La Real se lleva el derbi y declara la fiesta en Anoeta
Le Normand abri¨® la goleada que completaron Kubo y Oyarzabal en la segunda parte
No pasaba nada, y entonces apareci¨® el hombre de la m¨¢scara de carbono para ponerlo todo patas arriba. Andaban la Real y el Athletic remoloneando, con poca osad¨ªa y una pizca de miedo, cuando en una falta lateral que sac¨® Brais, el rebote en Yuri le cay¨® a los pies a Le Normand en el ¨¢rea peque?a para destapar la caja de los truenos.
El derbi andaba inane despu¨¦s del achuch¨®n inicial de la Real, como corresponde a un anfitri¨®n, pero se atemper¨® con los minutos, cuando calm¨® los nervios el Athletic, se equilibr¨® el partido, hasta l¨ªmites rayanos con el aburrimiento. Mucha pelea, s¨ª; bastante sudor en la c¨¢lida noche donostiarra despu¨¦s de un d¨ªa que hab¨ªa llenado las playas, pero escaso f¨²tbol. El bullidor Kubo no se desataba, bien amarrado como estaba por Yuri, y aunque Barrenetxea lanzaba alg¨²n destello, no era suficiente para el suministro a Sadiq, un gladiador sin bal¨®n cerca de su ¨¢mbito de influencia.
Tampoco las bandas del Athletic, con los Williams uno a cada lado, encontraba caminos, ni siquiera cuando se lesion¨® Tierney despu¨¦s de una carrera. La sala de m¨¢quinas ocupada por Herrera y Dani Garc¨ªa, bastante trabajo ten¨ªa con neutralizar la tarea de Brais, Merino o Zubimendi, as¨ª que la aportaci¨®n era m¨ªnima.
Caminaba el partido hacia el encefalograma plano cuando la falta tocada por Brais rebot¨® en la espalda de Yeray, el costado de Yuri y le cay¨® a Le Normand, que protege su rostro con una m¨¢scara despu¨¦s de un fuerte golpe que sufri¨® frente al Getafe, y que se encontr¨® con un regalo inesperado que acab¨® en el gol que abr¨ªa la lata. Entonces s¨ª, el Athletic dio un paso adelante, y apareci¨® Nico Williams en dos pases, el primero a Guruzeta, que cabece¨® alto, y el segundo a su hermano I?aki, que se encontr¨® toda la porter¨ªa para ¨¦l, pero remat¨® fuera.
Despu¨¦s de un mes de aciertos, al jugador del Athletic se le nubl¨® la vista ante la porter¨ªa, porque nada m¨¢s comenzar la segunda mitad de nuevo tuvo un bal¨®n para empatar el partido, y otra vez se le march¨® fuera por unos cent¨ªmetros. Y esa falta de precisi¨®n en el remate se convirti¨® en la tumba rojiblanca, porque en la siguiente acci¨®n, un bal¨®n largo jugado por Brais hacia Sadiq no lo pudo controlar el nigeriano, apenas lo roz¨®, pero le cay¨® suelto a Kubo, que pasaba por all¨ª, y que se mostr¨® implacable ante Unai Sim¨®n para doblar la ventaja realista.
Y ya nada fue lo mismo, porque festejaba Anoeta el resultado y rumiaban los rojiblancos un marcador inesperado, porque en realidad segu¨ªa sin pasar nada, salvo que al mirar el luminoso se les desenfocaba la visi¨®n con lo que le¨ªan. Sent¨ªan como si les hubieran birlado la cartera en un descuido, sin comprender que el f¨²tbol es eso, y gana el m¨¢s avispado, el m¨¢s oportuno y el m¨¢s eficaz. Si adem¨¢s aparece la calidad, y eso le desborda a la Real Sociedad por todos los lados, no hacen falta m¨¢s explicaciones. Las respuestas estaban en el campo.
Sin argumentos desde el segundo gol, al Athletic solo parec¨ªa quedarle la esperanza de un milagro, que no se produjo. El derbi ten¨ªa color blanquiazul, y lo tuvo m¨¢s despu¨¦s del gol de Oyarzabal, el tercero de su equipo, en un despeje de Unai Sim¨®n que cabece¨® en el centro del campo para la carrera de su capit¨¢n, que responde con goles ¨Ctres lleva en su cuenta¨C, a las cr¨ªticas que empezaba a recibir por su rendimiento, y que Imanol siempre rechaz¨®. Se fue feliz del campo, como sus compa?eros, despu¨¦s de marcar y que el Athletic firmara el armisticio.
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