El deporte del pueblo se para cuando el pueblo para
El f¨²tbol espa?ol, adem¨¢s de ser nuestro m¨¢s grande espect¨¢culo de entretenimiento tiene, por serlo, una enorme responsabilidad
Fue el 23 de noviembre del a?o pasado, lo s¨¦ porque tengo la foto del m¨®vil delante. Al acabar el acto en la librer¨ªa Ram¨®n Llull (premiada como la mejor de Espa?a del a?o 2022), nos fuimos Rafa Rodr¨ªguez, editor de la revista Verlanga, y Almudena Amador y Paco Benedito, due?os de la librer¨ªa, a cenar. Ya cerca de la medianoche nos retiramos. Me acompa?aron los tres al hotel cuando me apart¨¦ un momento al ver un graffiti y un mensaje. Cuando uno va a muchos sitios poco tiempo, suele estar a la que salta por la calle. Fui a aquel muro y saqu¨¦ la foto, y al llegar a mi habitaci¨®n busqu¨¦ la frase (¡®No ser res si no s¡¯es poble¡¯), el poema al que descubr¨ª que pertenec¨ªa, el autor del poema y su vida y circunstancias.
Recuerdo que en la puerta del hotel les dije a mis acompa?antes que estaba muerto de sue?o, pero me obsesion¨¦ con el poema y con Vicent Andr¨¦s Estell¨¦s, su autor, un buen rato en la cama con el m¨®vil. ¡°All¨° que val ¨¦s la consci¨¨ncia / de no ser res si no s¡¯¨¦s poble. / I tu, greument, has escollit. / Despr¨¦s del teu silenci estricte, / camines decididament¡±, termina. Y empieza, imponente: ¡°Assumir¨¤s la veu d¡¯un poble, / i ser¨¤ la veu del teu poble, / i ser¨¤s, per a sempre, poble, / i patir¨¤s, i esperar¨¤s, / i anir¨¤s sempre entre la pols, / et seguir¨¤ una polseguera¡±. Y sigue, traduzco al espa?ol: ¡°Y tendr¨¢s hambre y tendr¨¢s sed, / no podr¨¢s escribir los poemas / y callar¨¢s toda la noche / mientras duermen tus gentes, / y t¨² solo estar¨¢s despierto, / y t¨² estar¨¢s despierto por todos¡±.
Son versos hipn¨®ticos, de esa poes¨ªa que hace pa¨ªs. Tras los a?os dedicados a Berlanga y Sorolla se pretendi¨® que hubiese un A?o Estell¨¦s, pero Les Corts votaron que no (esta es otra historia, o no: es la historia de siempre). No tuve claro que la suspensi¨®n de la jornada de f¨²tbol fuese necesaria hasta el s¨¢bado; o sea, hasta que empez¨®. De hecho, el viernes en El Larguero expres¨¦ dudas: por un lado lo ve¨ªa natural, casi imprescindible que no se jugase: ?qu¨¦ verg¨¹enza!; por el otro, ?no es el f¨²tbol un espect¨¢culo de recreo, de dispersi¨®n, de entretenimiento, que quiz¨¢ aliviase 90 minutos la preocupaci¨®n de gente de fuera de Valencia (esta, por desgracia, no est¨¢ para alivios)? S¨®lo al ver la pelota rodando, los equipos uniformados y el p¨²blico en los estadios, se da cuenta uno de d¨®nde y cu¨¢ndo tiene que estar la voz de un pueblo, y que no se es nada si no se es pueblo, y que es insoportable la idea de que haya espect¨¢culos tan importantes que sigan mientras no se sabe cu¨¢ntos cuerpos sin vida quedan por encontrar en tu pa¨ªs.
No, el f¨²tbol no es cualquier cosa. Si es el deporte del pueblo, el f¨²tbol se detiene cuando tu pueblo se queda sin casa y sin trabajo, no tiene que comer y beber, y busca cad¨¢veres. La jornada de hoy nos sobraba hasta a los que al principio dud¨¢bamos; a estas horas del domingo no es que importe o no el resultado: es que a las im¨¢genes de los partidos les pasa como a las cosas que se nos aparecen en el presente, pero las creemos pasado, como antes de, puro archivo, y el f¨²tbol espa?ol adem¨¢s de ser nuestro m¨¢s grande espect¨¢culo de entretenimiento tiene, por serlo, una enorme responsabilidad.
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