Sin miedo a nada
Esta edici¨®n del Tour de Francia combina un recorrido exigente con el hambre desmedido de los dos principales aspirantes, que protagonizan un inicio de carrera como no se recuerdan
Saltarse el gui¨®n en un deporte tradicional como el ciclismo ha resultado todo un acierto para el arranque del Tour de Francia. Hablamos de un recorrido exigente desde el primer d¨ªa y su combinaci¨®n con el hambre desmedido de los dos principales aspirantes al maillot amarillo en Par¨ªs, que protagonizan un inicio de carrera como no se recuerdan. ?Y qu¨¦ privilegio poder contarlo desde aqu¨ª! Ha sido el comienzo so?ado para los aficionados espa?oles en el Pa¨ªs Vasco, sobre un terreno que oblig¨® a mostrar las cartas de los hombres de la general desde el primer momento; todo ello vestido con una afici¨®n ¨²nica, que dec¨ªa el espr¨ªnter Mark Cavendish, la hace especial porque anima a cada uno de los corredores del pelot¨®n. Ya en Francia, la llegada temprana a los Pirineos, con un esloveno y un dan¨¦s alternando la vez para derrotarse el uno al otro y viceversa, nos ha dejado claro que en este Tour van a prevalecer las sorpresas sobre las certezas.
Inspirados por los versos del escritor brit¨¢nico Rudyard Kipling en su famoso poema ¡°Si...¡±, podemos decir que Tadej Pogacar trata como iguales al Triunfo y al Desastre, como ha demostrado en 24 horas en las metas de Laruns y de Cauterets. Aunque el esloveno desaf¨ªa al condicional con el que titula Kipling con su confianza y car¨¢cter templado; una actitud de bon vivant que hace de ¨¦l un campe¨®n distinto en un deporte basado en la pura agon¨ªa y plagado de sacrificios.
Si Pogacar es el h¨¦roe, bendito antih¨¦roe es Vingegaard. Uno es puro espect¨¢culo con una ambici¨®n desbordada en cualquier terreno, sea este el Tour o cualquiera de los cinco monumentos ciclistas. El otro representa un perfil m¨¢s cl¨¢sico, el del t¨ªpico aspirante a la victoria en el Tour, m¨¢s similar a sus antecesores. Uno es extrovertido y disfrut¨®n, el otro introvertido y distante. En el Tour de Francia se dan cuenta de que su historia no puede ser contada sin la del otro. ¡°Es una rivalidad especial¡±, me cuenta Vingegaard vestido de amarillo. No han coincidido apenas desde hace un a?o, salvo en la Par¨ªs-Niza que gan¨® Pogacar por delante del dan¨¦s, pero han vigilado cada uno de sus movimientos. En la lucha por el maillot amarillo, Vingegaard es el ¨²nico que fuerza al esloveno a mejorar y a perseverar; y gracias a ¨¦l Pogacar aprendi¨® la lecci¨®n m¨¢s valiosa en el Tour del a?o pasado: afrontar la derrota.
En esa circunstancia descubrimos a un corredor que bien puede ser en s¨ª mismo, un compendio del poemario de Kipling. Y es que Tadej, como rezan los versos, en el Tourmalet lucha e insiste pues ¡°tras las sombras de la duda (...) puede bien surgir el triunfo¡± y fuerza ¡°su coraz¨®n, nervios y tendones / cuando ya no le queda nada salvo la Voluntad¡±. Es esa tenacidad en las contadas derrotas, la que se admira y resulta una fuente de inspiraci¨®n y de esperanza para nuestras propias vidas.
Su rivalidad es justo lo que necesitamos. Corredores intr¨¦pidos, fuerzas semejantes y estrategias valientes. Y a Wout van Aert. De ¨¦l no nos vamos a cansar nunca, como tampoco lo hace ¨¦l desde que se baja el bander¨ªn del kil¨®metro cero hasta que el duelo queda reducido a dos. Un campe¨®n que demuestra pura lealtad y entrega.
Despu¨¦s de ocho d¨ªas de carrera plagados de acci¨®n y de interrogantes, no tenemos ni idea de qui¨¦n va a ganar el Tour de Francia. ?Y no es acaso eso maravilloso?
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