Pa¨ªses Bajos apaga el infierno turco que prendi¨® Arda G¨¹ler
La selecci¨®n neerlandesa remonta en medio de un ambiente pasional y su duelo con Inglaterra ser¨¢ otro cl¨¢sico
Exigida por una Turqu¨ªa entusiasta y guerrillera, Pa¨ªses Bajos se col¨® en las semifinales de la Eurocopa para citarse con Inglaterra en Dortmund el d¨ªa 10. Un cl¨¢sico del f¨²tbol europeo del que saldr¨¢ el rival de Espa?a o Francia. La selecci¨®n de Koeman tuvo que remontar y trabajarse el partido bajo un ambiente caldeado por el fervor de los seguidores turcos. Tras la eliminaci¨®n de Alemania, se puede decir que esta Eurocopa ha despedido a su segundo anfitri¨®n. Cay¨® Turqu¨ªa de pie, metida en el ¨¢rea neerlandesa y amenazando a con un empate que no pudo concretar.
Al grito agudo y atronador de¡±Tur-qui-¨¢, Tur-qui-¨¢, Tur-qui-¨¢¡±, la volc¨¢nica hinchada otomana convirti¨® el estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn en un escenario inflamado para acompa?ar el intento de gesta de su selecci¨®n. Lo de Turqu¨ªa fue primero un ejercicio de resistencia y despu¨¦s de f¨²tbol visceral emanado de ese incendiario y pasional clima creado por los cerca de 60.000 fan¨¢ticos turcos que llevaron en volandas a su selecci¨®n. F¨²tbol en piel desde los proleg¨®menos del duelo a las afueras del estadio y despu¨¦s en el interior. Las bengalas y la pirotecnia condensaron una nube de humo que cubri¨® todo el anillo del coliseo berlin¨¦s. El olor a p¨®lvora que impregn¨® la atm¨®sfera perdur¨® hasta el intermedio. Busc¨® Turqu¨ªa igualar el tanto en propia puerta de M¨¹ld¨¹r y estuvo a punto de conseguirlo. Verbruggen sac¨® una mano prodigiosa a un remate a quemarropa de Kilicsoy en el descuento.
El famoso infierno turco existi¨® para que su selecci¨®n llegara con el alma donde no le llegaba con el juego. Eso sucedi¨® mayormente en el inicio del partido. Pa¨ªses Bajos quiso imponer el peso de su historia y tambi¨¦n su aparente superioridad t¨¦cnica. Comenzaron gust¨¢ndose los futbolistas de Koeman. Con Gapko tirando de repertorio y zancada y Memphis haciendo virguer¨ªas en la medialuna. La descarga inicial neerlandesa le dio para cercar la porter¨ªa de G¨¹nok y apurarle con un par de disparos que no cogieron puerta.
Para capear el din¨¢mico y amenazante juego neerland¨¦s, Montella orden¨® convertir los ataques de Turqu¨ªa en un mano a mano a¨¦reo entre Yilmaz y Van Dijk. El duelo fue precioso, con dos tanques yendo al choque. Ninguno lo rehu¨ªa. Cada bal¨®n largo hacia el atacante turco era una batalla extenuante que termin¨® por desactivar la jer¨¢rquica salida holandesa.
El talento turco
Fue el momento de Arda G¨¹ler. Orillado a la derecha, se convirti¨® en el due?o del tiempo y de la pelota. Solo los talentos excepcionales son capaces de manejar el juego acostados en una banda. El chico, adem¨¢s, tiene car¨¢cter para pedir la pelota en cualquier zona. Y abroncar a compa?eros m¨¢s veteranos si no se la dan o se la devuelven en malas condiciones.
Con 19 a?os, G¨¹ler no solo carg¨® sobre sus espaldas con su selecci¨®n, se ech¨® a lomos a todo un pa¨ªs que le idolatra. Le jalean cada toque y le veneran en los saques de esquina implorando que su delicada zurda dibuje centros indefendibles. No fue con la izquierda con la que enguant¨® el centro con el que el frentazo de Akaydin puso por delante a Turqu¨ªa pasada la primera media hora. La envenenada rosca de G¨¹ler pas¨® por encima de un mal colocado Verbruggen y el poderoso central turco revent¨® la pelota en la red con su imperial cabezazo.
La locura invadi¨® las gradas del Ol¨ªmpico de Berl¨ªn. Turqu¨ªa era una fiesta organizada por el descaro de G¨¹ler, las peleas de Yilmaz y el temple de Calhanoglou. No pintaba bien el partido para Koeman y sus futbolistas. Estos se fueron al descanso sobrepasados y tocados por el gol encajado y el ensordecedor ruido que tronaba.
Se la jug¨® Koeman en el segundo acto. Mand¨® a sus jugadores a cargar el ¨¢rea turca con un ritmo fren¨¦tico. Hab¨ªa sentado a Bergwijn para dar entrada al tanque Weghorst con el fin de sacar r¨¦dito de tanto centro al ¨¢rea. Con todo, G¨¹ler pudo terminar de consagrarse con una falta sibilina que se estrell¨® en la base del poste. La curva que imprimi¨® a la pelota fue diab¨®lica. De aumentar la ventaja, Turqu¨ªa pas¨® a tener que diferir el empate. Fue en uno de los muchos centros laterales que ya hab¨ªa puesto. El del empate vino procedente de un saque de esquina en corto. Memphis puso el bal¨®n en el punto de penalti y el testarazo picado de De Vrij fue incontestable.
Se desataron los neerlandeses y M¨¹ld¨¹r, si no hubiera marcado Gakpo igualmente, conden¨® a la eliminaci¨®n a la Turqu¨ªa del revalorizado G¨¹ler.
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