Lleg¨® el tiempo de Sha¡¯Carri Richardson
La atleta norteamericana se impone en los fulgurantes 100m del Mundial de Budapest con 10,65s, r¨¦cord de los campeonatos, ante las jamaicanas Shericka Jackson y Shelly Ann Fraser-Pryce
Hasta las 21.50, calurosa noche en Budapest, m¨¢s h¨²meda que ninguna noche de agosto, Sha¡¯Carri Richardson era m¨¢s citada en las p¨¢ginas de cotilleos que en las deportivas, m¨¢s famosa por sus escandalillos veniales ¨Cun poco de marihuana, una bronca con un auxiliar de vuelo, una peluca que vuela, un gesto con las u?as postizas de sus manos¡ª y por los v¨ªdeos virales que las consagraban que por sus proezas atl¨¦ticas, que no eran pocas, que por su velocidad y por su clase, y hasta por quedarse clavada en los tacos en las semifinales y, pese a ello, correrlas en 10,84s, y por tiempos pasar a la final de los 100m que desde la calle nueve, como empujada por un hurac¨¢n que solo a ella la adorara ¨Cy solo a las dem¨¢s las condenara a los 0,2 metros en contra seg¨²n el anem¨®metro oficial--, la consagrar¨ªa, 10,65s despu¨¦s, finalmente, en su primer Mundial, como nueva reina de la velocidad. La primera nacida en el siglo XXI. ¡°Ya estoy aqu¨ª. Soy la campeona¡±, proclamo. ¡°Ya hab¨ªa avisado¡±.
Hasta ese momento, la velocidad no ten¨ªa reina, ten¨ªa una emperatriz, una Sis¨ª del imperio austroh¨²ngaro, capital Budapest una madre jamaicana de 32 a?os llamada Shelly Ann Fraser-Pryce, que, cuando apareci¨® en el escenario, tranquila, dominadora, aguant¨¢ndose la risa con una peluca de fuego, no tirabuzones, recibi¨® m¨¢s aclamaciones que ninguna otra de las ocho finalistas. En su cuerpo at¨®mico, velocidad concentrada en cada una de sus fibras, cab¨ªan ya cinco oros mundiales ¨Cel primero, en 2009, con 22 a?itos solamente¡ªy dos m¨¢s en los Juegos Ol¨ªmpicos, y el primero en Pek¨ªn, a los 21 a?os. Y con sus m¨²sculos, una mejor marca de 10,60s, la tercera de la historia dominada siempre por el r¨¦cord mundial dudoso, 10,49s (1988), de la fallecida Florence Griffith, tan conocida por su velocidad como por lo sofisticado de sus largas u?as postizas, y sus peinados.
En 10,65s, r¨¦cord de los campeonatos, quinta mejor marca de la historia, la mejor de Budapest por ahora, y desde la calle exterior, cambi¨® de manos el poder. Con su progresi¨®n imparable, f¨¢cil, controlada, y con una visi¨®n perfecta, a su izquierda todas, de lo que hac¨ªan sus rivales, Richardson super¨® a la pareja jamaicana, Shericka Jackson, segunda, 10,72s, por la calle cuatro, y Fraser-Pryce, de bronce, 10,77s, la mejor marca de una temporada en la que una lesi¨®n de rodilla apenas la ha permitido competir, por la cinco. Y, cabezota y ¨²nica como ninguna, Richardson ni necesit¨® echarse sobre la l¨ªnea para ganar, sino que medio metro antes, con la vista en la pantalla gigante, levant¨® ya los brazos sinti¨¦ndose campeona, y sigui¨® corriendo. ¡°Mi inspiraci¨®n siempre ha sido Florence Griffith. Por ella me gusta este look¡±, dijo, y se?al¨® su larga trenza postiza multicolor, sus largas u?as, su estilo.
Shelly Ann Fraser Pryce llev¨® el fuego sagrado de la velocidad a Jamaica y solo 15 a?os despu¨¦s ¨Cexceptuando el interregno, el Mundial de 2017, en el que, ausente ella por su maternidad, triunf¨® la norteamericana Torie Bowie, fallecida hace unos meses¡ªlo ha recuperado el imperio del norte gracias a una atleta de 23 a?os, ojos abiertos siempre, grandes, como te?idos de admiraci¨®n ante la grandeza de todo, nacida en Dallas, que hace dos a?os, siendo ya la estrella m¨¢s deseada por su velocidad ¨Chab¨ªa corrido en 10,79s a los 19 a?os en la universidad¡ªy por su pose rebelde de ni?a mala para la que las convenciones no son sino una invitaci¨®n a romperlas, escandalizar al burgu¨¦s, como dec¨ªan los surrealistas, se perdi¨® los Juegos de Tokio por dar positivo por cannabis en los trials de su pa¨ªs, en los que dej¨® a todos con los ojos abiertos. Y en 2022, en crisis, no logr¨® clasificarse para los Mundiales de su pa¨ªs, los de Eugene (Oreg¨®n). ¡°He llegado aqu¨ª para quedarme¡±, dijo la tejana, a la que entrena el velocista Dennis Mitchell. ¡°No, no estoy de vuelta. Estoy mejor. Ya no me preocupa nada lo que digan de m¨ª. El mundo ha sido mi amigo, despu¨¦s el mundo me volvi¨® la espalda, pero, al final del d¨ªa, yo siempre he estado conmigo misma, y Dios conmigo. Ha llegado mi momento¡±.
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