Tour de Francia: Carapaz se impone en la cima de Superd¨¦voluy
La victoria lo convierte en el primer ecuatoriano en ganar una etapa en el Tour de Francia un d¨ªa en el que entre Pogacar y Evenepoel hacen temblar a Vingegaard
La belleza de lo inesperado. Duda Pogacar: ?instinto o estupidez? Corazones acelerados. Sin respiro. El Tour. La etapa. Los ataques. Los ciclistas, los testarudos y los campeones, en la llegada a los Alpes --monta?as grises, secas, ni una mota de blanco nieve en sus picos si no manchas de arena--, por la puerta peque?a, los valles que rodean Gap y el col de Noyer, un horno. Amaga Pogacar. Tiembla Vingegaard. Ataca Remco. Sufre Vingegaard. Le salva su equipo, lanzado, tres exploradores, en avanzadilla masiva.
¡°Un d¨ªa m¨¢s en la oficina¡±, resume Pogacar, amarillo brillante. ¡°No s¨¦ si fue una bobada lo que hice, pero al menos me sirvi¨® para probar las piernas y comprobar que siguen estando bien en la tercera semana¡±.
Un d¨ªa extraordinario, no normal, en la vida de Richard Carapaz, el rey de los testarudos, aquellos ciclistas que niegan la m¨¢xima que todo el mundo acepta y que Eusebio Unzue, el jefe del Movistar, verbaliza: ¡°Quien mantenga una m¨ªnima ilusi¨®n por ganar, solo necesita saber d¨®nde no va a estar Pogacar y ya est¨¢, porque sabes que a este lo ¨²nico que le puede derrotar es la mala suerte. No tiene rivales entre los humanos¡±.
? First stage win for @RichardCarapazM, first stage win for Ecuador! ??
— Tour de France? (@LeTour) July 17, 2024
? Premi¨¨re victoire pour @RichardCarapazM, premi¨¨re victoire pour l¡¯Equateur ! ??#TDF2024 pic.twitter.com/foLknSenLr
El ecuatoriano, que no defender¨¢ en Par¨ªs su t¨ªtulo de campe¨®n ol¨ªmpico, est¨¢ en la fuga, dif¨ªcil y masiva. No est¨¢ Pogacar en ella. Un d¨ªa sin el tirano. Al fin. Un parto largo, 100 kil¨®metros, y 50 corredores, si no, no nace. Est¨¢n tambi¨¦n ganadores de Vuelta, Simon Yates, y los podios de Enric Mas, que se siente rejuvenecer aunque no pierda del todo el miedo a bajar. Est¨¢n ciclistas con memoria y sentido ¨¦pico. Guillaume Martin, que rueda siempre r¨¢pido sobre el asfalto en el que sud¨® Luis Oca?a su gran d¨ªa, el 8 de julio, cuando Merckx, el Pogacar de entonces, dobl¨® la rodilla. Atac¨® el normando hace unos a?os cuando el Tour revisit¨® Orci¨¨res Merlette, el gran escenario, y qued¨® tercero tras Roglic y Pogacar ya, y ataca de nuevo Martin, literato, fil¨®sofo, autor teatral comprometido, y tambi¨¦n ciclista, en Noyer, el puerto en el que Oca?a empez¨® a hacer sufrir al can¨ªbal. Un ataque simb¨®lico. Un gesto. Una reverencia. Una invitaci¨®n al ataque matador de Carapaz, ganador de Giro, podio en Vuelta, podio en Tour. Maillot amarillo fugaz en Tur¨ªn. Ganador de etapas en la Vuelta y en el Giro y, por fin, a los 31 a?os, en el Tour de la intensidad y los vatios luce la dinamita de sus piernas. Un adelantado a su tiempo. Escalador de resistencia y de explosi¨®n, ganador en repechos cortos y en puertos largos, y un instinto ganador ¨²nico, inteligencia de carrera, Carapaz destroza entre el Noyer y la tendida ascensi¨®n final a Superd¨¦voluy a Yates, y deja lejos el intento de Mas. ¡°Esta etapa la ten¨ªa marcada con una cruza muy grande. Es muy especial ganar aqu¨ª¡±, dice aquel al que apodan la Locomotora del Carchi. ¡°Estamos los mejores ciclistas del mundo¡±.
El resto de la fuga lucha por la supervivencia, salvo los Vismas, Laporte, Van Aert, Benoot, que esperan a su jefe. ¡°No creo que quisieran desestabilizarme meti¨¦ndose en la fuga¡±, dice, y la iron¨ªa le sale por las orejas a Pogacar, tan fuerte se siente. ¡°Seguramente pensaban que yo iba a atacar y los mandaron delante para que Vingegaard no se quedara solo¡¡±
En Saint Paul Trois Ch?teaux, coraz¨®n de la Provenza, el viento agita al amanecer la higuera gigante, y su olor penetrante se une al bals¨¢mico de los pinos revoltosos y el fragante de la lavanda, y en la hoja de c¨¢lculo que gu¨ªa los movimientos de Jonas Vingegaard se produce una trepidaci¨®n inesperada. Viento, ataque, abanicos, escupe el computador. Los estrategas del Visma no dudan. Pasado Suze la Rousse, entre los vi?edos tumbados por el viento ¨Cdel norte, por la izquierda de la carretera, 34 por hora--, cunetas de turistas de chancletas, pantal¨®n corto y camisetas de tirantes, privilegiados espectadores de los mejores ciclistas, artistas de gran talento todos, se entregan a 60 por hora. Qu¨¦ lujo. Un visto y no visto que en Nyons, entre olivos de aceitunas negras, se convierte en ataques y contraataques, contracciones previas a la fuga, y los Vismas siempre ah¨ª. Es la etapa 17?. Todos dicen que est¨¢n muertos. Llegan al pie del Bayard, kil¨®metro 140, a una media de 48 por hora. Nadie frena. Tampoco los Lidl, que en el pelot¨®n de los campeones quieren lanzar a Ciccone, octavo en la general, y, ay, la memoria, su chispa transforma la que parec¨ªa una pl¨¢cida ascensi¨®n del Noyer por los buenos en una batalla. Evenepoel aplaude. La ambici¨®n. El inconformismo del debutante que se sabe elegido. La guerra es una oportunidad para atacar la segunda plaza de Vingegaard, rondando los dos minutos. As¨ª que cuando, adelantando por la izquierda a Landa, escudero, y le arranca las pegatinas, ataca Pogacar, ansia viva que dicen los especialistas, y no le calma el Orfidal sino la aceleraci¨®n, es Evenepoel el que se clava en su rueda, mientras Vingegaard cede. En el descenso, Pogacar comprueba que a Vingegaard le llevan sus compa?eros y levanta el pie. Evenepoel persiste. Ataca y se va. Gana unos segundos, pero siembra m¨¢s dudas en Vingegaard, quien, quiz¨¢s, deba finalmente sentirse feliz por terminar segundo.
¡°Pero siento que cada d¨ªa voy mejor¡±, dice el dan¨¦s ganador de los ¨²ltimos dos Tours. ¡°Quiz¨¢s no haya sido mi mejor d¨ªa, pero es normal tener en el Tour siempre un d¨ªa malo, y si ha sido este, pues estoy contento¡±.
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