Roglic sigue l¨ªder despu¨¦s de la victoria del prometedor Lapeira
La lluvia que apareci¨® en los kil¨®metros finales, hizo que las ca¨ªdas redujeran el pelot¨®n principal a una treintena de ciclistas
Sube al podio de la Itzulia Andr¨¦ Darrigade, 94 a?os, buen aspecto, sonriente. 22 victorias de etapa en el Tour, ¨Cdonde se visti¨® dos veces de amarillo¨C, con diez a?os de diferencia entre la primera y la ¨²ltima. 49 triunfos en total y un maillot arcoiris le contemplan. Nacido en Dax, a 80 kil¨®metros de la meta de Cambo, fue infausto protagonista de una desgracia en la ¨²ltima etapa de la carrera francesa en 1958, cuando en pleno esprint arroll¨® a Constant Wouters, el secretario general del vel¨®dromo del Parque de los Pr¨ªncipes, que atend¨ªa a los fot¨®grafos y se meti¨® en la pista. Fue un choque brutal. El ciclista se recuper¨® y dio la vuelta de honor al estadio; Wouters muri¨® once d¨ªas despu¨¦s en el hospital Boucicant de Par¨ªs.
Darrigade, llegador impenitente hasta su retirada como profesional, salud¨® en la meta francesa de la carrera vasca a su compatriota Paul Lapeira, que sigue sus pasos en la dif¨ªcil tarea del velocista de la ruta, ¡°aunque yo tengo m¨¢s oportunidades cuando la llegada es en un grupo reducido¡±. El ciclista del equipo Decathlon apenas ten¨ªa palmar¨¦s como profesional, pero en dos semanas se ha construido un curr¨ªculum interesante con tres triunfos, aunque sea el de Cambo el primero en el World Tour. ¡°Me siento en estado de gracia¡±. Gan¨® en la meta a un grupo de n¨¢ufragos, apenas una treintena.
¡°He esprintado para sobrevivir¡±, confesaba el l¨ªder Primoz Roglic, que entr¨® en el grupo. ¡°S¨¦ que es raro que en el Pa¨ªs Vasco no llueva¡±, apunta el ciclista esloveno, as¨ª que a veces, cuando el recorrido es sinuoso y la carretera se transforma en una pista de patinaje, basta con no caerse para considerarlo un ¨¦xito. ¡°Hemos podido salvar el peligro¡±. Tambi¨¦n triunfaron los dem¨¢s aspirantes a la victoria final. Mojados pero enteros, despu¨¦s de que la chapela negra que amenazaba desde horas antes, descargara en los ¨²ltimos kil¨®metros. Solo Tao Geoghegan Hart, ganador del Giro de 2020, se distanci¨® por una ca¨ªda a cuatro kil¨®metros de la meta. Evenepoel, con su lugarteniente Landa, Vingegaard y Ayuso entraron entre los primeros.
Fue en la tierra de Chiquito de Cambo, el pelotari que a pesar de su apodo med¨ªa 1,95 metros, y le pusieron en la I Guerra Mundial a lanzar granadas contra los alemanes con su chistera, una herramienta de la pelota vasca parecida a la de cesta punta. Ahora tiene una calle en el pueblo balneario del Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, que tiene dos frontones de plaza libre, sin paredes laterales. Debi¨® ser un espect¨¢culo Joseph Apesteguy en las trincheras, porque en los d¨ªas calmados daba exhibiciones de pelota ante las tropas estadounidenses acuarteladas en Biarritz.
Desde Ir¨²n hasta el pueblo de Chiquito, nadie arroj¨® granadas para dinamitar la carrera. Solo hubo balas de fogueo de los hermanos Azparren, junto a Vuillermoz y Bol, fugados desde muy pronto y cazados cuando al pelot¨®n le vino bien. Luego apareci¨® el prometedor Lapeira. Desde Ezpeleta, todav¨ªa en Francia, el pueblo donde las ristras de pimientos secos cuelgan de fachadas y balcones, hasta Alsasua, en Navarra, se esperan m¨¢s movimientos de tropas, con los seis puertos de monta?a en el camino y bastante fr¨ªo en el ambiente.
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