempos, y por detr¨¢s, todos los que esprintan tras Katir para ser tercero tambi¨¦n terminan felices.
Katir, segundo, con 3m 28,89s, no tanto, pues no ha mejorado su mejor marca por 13 cent¨¦simas. Garc¨ªa Romo, s¨ª. El salmantino de Villar de Gallimazo, quinto, logra bajar de 3m 30s, la barrera de la superxecelencia. Sus 3m 29,18s, le convierten en el tercer espa?ol tras Katir, plusmarquista nacional, y Ferm¨ªn Cacho (3m 28,95s, que lo consigue. Lo nunca visto: dos espa?oles, y muy j¨®venes, por debajo de 3m 30s en la misma carrera. Los amigos de Garc¨ªa Romo y compa?eros de entrenamiento en el equipo On, Yared Nuguse y Ollie Hoare, baten el r¨¦cord respectivamente de Estados Unidos (3m 29,02s) y Australia (3m 29,41s) y el franc¨¦s que llega, Azzedine Habz se queda, con 3m 29,26s, a 28 cent¨¦simas del r¨¦cord nacional de Mehdi Baala.
Garc¨ªa Romo lleg¨® en avi¨®n a Oslo a la 1.30 de la ma?ana del mi¨¦rcoles. Llega desde Sankt Moritz, en la altura suiza, donde ha estado dos semanas entrenando con su grupo, Hoare y Nuguse, a las ¨®rdenes de Dathan Ritzenhein, y tambi¨¦n ha bajado a Italia. ¡°Los entrenamientos han sido muy buenos¡±, dice antes de la carrera. ¡°De cara al verano creo que estamos por un buen camino y para el 1500 del jueves el objetivo es b¨¢sicamente luchar por la victoria, intentar ser lo m¨¢s competitivo posible contra todo el mundo y, bueno, intentar sobre todo que este sea una carrera que cimiente bien los pasos para las siguientes carreras del verano¡±.
Ocurre todo en Oslo, en el estadio Bislett, peque?o y coqueto, en junio, no se pone el sol, la luz es c¨¢lida, rojiza, como las fachadas de las casas de alrededor, y en los balcones los vecinos toman vino blanco y saborean atletismo, corean a Karsten Warholm, el chico del barrio, que all¨ª se entrena para quemar las vallas, ganar el oro ol¨ªmpico y batir el r¨¦cord del mundo, pero solo esperan una cosa todos los a?os, la carrera que cierra el mitin, con el sol a¨²n brillando a las 10 de la noche, que es el 1.500 masculino este a?o y otros a?os es lo mismo pero con 100 metros m¨¢s, la milla. Oslo, sus Bislett Games, es el recuerdo de Ovett, Coe y Cram, los brit¨¢nicos que siempre rehu¨ªan enfrentarse y all¨ª bat¨ªan habitualmente r¨¦cords mundiales, y es el recuerdo de Herb Elliott, chaval salvaje de 20 a?os que el verano loco de 1958 lleg¨® a Escandinavia en una furgoneta Volkswagen desde Dubl¨ªn, donde hab¨ªa batido el r¨¦cord mundial de la milla, con media docena de australianos m¨¢s, vagabundos, melenas y barbas, que tiraban el saco bajo las estrellas a trav¨¦s de media Europa, y en Gotemburgo, tras noches de alcohol y excesos bati¨® el r¨¦cord del mundo de los 1.500m (3m 36,0s) por m¨¢s de dos segundos y unos d¨ªas despu¨¦s, en Oslo, el ¨²ltimo d¨ªa de su verano europeo, y ya derrengado, gana con 3m 37,4s, y solo recibe aplausos tibios que le dejan fr¨ªo y quien dos a?os m¨¢s tarde batir¨ªa el r¨¦cord del mundo ganando los Juegos de Roma dice: ¡°He hecho la segunda mejor marca de la historia, pero es tal el apetito insaciable de p¨²blico por m¨¢s y m¨¢s r¨¦cords que la marca decepcion¨® a casi todos. Vol¨¦ a casa considerablemente m¨¢s c¨ªnico que cuando fui a Europa¡±.
Escandinavia, y Oslo, es el para¨ªso del medio fondo y no hay atleta que no sienta una especie de euforia cuando sale a competir, e Ingebrigtsen, seis d¨ªas despu¨¦s de batir el r¨¦cord mundial de las dos millas (3.218,72m: 7m 54,10s) no es Elliott y no se queja de la falta de motivaci¨®n del p¨²blico que enloquece con su dominio y sus zancadas, su aceleraci¨®n imperceptible pero real que le concede victorias por desistimiento de los rivales, aunque Katir, que ha corrido a tirones y a veces por la calle dos, lo que le lleva a correr no 1.500m, sino 1.549s, lo que supone un desgaste de siete segundos, no desiste, y es quiz¨¢s el miedo a que el espa?ol de Mula le derrote en su casa lo que lleva Ingebrigtsen a correr m¨¢s cauto al final, a marearse entre el griter¨ªo y los ¨¢nimos de miles de espectadores, a guardarse algo por si acaso, y quiz¨¢s renuncie a un r¨¦cord muy complicado a cambio de una victoria, pues no llega a su l¨ªmite, y renuncia tambi¨¦n a la sensaci¨®n que m¨¢s de 60 a?os despu¨¦s no olvida Elliott, que la viviendo batiendo el r¨¦cord: ¡°I put an scorcher [un cambio de ritmo imposible], miro hacia abajo y veo la pista precipit¨¢ndose hacia atr¨¢s, y al fondo, veo esa querida y esbelta cinta adorable [el que ganaba cortaba la cinta que deten¨ªa el cron¨®metro con el pecho o la cara, y a veces la victoria dol¨ªa y sab¨ªa a sangre, cortes y heridas], y magnetizado, hipnotizado reboto hacia ella, sinti¨¦ndome euf¨®rico mientras estalla en mi pecho¡±.
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