Ferrari se busca y no se encuentra con tantos cambios
La perpetua transformaci¨®n de la ¡®Scuderia¡¯ dificulta la estabilidad estructural que promueven Red Bull y Mercedes
Ferrari es en s¨ª una paradoja. No hay otra marca tan esposada al triunfo como la de Il Cavallino Rampante, por m¨¢s que lleve sin celebrar un t¨ªtulo de F¨®rmula 1 desde que Kimi Raikkonen se coron¨® en 2007, hace m¨¢s de 15 a?os, y gracias a la lucha fratricida que mantuvieron Lewis Hamilton y Fernando Alonso en aquel explosivo curso en el que convivieron en McLaren. El s¨ªmbolo m¨¢s universal de las carreras de coches vive encadenado al Mundial, su principal escaparate y raz¨®n de ser, en una alianza que ¨²ltimamente parece m¨¢s bien un martirio. En su incesante b¨²squeda del triunfo, quienes gobiernan la Scuderia la han instalado en una din¨¢mica de perpetua transformaci¨®n que contrasta frontalmente con la estabilidad estructural que promueven Red Bull y Mercedes, los principales rivales en el certamen de los b¨®lidos rojos, tanto por entidad como por m¨²sculo.
No hay paz para Ferrari en los despachos, convertidos en un desfile de ejecutivos que llegan a Maranello con la mayor ilusi¨®n y que despu¨¦s salen zumbando, bien por decisi¨®n propia o despedidos, un ciclo que ¨²ltimamente se ha repetido incesantemente. Basta un ejemplo de lo m¨¢s ilustrativo: en la ¨²ltima d¨¦cada, el equipo italiano ha tenido hasta cinco directores distintos, mientras que ese mismo rol, en Mercedes y Red Bull, lo han ocupado en todo momento Toto Wolff y Christian Horner, respectivamente. Desde que Stefano Domenicalli y Marco Mattiacci se dieron el relevo con el campeonato de 2014 en marcha, la batuta ha pasado a manos de Maurizio Arrivabene (2015-2018), Mattia Binotto (2019-2022) y Fred Vasseur, el actual responsable de la estructura. Con la estad¨ªstica en la mano, su llegada al cargo, a primeros de a?o y procedente de Alfa Romeo, no ha aportado el sosiego que reclama una tropa con la espada de Damocles sobre sus cabezas.
El desfile de posiciones relevantes dentro de la organizaci¨®n, como la de Laurent Mekies, el director deportivo, reclutado por Alpha Tauri para 2024; o la de David S¨¢nchez, el jefe de dise?o del monoplaza de F1, no son el mejor de los indicios. Menos lo son a¨²n los n¨²meros de un coche, el SF-23, que este curso solo ha sido capaz de acumular tres podios, todos de Charles Leclerc, pero ninguna victoria.
El prototipo de esta temporada se ha contagiado de la inestabilidad que corre por las oficinas. Su d¨¦ficit a la hora de generar carga aerodin¨¢mica ¡ªla fuerza vertical que lo pega al suelo¡ª lo convierte en imprevisible, el peor de los efectos para un piloto que se pone a la defensiva. Carlos Sainz figura el quinto en la tabla general, con tres puntos de margen sobre Leclerc (sexto), mientras que Lewis Hamilton, cuarto, est¨¢ a m¨¢s de 50 puntos de ambos. Eso no es nada si lo comparamos con los 339 puntos que hay entre los rojos y Red Bull en la tabla reservada a los constructores. Con Max Verstappen y la compa?¨ªa del b¨²falo rojo pr¨¢cticamente planificando los festejos de un ejercicio en el que han pasado el rodillo, Ferrari vive con un ojo puesto en 2024, pero sin desatender a la gresca que mantiene con Aston Martin y Mercedes, y de la que depende un buen bot¨ªn.
En Monza, este viernes por la ma?ana, tanto Sainz como Leclerc estuvieron experimentando con conceptos futuros, para despu¨¦s centrarse en la puesta a punto de un b¨®lido decorado especialmente para la carrera de casa, con motivo del triunfo en las ¨²ltimas 24 Horas de Le Mans. ¡°A¨²n tenemos un Mundial de constructores por el que luchar con Mercedes y Aston Martin. Creo que sabemos exactamente lo que queremos del coche del a?o que viene. Otra cosa es si lo conseguiremos plenamente¡±, convino Sainz, el m¨¢s r¨¢pido de una jornada que no dej¨® un panorama demasiado claro.
Para el madrile?o, el futuro pasa por confiar en los m¨¦todos y herramientas que posee Ferrari, esas que en 2022 permitieron cuadrar el mejor coche de la parrilla en el primer tercio de calendario, y que la estrategia arruin¨®. ¡°Necesitamos creer al m¨¢ximo en nuestros procesos, nuestras simulaciones y la informaci¨®n que transmitimos¡±, puntualiza el madrile?o.
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