Streltsov contra s¨ª mismo

Hay un tipo de futbolista que aparece de forma recurrente a lo largo de la historia y que genera casi tantas expectativas como decepciones. Es el jugador con grandes dosis de talento, que va destacando en las etapas de formaci¨®n y que, en el momento del paso al f¨²tbol profesional, irrumpe con alguna genialidad que lo sit¨²a inmediatamente en el centro del debate. Porque, desde ese mismo instante, se esperar¨¢ de ¨¦l que supere en cada encuentro lo que hizo el anterior. Que plantee algo emocionante cada domingo. Son deportistas que pueden permanecer aletargados durante todo un partido y, de repente, activarse y cambiar el resultado. La hinchada y los dirigentes proyectar¨¢n en ¨¦l sus anhelos y frustraciones, olvid¨¢ndose de que, sobre esas botas, tambi¨¦n hay una persona con debilidades, miedos y limitaciones a la que terminar¨¢n arrasando las circunstancias y esa constante necesidad de epatar. Luego, pasado el tiempo, se hablar¨¢ de lo que pudo llegar a ser. Que era tan bueno -o mejor- que Pel¨¦. Pero que nunca lo fue. Porque la vida puede llegar a ser muy complicada. Demasiado, incluso.

Streltsov (Panenka) es el t¨ªtulo de la novela en la que Jonathan Wilson reconstruye la vida de Eduard Streltsov, futbolista ruso de gran talento al que las circunstancias vitales, sus delitos ¡ªfue condenado al gulag por violaci¨®n, en un juicio a puerta cerrada en cuya reconstrucci¨®n se puede constatar que tampoco se ha avanzado tanto en el trato a las v¨ªctimas¡ª, el alcoholismo y el r¨¦gimen sovi¨¦tico terminaron por detener su carrera. Wilson ofrece una original narraci¨®n, en la que la voz principal es la de un empleado del Torpedo de Mosc¨² que vivi¨® la historia de Streltsov desde sus inicios y que se presenta con una certera reflexi¨®n: ¡°ya s¨¦ que a los viejos nos gusta hablar del pasado, no porque fuera mejor sino porque lo entend¨ªamos¡±. Un libro sobre el que planea constantemente la sombra del determinismo y que ofrece un amplio cat¨¢logo de maneras de autodestruirse ante el que dar¨¢n igual los buenos entrenadores o los amigos. La decepci¨®n con uno mismo siempre ir¨¢ por delante. Hasta la derrota final.