Primoz Roglic, primer l¨ªder de la Itzulia tras ganar la contrarreloj de Irun

Primero un pu?o. Luego, la mano abierta, los dedos extendidos. Desaparece el pulgar, un segundo m¨¢s tarde el me?ique y el anular, mientras reaparece el pulgar. Pasa otro segundo y otra vez se encoge el dedo gordo. Solo el coraz¨®n permanece enhiesto en toda la maniobra sincronizada. Por fin, en el quinto segundo de la cuenta atr¨¢s, se abre de nuevo la mano, que con un gesto imperativo ordena salir al ciclista. Tal vez el ¨²nico momento de una contrarreloj en la que aparece el factor humano. Al margen de los corredores, claro est¨¢. El resto es un reloj, tic, tac. Son las 14.30 horas en punto. Han pasado veinte minutos desde que parti¨® el primero de la Itzulia, Damien Howson, y a esa hora, que suele ser la de comer en Irun, o de aperitivo en un lunes festivo, toma la salida Primoz Roglic. 12 minutos y 34 segundos despu¨¦s, la carrera ya tiene ganador. En su primer duelo de la temporada con Vingegaard, en su segunda carrera con el Bora, sali¨® triunfante. ¡°Esto es un proceso largo, de mucho trabajo, hay que adaptarse al equipo y va a ir mejorando¡±.

Todo es tecnolog¨ªa, cascos de la guerra de las galaxias, bicicletas de ¨²ltima generaci¨®n y partes meteorol¨®gicos tan completos como los que maneja una l¨ªnea a¨¦rea o un velero de la Copa Am¨¦rica. Los de la Itzulia determinaban que aparecer¨ªa el buen tiempo a primera hora, y que tal vez llegar¨ªa la lluvia en los minutos finales, as¨ª que los favoritos, como empieza a ser tendencia, desaf¨ªan las reglas no escritas del ciclismo, que les sol¨ªa agrupar en los ¨²ltimos puestos, e incluso les conced¨ªa el privilegio de ampliarles el margen de tiempos entre ellos para mejorar el espect¨¢culo. Pas¨® en la Itzulia. Los veinte ¨²ltimos en el orden de salida partieron cada dos minutos. Para esa hora, pasadas las cinco de la tarde, los favoritos, salvo Roglic, dorm¨ªan la siesta en sus alojamientos.

Porque el ganador prematuro, tiene en el pecado la penitencia. Cosas tambi¨¦n del ciclismo moderno. Para que no se repitan asuntos como tener que ir a buscar a su hotel al ganador de una crono que nunca pens¨® ganar, los cerebros del ciclismo idearon esa silla caliente, que es como la de ir a Sevilla, y se puede perder, y en la que se sienta el l¨ªder provisional, en este caso Roglic, que no perdi¨®, as¨ª que estuvo all¨ª casi tres horas y media, sin que nadie se acordara de llevarle la bata de seda, las zapatillas de felpa y algo para leer. ¡°Solo en Bilbao tuve que esperar tanto una vez¡±.

Se tuvo que contentar con cambiarse de ropa y ver la televisi¨®n, que daba ciclismo, y repet¨ªa una y otra vez lo que no se vio en directo, porque cuando sali¨® era tan pronto que todav¨ªa no hab¨ªa im¨¢genes. Se re¨ªa de s¨ª mismo cuando observaba su despiste en la meta, con el que perdi¨® al menos ocho segundos, por meterse por donde no deb¨ªa en la ¨²ltima curva y enfilar el desv¨ªo de coches en vez de la meta. ¡°Hab¨ªa hecho el recorrido varias veces y siempre mal¡±, confesaba.

Pero le dio para ganar; para distanciar a Vine en siete segundos, a Skjelmose en diez, a Evenepoel, que se desliz¨® en la segunda curva y se fue al suelo, en once, y a Vingegaard, en su primer duelo cara a cara, en 15. Con Tom Pidcock ni siquiera hubo desaf¨ªo. Se cay¨® en el reconocimiento y tuvo que pasar por el hospital. ¡°Si se puede, ir¨¦ a ara?ar m¨¢s tiempo en cualquier oportunidad que se presente¡±, dec¨ªa luego, ¡°porque en esta carrera, con estos rivales, cualquier segundo cuenta¡±.

Cambiaba de postura Roglic, en su silla, m¨¢s inc¨®modo que en el sill¨ªn, se quitaba y se pon¨ªa el ch¨¢ndal. Dudaban algunos incluso de que la perilla que luc¨ªa al final, la tuviera al principio, y aguardaba el desenlace, que tres horas antes ya se conoc¨ªa. Se puso la gorrilla de ciclista antiguo, despu¨¦s de desprenderse, al acabar su trabajo sobre la bicicleta, del casco con pasamonta?as que ser¨¢ ilegal desde el martes, y se fue a por el ramo de flores con sus prestaciones de ciclista moderno, y sabiendo que los meteor¨®logos hab¨ªan acertado. Camino del podio, el suelo estaba mojado. A la hora en que le hubiera tocado salir en teor¨ªa, granizaba en Irun.

Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.