Russell celebra el rifirrafe entre Verstappen y Norris en el Red Bull Ring
Una encarnizada gresca entre el actual campe¨®n y su rival de McLaren impulsa a Mercedes a volver a ganar dos a?os despu¨¦s. Sainz sube al podio y Alonso concluye el pen¨²ltimo
Que la F¨®rmula 1 vive un cambio de tercio es algo que se pod¨ªa intuir desde hace ya algunos meses, en los que Max Verstappen ha pasado de sacar el rodillo a sacar los codos. La superioridad que le llev¨® a arrasar los dos ¨²ltimos a?os, subido a uno de los monoplazas m¨¢s dominantes de la historia del certamen, se ha desvanecido para dicha de los aficionados y tambi¨¦n de McLaren, una escuder¨ªa colgada de dos chavalines como Lando Norris y Oscar Piastri, que con su br¨ªo y frescura la han revitalizado hasta el extremo de colocarla al nivel de Red Bull. Norris estren¨® su casillero de victorias en Miami y a punto estuvo de repetir la semana pasada, en Montmel¨®, donde un fallo de novato en la arrancada, el peor momento imaginable, le impidi¨® noquear al holand¨¦s, que sali¨® a hombros un d¨ªa en el que su coche no fue el m¨¢s r¨¢pido. En Austria, donde todo parec¨ªa dispuesto para que McLaren amortizara la velocidad de su MCL35, un intercambio de golpes entre Verstappen y Norris termin¨® con los dos favoritos en fuera de juego y con George Russell al borde de un ataque de nervios, incr¨¦dulo ante la posibilidad de firmar el segundo triunfo de su trayectoria, y el segundo en dos a?os para Mercedes. Los ¨¢nimos se caldearon tanto en el taller de las Flechas de Plata durante las ¨²ltimas vueltas, que el muchacho de Norkolk incluso se permiti¨® el lujo de meterle un buen bocinazo por la radio a Toto Wolff, su jefe: ¡°?Dejadme conducir!¡±.
Con Verstappen y Norris desactivados, Piastri cruz¨® la meta el segundo y Carlos Sainz se encaram¨® al podio por quinta vez en lo que va de temporada. Fernando Alonso, por su parte, se limit¨® a transitar por uno de los grandes premios m¨¢s inc¨®modos y finaliz¨® el pen¨²ltimo, sancionado por un toque con Guanyu Zhou.
El actual campe¨®n ha pasado de atacar a tener que defenderse, por m¨¢s que hace las dos cosas con la misma agresividad. Comprometido por un error del equipo en su segunda visita a los garajes (vuelta 52) ¨Cla rueda trasera izquierda no quer¨ªa salir y perdi¨® tres segundos m¨¢s de la cuenta¨C, la inercia con la que circulaba Norris le permiti¨® pegarse a su rival en tres giros, y eso le dej¨® un buen margen para preparar la ofensiva. Tras tirarle el b¨®lido en dos ocasiones, casi siempre en el mismo punto ¨Cla tercera curva del trazado¨C, impulsado por el efecto del aler¨®n trasero m¨®vil (DRS), el brit¨¢nico se quej¨® de las maniobras de su oponente, que rectific¨® su posici¨®n en frenada, despu¨¦s de percibir por d¨®nde iba a ser superado. A la tercera (vuelta 64), Norris vari¨® su estrategia y se lanz¨® por el exterior, en una acci¨®n tan espectacular como arriesgada, a¨²n m¨¢s sobre un hueso duro como Mad Max, que le arrincon¨® hasta contactar con ¨¦l. El roce termin¨® con un pinchazo por banda, una intrascendente sanci¨®n de diez segundos para el corredor de Red Bull ¨Cconcluy¨® el quinto¨C y un globo de tres pares de narices para Norris, que nada m¨¢s bajarse del coche se qued¨® a gusto.
¡°En las tres maniobras, Max tuvo una reacci¨®n que perfectamente pod¨ªa haber provocado un incidente. En cierto modo, fue imprudente. Parec¨ªa estar un poco desesperado¡±, declar¨® el piloto de McLaren, que tras el percance se vio forzado a abandonar, despu¨¦s de que los restos del neum¨¢tico, hecho pedazos, destrozaran el fondo plano de su prototipo. ¡°De todos modos, no me sorprende demasiado. Esperaba una carrera al l¨ªmite, dura pero tambi¨¦n respetuosa. No creo que sea esto lo que hemos tenido¡±, a?adi¨®. Verstappen siempre cae de pie, esta vez no pod¨ªa ser una excepci¨®n. A pesar del galimat¨ªas, el chico de Hasselt sali¨® de Austria con un margen m¨¢s amplio en la tabla de puntos y con el convencimiento de poseer argumentos para discutir el punto de vista de Norris. ¡°No creo que fuera demasiado agresivo. De hecho, los diez segundos me parecieron una penalizaci¨®n demasiado severa¡±, resumi¨® el buque insignia de la marca del b¨²falo rojo, a quien se le acumula m¨¢s trabajo del que a priori ten¨ªa calculado.
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