El bal¨®n, ombligo del f¨²tbol
Espa?a solo tiene una posibilidad de sobresalir: defender con convicci¨®n el fabuloso invento patentado con el nombre de tiqui-taca

El alegre negocio
No lo toquen. D¨¦jenlo como est¨¢. La Eurocopa demuestra que el f¨²tbol sigue conservando sus apasionantes propiedades. Ni los partidos son largos ni el juego aburrido si es interpretado con atrevimiento y ambici¨®n. Cuando se pone el ardor f¨ªsico y la escrupulosidad t¨¢ctica al servicio de la especulaci¨®n, al f¨²tbol no hay quien lo aguante. Pero si los avances cient¨ªficos que fortalecen la energ¨ªa de los futbolistas y sofistican el an¨¢lisis del juego se ponen al servicio de una idea abierta y generosa, hasta los partidos con pr¨®rroga, como el Espa?a-Croacia o el Francia-Suiza, nos parecen cortos. El f¨²tbol son personas que juegan, de modo que la decadencia no es por culpa de un entorno revolucionado por la tecnolog¨ªa ni por la esencia primitiva del f¨²tbol. La culpa es de las personas. Antes que modificar campeonatos, hay que fortalecer el producto con entrenadores valientes. Solo as¨ª aguantar¨¢ este negocio.
La eterna pelea
Pero tenemos un problema de base que afecta al presidente de un club y al ¨²ltimo aficionado, al periodista m¨¢s racional y al m¨¢s emocional: el poder del resultado es muy superior al poder del juego. Con esta descompensaci¨®n, la cadena de consecuencias es interminable, empezando por la m¨¢s elemental: el que gana tiene raz¨®n, aunque haya pisoteado el juego. Espa?a no necesit¨® perder. Bast¨® un empate sin goles ante Suecia para que acribill¨¢ramos a entrenador y jugadores, alegando la falta ¡°incurable¡±, ¡°cr¨ªtica¡±, ¡°angustiante¡± de gol. La crisis en las ¨¢reas hab¨ªa provocado ¡°el desafecto de la gente¡±. Luego el f¨²tbol, que se muere de risa deshaciendo t¨®picos, nos puso ante un equipo capaz de marcar 10 goles en dos partidos ¡°enamorando a la gente¡±, porque ¡°Espa?a juega como los dioses¡±. Y es verdad. Solo que no es reconocida por c¨®mo juega sino por c¨®mo gana.
El l¨ªder justo
En la abundancia de los cinco goles por partido o en esta ¨²ltima versi¨®n, m¨¢s cansada y menos dominante, Espa?a le tom¨® gusto a la ¨¦pica. Las estad¨ªsticas dec¨ªan que Unai Sim¨®n hab¨ªa parado un penalti de 15 en su a¨²n corta trayectoria. Pero en la tanda de penaltis detuvo dos de cuatro en un nuevo giro del mejor guionista jam¨¢s visto: el f¨²tbol. Espa?a mereci¨® el triunfo, sobre todo en una pr¨®rroga en la que, a¨²n agotada, agarr¨® a Suiza por la solapa y no la dej¨® salir de su campo. Es un equipo joven, entusiasta, irregular y con un entrenador convencido de que no se confunde ni a palos. Orden y agresividad para quitarla, criterio para tenerla y fe para buscar la porter¨ªa contraria en todo momento y en cualquier circunstancia. Para saber si un equipo tiene alma atacante hay que ver c¨®mo se comporta cuando va ganando. Perdiendo ataca cualquiera. Claro que a¨²n es un equipo imperfecto, pero la madurez que le falta por promedio de edad, la suple Luis Enrique con personalidad, conocimiento y seguridad en la defensa de un estilo.
El brillante refugio
Porque el partido frente a Suiza fue una prueba m¨¢s de que, ante este f¨²tbol de juego revolucionado, futbolistas atl¨¦ticos y t¨¢cticas cerradas, Espa?a solo tiene una posibilidad de sobresalir: defender con convicci¨®n el fabuloso invento patentado con el nombre de tiqui-taca. Italia es muy t¨¢ctica, Francia muy f¨ªsica, Alemania tiene 10 maneras distintas de ser fiable, Inglaterra est¨¢ pariendo talento como por un tubo¡ Aunque el f¨²tbol se est¨¢ uniformizando, estas selecciones cl¨¢sicas mantienen rasgos reconocibles, con momentos de fortaleza y de debilidad. Espa?a ataca y tambi¨¦n defiende haciendo del bal¨®n el ombligo del f¨²tbol. Eso la diferencia y, sin eso, sencillamente no est¨¢ en condiciones de sobresalir al m¨¢ximo nivel. La idea se demostr¨® eficaz, se convirti¨® en modelo y es bell¨ªsima. Actualicemos y defendamos la patente.
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